|
Manuel Portela Valladares |
Dejo los tiempos cercanos
tratados en el último capítulo para volver a 1936. El 16 de febrero de ese año triunfó
en las elecciones generales celebradas en España la coalición de izquierdas
conocida como Frente Popular, de cuyo programa electoral parte importante era
el restablecimiento de las reformas – educativa, laboral, agraria, etc., etc. –
puestas en marcha entre 1931 y 1933 en el marco de la Segunda República,
reformas inaceptables para ciertos sectores de la sociedad española, procedentes
de los cuales empezaron a soplar vientos – algunos ya desde abril de 1931 –
favorables a la subversión del Estado republicano – legítimamente democrático – mediante la violencia.
|
José Mª Gil-Robles |
Circunscribiéndonos a la
etapa del Frente Popular, quienes no admitían la vuelta de las izquierdas – burguesa y obrera - al gobierno, empezaron a mover ficha con rapidez. Ya en la
medianoche del electoral 16 de febrero aludido, el jefe de Estado Mayor,
general Franco, trató de influir para que fuese declarado el “estado de
guerra”, a lo que no accedió el presidente del gobierno, Portela Valladares.
Incluso muy de mañana el día 17 el general Goded intentó sublevar en Madrid el
cuartel de la Montaña. De la misma forma, no tuvieron éxito en esos días las
presiones ejercidas por políticos de derecha como José Calvo Sotelo y José
María Gil Robles.
|
Manuel Goded |
Entre febrero y julio de
1936 los gobiernos del Frente Popular trataron de dar nuevo impulso a reformas
–aparte de otras - como la agraria y la laboral con el telón de fondo del
combate contra el paro. En el campo se pretendía, por citar algunos ejemplos,
llevar a cabo actuaciones sobre los arrendamientos y los desahucios de
campesinos arrendatarios, y poner en marcha decretos tales como sobre yunteros
e intensificación de cultivos o de rescate de bienes comunales por parte de los
municipios, todo ello en medio de una gran movilización reivindicativa de claro
protagonismo sindical. Desde el punto de vista laboral, el objetivo era
restablecer unas relaciones laborales más justas para el sector obrero.
|
Joaquín Fanjul |
Durante aquella primavera
la rebeldía de ciertos sectores militares, coincidentes en mentalidad con los
sectores civiles más conservadores, fue en aumento. Ya a finales de 1935 Gil
Robles y algunos generales habían tanteado la posibilidad de un golpe militar.
Tras febrero de 1936, la preparación de una sublevación fue un proceso
imparable, con altos mandos como Goded, Rodríguez del Barrio, Orgaz, Varela,
Ponte, Villegas, Fanjul … y Sanjurjo como jefe supremo. Franco se adhirió de
manera activa con algo de retraso. Una primera fecha para el golpe, el 20 de
abril, fue desechada.
|
José Enrique Varela |
A finales de ese mes el
general Emilio Mola, gobernador militar de Navarra, asumió la dirección de la
conspiración; Sanjurjo, el “Jefe”, lo nombró representante suyo, y Mola se
denominó a sí mismo el “Director”; como tal, desde Pamplona contactó,
utilizando variados recursos, con generales, jefes y oficiales proclives a la
subversión del régimen político establecido. A finales de junio todo estaba
ultimado, hasta el punto de que ya entonces estaba señalada la madrugada del 19
de julio como el momento oportuno para poner en práctica la sublevación
militar.
|
José Sanjurjo |
Conocedor, como lo era
Mola, de la fortaleza de las organizaciones obreras, entendía que había que
aterrorizarlas para que no opusieran resistencia al golpe militar cuando éste
se produjera. El contenido de directrices reservadas que envió a los
integrantes de la trama golpista no deja lugar a dudas. En la primera de ellas, fechada a finales de
mayo, podía leerse: “Se tendrá en cuenta
que la acción ha de ser en extremo violenta para reducir lo antes posible al
enemigo, que es fuerte y bien organizado. Serán encarcelados todos los
directivos de los partidos políticos, sociedades o sindicatos no afectos al
Movimiento, aplicándoles castigos ejemplares a dichos individuos para
estrangular los movimientos de rebeldía o huelgas”.
|
Emilio Mola |
En el transcurso de
aquellos meses de 1936, mientras algunos conspiraban, como se ha visto, el
Ayuntamiento criptanense laboraba para hacer frente a los retos y problemas de
ese pequeño microcosmos rural que era nuestra villa. Alguna vez me he referido
a las numerosas sesiones del pleno municipal que ocupaban buena parte de su
tiempo planeando cómo hacer frente al paro obrero, sobre lo que volveré en otro
de estos artículos. Me centraré ahora en la preocupación que por la mejora de
las condiciones educativas sentían aquellos políticos de antaño de nuestro
pueblo, preocupación que no era más que el correlato de la preocupación por el
aumento del número de escuelas y de maestros que desde los comienzos del
régimen republicano ya se hicieron presentes entre los gobernantes del llamado
“bienio de izquierdas” (1931-1933).
La Corporación municipal
criptanense acordó por unanimidad el 15 de mayo de 1936, siendo alcalde Juan
Manuel Sánchez Calcerrada (de Izquierda Republicana) construir dos grupos
escolares de 10 secciones cada uno, ”más los grados compatibles”, uno de los
grupos en la zona norte del pueblo y otro en la zona sur, con proyectos hechos
por el arquitecto Casimiro Lanaja Bel y con un presupuesto total de 405.182,64
pesetas.
|
Juan Manuel Sánchez Calcerrada |
En la misma sesión se
acordó también solicitar al Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes la
subvención de 192.000 pesetas para la construcción de cada grupo escolar. Más
adelante, con Leovigildo Romeral (del mismo partido político que el anterior) como
alcalde, se hacía público en la sesión de 29 de junio de 1936 que dicho
Ministerio de Instrucción Pública había concedido para las obras la suma de 384.000
pesetas como subvención.
Se conserva el “Proyecto de escuelas graduadas con cinco
secciones para niños y cinco para niñas” para el llamado “Grupo Sur”. Está
fechado en mayo de 1936 y su presupuesto ascendía a 203.934,56 pesetas. El terreno
dedicado a esas escuelas tenía una superficie de 4.080 m2 y así se
indicaban sus límites:
Por
el Este, la calle Carlos Marx (hoy Nueva Montaña), por donde el edificio tendría
su acceso.
Por
el Norte, una calle aún sin nombre.
Por
el Sur y el Oeste, terrenos propiedad de Julia Ruescas.
Como
curiosidad cito los sueldos diarios previstos para los distintos trabajadores:
Albañiles:
Oficial,
8 pesetas
Ayudante,
6,75
Peón
de mano, 5,25
Peón
suelto, 5
Carpinteros,
cerrajeros, vidrieros-fontaneros y pintores:
Oficial,
12
Aprendiz,
6,50
|
Antigua Escuela Nacional Graduada de Niños (ahora CEIP Sagrado Corazón) |
En 1936 existían en Campo
de Criptana – no incluyo Arenales de la Moscarda – una Escuela Nacional
Graduada de Niños, situada en la zona del Pozo Hondo, dirigida por Domingo
Miras Reche, que ejercía como maestro en Campo de Criptana desde 1907, y una
Escuela Nacional Graduada de Niñas, en la calle de la Virgen, cuya directora
era Teresa de la Mano Martín. Mientras en España había quien conspiraba para
subvertir el régimen político, los docentes continuaban su noble tarea
habitual, en relación con la cual, por señalar algún aspecto, cito a
continuación los nombres de quienes
obtuvieron los premios escolares de la Escuela de Niños en el curso 1935-1936,
cuyos trabajos fueron expuestos públicamente en julio de ese último año; por
cada Sección había tres premios, que indico por orden (1º, 2º y 3º):
Sección 6ª:
Antonio
Naharro Pueyo
Manuel
Flores Vela
Rafael
Alberca Castellanos
Sección 5ª:
Miguel
Navarro Martínez
Santiago
Vela Calonge
Ignacio
Escribano Alberca
Sección 4ª:
José
Andrés Castellanos Manzaneque
Abelardo
Palop López
Primitivo
Olivares de la Guía
Sección 3ª:
Joaquín
García Iniesta
Ramiro
Parrilla García
Manuel
Pérez Mínguez
Sección 2ª:
Manuel
Angulo Plaza
Manuel
Simón Leal
Gregorio
Ortiz Pintor
Sección 1ª:
Vicente
Manzaneque Olivares
Jaime
Manjavacas Pérez-Bustos
Manuel
López Bravo
Párvulos:
Ramón
Sánchez-Quintanar García
Metodio
Casero Muñoz
Hilarión
Calonge Bustamante
Los premios eran,
respectivamente, de 15, 10 y 5 pesetas que
se les ingresaban en Cartillas de Ahorro Postal, sin reintegro posible antes de
llegar a la mayoría de edad.
Huelga decir que la guerra
civil desencadenada tras el fracaso de la sublevación militar golpista (18 de
julio de 1936 en la Península) frustró, de momento, la ampliación del número de
escuelas en Campo de Criptana y alteró el normal discurrir de la actividad educativa.
FRANCISCO ESCRIBANO SÁNCHEZ-ALARCOS