sábado, 30 de enero de 2016

PARA QUE CAMPO DE CRIPTANA MARQUE LA DIFERENCIA EN ATRACTIVO TURÍSTICO



Miguel de Cervantes,
centro de celebraciones
Estamos a caballo entre las celebraciones de dos centenarios, el cuarto de la publicación de la segunda parte de El Quijote, en 2015, y el cuarto de la muerte de Miguel de Cervantes, en 2016, año en el que con seguridad, pese a la polémica que de entrada ya se ha presentado entre la Real Academia de la Lengua y el Gobierno de España acerca de cómo hay que tratar a D. Miguel, fallecido en abril de 1616, menudearán – ya se están anunciando - actos (exposiciones, publicaciones, ciclos de conferencias, etc., etc.) que evocarán la figura y la época de Cervantes, actos que en diferentes lugares se verán enmarcados o de alguna manera relacionados con el fomento del turismo y la atracción de visitantes que dejen su dinero con el pretexto del autor (¿alcalaíno?, ¿alcazareño?; me niego a entrar en la discusión) de tantas obras literarias dignas de admiración, autor que ha tenido su presencia, como no podía ser menos, en FITUR, la Feria Internacional del Turismo que ha tenido recientemente a Madrid como escenario.
Sin duda, podemos hablar del 2016 como "año Cervantes", pretexto, pues, para tratar de potenciar el turismo y aprovechar la repercusión económica que puede y debe tener para Campo de Criptana y otras localidades de nuestra comunidad autónoma.
Centrándome en Campo de Criptana, y como todos sabemos, para 2015 su Ayuntamiento elaboró un  programa, que todavía podemos ver en su página web, que incluía gran cantidad (una especie de “totum revolutum”) de actos, parte de los cuales, asombrosamente, poco o nada tenían que ver con Cervantes y El Quijote y que formaban parte, en realidad, de la programación cultural y deportiva anual del municipio; un ejemplo simplemente: los conciertos del verano de la Banda de Música Filarmónica Beethoven, integrados en el cuarto centenario (¿?).
Por cierto, había algún acto programado que sí venía muy a cuento con la efeméride para el año pasado y que curiosamente no se ha celebrado – bien lo he echado de menos - que yo sepa, ni se ha explicado oficialmente el porqué; me refiero al que debería haber tenido lugar el viernes 18 de septiembre y que entiendo muy interesante: la charla del profesor Porras Arboledas anunciada bajo el título “Presentación de investigación sobre el origen de los molinos”, investigación subvencionada económicamente por el propio Ayuntamiento criptanense.
FITUR 2016
Volviendo a FITUR 2016, en el marco de esa feria el Ayuntamiento de nuestro pueblo ha presentado un “Plan Dinamizador de Turismo” que ha de desarrollarse en un plazo de cinco años, desde 2016 hasta 2020, y como integrante del eslogan que trata de atraer la atención hacia nuestra villa por parte de los posibles visitantes, se ha publicitado la expresión “Marca la diferencia”.
Iglesia del Convento de Carmelitas Descalzos
(siglo XVIII)
Dicho plan ha sido calificado de “estratégico, realista, integral, viable y económicamente rentable”. Me quedo con lo de “integral” para preguntarme si con el nuevo Plan efectivamente todos los recursos van a estar a disposición del potencial visitante, pregunta que relaciono concretamente con la iglesia del antiguo Convento de Carmelitas Descalzos, cuyo interior la mayoría de los turistas no ve por estar cerrado casi siempre. Algo tendrá que hacer el Ayuntamiento para que esa circunstancia cambie, por más que la propiedad del templo no sea municipal (por cierto, hubo tiempos en que sí lo fue, ¡cosas de la vida… y de la historia!). [Un inciso, ya que menciono inmuebles eclesiásticos. Cuando hace unos meses tuvo lugar “la noche del patrimonio”, me sorprendió que la visita a la iglesia parroquial no pasara de la puerta de entrada por estar cerrado el templo; habría sido una buena oportunidad para que los asistentes conocieran ciertos detalles muy interesantes del edificio].
Portada de LOS MOLINOS DE VIENTO
 DEL CAMPO DE CRIPTANA A MEDIADOS
 DEL SIGLO XVIII (2000)
En la noticia sobre el Plan puede leerse que “el equipo de gobierno junto con los técnicos del área de turismo han desarrollado un amplio proyecto centrado en treinta y cuatro actuaciones a desarrollar”. La cifra de 34 medidas no es gratuita. Ciertamente, se ha pensado en una cantidad simbólica: así como se pensó en los doce ventanucos que podemos ver en la parte superior de un molino de viento para el programa vigente “Doce vientos, doce aventuras”, ahora se ha se echado mano de esos más de treinta molinos que hubo en este pueblo. Conviene aclarar, no obstante, que no sabemos con certeza cuántos había en Campo de Criptana en el siglo XVI, si bien eran muchos. Esos 34 aludidos son los que se menciona en la respuesta 17ª del Interrogatorio General del llamado Catastro de Ensenada, que data, para este pueblo, del año 1752. Por otra parte, debemos tener claro que más de 34 llegó a haber en el término de Campo de Criptana (sobre esto ver mi libro, publicado por la Diputación Provincial de Ciudad Real en el año 2000, LOS MOLINOS DE VIENTO DEL CAMPO DE CRIPTANA A MEDIADOS DEL SIGLO XVIII, págs. 106-107).

No sé si esas treinta y cuatro medidas ya están programadas al detalle o ésta es una tarea que irá desarrollándose con el tiempo. Por más que he tratado de dar con ellas no las he encontrado, confío en que antes o después se irán conociendo, entonces será el momento de analizarlas.  Se han avanzado a través de los diferentes medios de difusión medidas como nuevo plan de señalización turística (falta hace, hay monumentos que no cuentan con ningún tipo de información en su exterior, p. ej.); la disposición de nuevos parking en la Sierra de los Molinos, respetando el entorno paisajístico (a pesar de los pesares, éste es un aspecto en el que, aunque parezca extraño, está casi todo por hacer); la mejora de los accesos al municipio; la actualización y mejora de la web y de las redes sociales vinculadas al turismo (la actualización es hoy por hoy urgente) , etc., etc.

Asignatura pendiente: molinos "sin" vehículos

Espero no tener que echar en falta algunas medidas a las que ya en otras ocasiones me he referido. Hablo de dos acciones en concreto, que en un Plan de cinco años de duración da tiempo a implementar. Una es montar un Centro de Interpretación de los Molinos de Viento de Campo de Criptana; otra es representar, al menos una vez al año, en la Sierra la aventura de Don Quijote con los molinos, en referencia al capítulo VIII de la primera parte de la famosa novela (no se confunda esto con las escenas cervantinas que se muestran junto al Burleta cuando se organiza una molienda). Serían dos acontecimientos que, indudablemente, marcarían la diferencia con otros pueblos de la comarca en cuanto al atractivo turístico, aparte de las singularidades con que ya cuenta nuestro pueblo.


Iremos viendo.

    FRANCISCO ESCRIBANO SÁNCHEZ-ALARCOS

lunes, 25 de enero de 2016

EL ALBAICÍN CRIPTANO

Vuelvo al Albaicín, pero esta vez me centro en la revista EL ALBAICÍN CRIPTANO.

Era a fines de 1990 cuando un grupo de personas nos reuníamos en torno a Víctor Quintanilla, entonces Concejal de Cultura del Excmo. Ayuntamiento de Campo de Criptana, para poner en marcha el proyecto de una nueva publicación en nuestro pueblo. Una publicación que, por una parte, fuese abierta a todos en cuanto a la posibilidad de participar en ella así como en cuanto a la amplitud y el nivel de sus contenidos, pero también que tuviese la mínima calidad necesaria y el adecuado rigor que hiciesen de ella un producto digno, un producto presentable.

Portada del número 0
Uno de los primeros asuntos que ocuparon a la Comisión que se encargó de la preparación y lanzamiento del número 0 fue el del nombre con el que sería bautizada la revista. Quien redacta estas líneas propuso el nombre de Albaicín, Revista Cultural del Campo de Criptana; lo de Albaicín, por lo que expuse en la entrega anterior de este blog, se justificaba en el afán de que la revista plasmara en su nombre la singularidad física de este pueblo comparado con las localidades vecinas, algo en lo que ahora no voy a insistir. La denominación definitiva, como todos saben, fue EL ALBAICÍN CRIPTANO; así que fue aceptada la primera parte de mi propuesta, y lo de criptano, un adjetivo muy del gusto de los poetas, se debió a la iniciativa de un poeta, nuestro Valentín Arteaga, bien sabido por todos, sin embargo, que el gentilicio propio de todo lo referido a nuestra villa es criptanense, asunto éste que ha motivado más de un crítica por quienes defienden el purismo de nuestra lengua, en lo que, desde luego, razón no les falta.

Así pues, en 1991 salió a la luz EL ALBAICÍN CRIPTANO, una revista de contenido cultural variado que, como otras publicaciones de sus características surgidas antes en nuestra villa, tuvo en una primera etapa una corta   vida  – ocho números en ocho años más el citado 0 - pero vida, al fin y al cabo, intensa e interesante por sus contenidos y en la que colaboraron con su pluma, entre otros, José López Martínez, Domingo F. Failde, Valentín Arteaga, Rafael Olivares, Miguel Lacruz, Andrés Escribano, José Aureliano de la Guía, Rogelio Sánchez Ruiz, Justo Ponce, Acacia Uceta, Domingo Miras, José González Lara, Isidro Antequera y, en fin, una larga lista de personas vinculadas con el mundo de la literatura, el arte y la cultura en general.

Portada del nº 6, dedicado
a los premios Pastora Marcela
Esta revista, después de todo, significaba la continuidad de inquietudes culturales que nuestra población había presenciado en épocas anteriores, plasmación de las cuales, valgan sólo estos ejemplos, fueron:
   
Hito. Cuaderno nuevo del Campo de Criptana, que se imprimía en Gráficas Flordy y acabó dirigiendo Isidro Antequera. Lo llevaron adelante prestigiosas firmas y lo ilustraban con sus dibujos el propio Isidro, Enrique Alarcón, Luis Ferreiro, Ángel Morales y Paco Valbuena.

Besana, surgida gracias al entusiasmo de los jóvenes de Acción Católica hacia finales de los años 60.

Así es ... la Villa del Campo de Criptana, que vio la luz en los años 50 y 60, antes de la citada Hito, también producto del “viejo submarino Flordy” , como gustaba llamar a aquel taller D. José Antonio Sánchez-Manjavacas.

Portada del nº 7, dedicado
al 98 español y criptanense
En este caminar a salto de mata por el recuerdo de la letra impresa en Campo de Criptana, es necesario evocar, fundados por José González Lara, El caballo volador y Clavileño, del que en 1955 salió un completísimo número extraordinario del que se me viene a la memoria un artículo del entonces párroco D. Gregorio Bermejo López sobre la iglesia parroquial incendiada en agosto de 1936, ilustrado con un magnífico dibujo del interior de ésta desde una perspectiva poco conocida.

Retrocediendo en el tiempo, nos encontramos en los años 20 con El Sarmiento, que se autotitulaba  “periódico quincenal independiente”, y se había “fundado para defender los intereses de la industria agrícola y sus derivadas en esta región”. Su redacción y administración estaba en calle Santa Ana, 28; en él podían leerse las colaboraciones de Adrián Millán o de Eduardo Cueto.

El 1 de septiembre de 1918 salió el primer número de Renovación , que se anunciaba como “periódico quincenal defensor de los intereses locales” y se vendía a 10 céntimos. Su director era Juan Vicente Alarcón y su redacción estaba en calle Santa Ana, 4; se elaboraba en la imprenta de Jerónimo Muñoz, sita en calle de la Reina, número 1.

En los primeros años del siglo XX se editaba Sancho Panza“periódico semi-serio y completamente independiente”,  con su domicilio en calle de la Soledad, 10. Se publicaba tres veces al mes y se servía a domicilio y por correo si uno se abonaba pagando diez números por adelantado. También lo imprimía Jerónimo Muñoz.

En 1903 nació El Pueblo , en cuya cabecera se leía: “Periódico republicano. Nuestro programa, Elecciones libres, Economías en la Administración Pública, Orden y Moralidad”.

Volviendo a EL ALBAICÍN CRIPTANO, Víctor Quintanilla en el escrito de presentación del nº 0 señalaba: “Nueva revista que como tantas otras que nos precedieron pretende ser materia viva y vehículo de aquello que ha ido conformando en el tiempo nuestra identidad como pueblo; es decir, nuestra historia: y aquellos otros aspectos que marcan el día a día, que llenan de contenido el presente y determinan nuestra `propia identidad cultural (…).
A este Ayuntamiento (…) le corresponde cuidar una parcela tan importante como es la cultura escrita y suscitar las acciones y proceder (sic) los fondos necesarios para que a partir de ahora sea habitual que cada cierto tiempo (…) un nuevo número del “Albaicín Criptano” nos hable de distintos aspectos de la cultura de Campo de Criptana”.

Por su parte, Fernando García-Casarrubios, sucesor de Quintanilla en la Concejalía de Cultura, aseguraba en el número 1:  “Campo de Criptana, pueblo de tradición cultural, tiene una ventana abierta a través de la revista “El Albaicín Criptano” para airear todas las inquietudes culturales de aquéllos que quieran manifestarse y transmitirnos su saber y su sentir por medio de la palabra escrita. Este medio de comunicación un poco olvidado ante los grandes avances tecnológicos de nuestra época (radio, televisión, teléfono etc.), es el que queremos fomentar desde la Concejalía como vehículo de transmisión cultural”.
  
Tras unos años de silencio, en 2012 regresaba a la vida. El entonces alcalde, Santiago Lucas-Torres escribía en sus páginas:  “El número 9 del “Albaicín” – publicación prestigiosa desde sus albores- sale a la luz en un formato acorde a los nuevos tiempos: únicamente en archivo digital. En su pantalla [indicaba al lector], o en papel si decide imprimir algunas de sus páginas, tiene un “Albaicín” más respetuoso con el medio ambiente y de menor coste pero sin que implique menos calidad (…)”.


Desde entonces la publicación ha seguido, divulgada a través de internet, hasta el nº 17 en 2015. Desconozco cuáles son los propósitos del nuevo equipo de gobierno municipal salido de las elecciones de mayo de ese año. Si su intención es seguir adelante con EL ALBAICÍN CRIPTANO, por mi parte no cabe sino animarlo en esa dirección, pero, por favor, aunque se siga editando en forma digital para que llegue al máximo número de lectores, no se olvide, aunque se trate de una tirada siquiera simbólica, editarlo también en papel, porque, amigos, el papel impreso y la cultura así divulgada, tienen una magia especial. 

   FRANCISCO ESCRIBANO SÁNCHEZ-ALARCOS

viernes, 8 de enero de 2016

ALBAICÍN, UN NOMBRE CON SOLERA EN EL NOMENCLÁTOR URBANO DE CAMPO DE CRIPTANA




Más de una vez me he ocupado de este asunto, y si ahora vuelvo a hacerlo es porque todavía hay personas a quienes les extraña que cuando se habla de cierto sector del casco urbano de nuestro pueblo se utilice tal denominación, Albaicín, e incluso se muestran radicalmente en contra de su uso para referirse a un barrio cuando de la “villa de los molinos” se trata, alegando que Albaicín es palabra exclusiva de la ciudad de Granada para designar uno de sus barrios.

Además de su uso como nombre propio en el sentido indicado, se trata de un sustantivo antiguo de origen árabe que etimológicamente significa “barrio en cuesta”, acepción apropiada para nombrar a ese sector urbano criptanense integrado por calles que presentan, por lo general, un perfil empinado. Hay que tener presente que si hay un rasgo destacable que da personalidad al primitivo Campo de Criptana – llamado El Campo cuando fue fundado por la Orden de Santiago - es la topografía del terreno en que se asentó  - una ladera al pie del Cerro de la Paz rematada por su Sierra -, rasgo que, a pesar de su crecimiento espacial a lo largo de los siglos, sigue dotando a nuestro pueblo de singularidad si lo comparamos con otras localidades de la comarca. Por otra parte, como veremos, no es una palabra inventada en los últimos tiempos por oportunismo turístico ni nada parecido, sino que efectivamente, echando la vista atrás en el tiempo, ya hace siglos parte del casco urbano tenía oficialmente esa denominación como una calle en el nomenclátor de las vías urbanas de la villa criptanense.

Límites de El Albaicín en el plano actual
En la actualidad el barrio conocido como  El Albaicín comprende varias decenas de vías urbanas situadas entre la calle de la Fuente del Caño por el Oeste y la calle Huertos por el Este, que enmarcan, como si fueran dos grandes brazos, esa parte del casco urbano que desemboca en la Sierra de los Molinos; por el sur sus límites son las calles Santa Teresa, Espada, Libertad, Rinconada y Buenavista. Es un sector en el que muchas calles llevan nombres de personajes y aventuras de la célebre novela cervantina Don Quijote de la Mancha – Princesa Urganda, Rocinante, Yelmo de Mambrino, etc., etc. -, rotuladas así por decisión del equipo municipal que en 1955 dirigía el alcalde José González Lara.

Planteada como hipótesis, cabría hacer la afirmación de que las características topográficas y un hecho histórico - el asentamiento de población de origen musulmán en esa zona en las últimas décadas del siglo XVI – habrían confluido en la decisión de otorgar, en su momento, el nombre al barrio que nos ocupa. Respecto del segundo motivo, en 1580 hay censado en nuestro pueblo casi un centenar de familias integradas por moriscos, que ya en 1603 se había reducido a la cifra de 41. Tales moriscos habían llegado en su momento a Campo de Criptana procedentes del Reino de Granada en virtud de la dispersión por tierras de Castilla a que fueron sometidos por decreto de Felipe II tras la sublevación que habían protagonizado en las Alpujarras a raíz de 1568.

Muy probablemente esos antiguos musulmanes, cristianos nuevos según la terminología de aquella época, establecieran sus hogares a las afueras de la villa, hacia el Este-Noreste; existe una tradición – recalco lo de tradición – que asegura que la Cruz levantada frente a la ermita antedicha habría servido desde entonces de separación entre el espacio habitado por los cristianos viejos y el ocupado por los cristianos nuevos pero, de cualquier forma, por la cantidad de personas de que hablamos, la superficie de terreno ocupada por ellos no sería muy extensa; sin embargo, ellos habrían sido los primeros pobladores del entonces Albaicín. Un documento de nuestro Archivo Histórico Municipal confirma las circunstancias críticas por las que atravesó ese barrio (en realidad, como otros) en el siglo XVII; concretamente, en 1684 sus treinta casas estaban casi arruinadas por efecto de las abundantes lluvias y del abandono producido por las defunciones causadas por epidemias y por la emigración de parte de sus moradores ante la excesiva presión fiscal.

Pero ese barrio no ha tenido siempre – me refiero a varios siglos atrás -, la extensión superficial que  ahora tiene, cosa más que lógica. El espacio natural, no ocupado por viviendas de ningún tipo, dominaba en la mayor parte de esos terrenos,; posteriormente la expansión urbana se habría de dar también hacia el Norte y hacia el Este. Hay que tener en cuenta que bien avanzado el siglo XVI parte de la actual calle de Santa Ana no existía. En efecto, la ermita que da nombre a esta calle se estaba levantando en 1575 fuera del casco urbano: en las llamadas Relaciones Topográficas de Felipe II, redactadas en ese año, podemos leer, en la respuesta nº 51 de la de Campo de Criptana, al mencionar las ermitas de la villa, que “… junto al pueblo se hace otra de Señora Santa Ana”; corría el mes de diciembre de dicho año.

Avatares coyunturales aparte, de lo que no debe caber ninguna duda es de que, como se indica después, el origen de El Albaicín es el entorno cercano a la Plazuela de Santa Ana. El primer censo de población propiamente demográfico en España data de 1857, pero con anterioridad a esa fecha contamos, no obstante, con un documento extraordinariamente valioso, el conocido como Catastro de Ensenada, que por lo tocante a Campo de Criptana lleva la fecha de 1752. Pues bien, en él El Albaicín figura como una vía urbana con once inmuebles, casas cuyos propietarios eran dos viudas (Catalina Harinero y María Martín Carramolino), cuatro jornaleros (Cristóbal Díaz Parreño, Vicente Martín Sevilla, Esteban Rodríguez Salinas y Alfonso Sánchez Guijaldo), un criado mandadero (José Díaz Hellín), dos pastores mayorales (Andrés Díaz Hellín y Miguel Ramos), un pequeño labrador (Custodio López Pardo) y un mayoral del campo (Nicolás Sánchez Guijaldo), todos ellos vecinos con un bajo nivel de renta. Las once casas se extendían por una superficie de unos 1.900 metros cuadrados y sus fachadas en conjunto sumaban unos cien metros lineales. De lo que hoy incluimos en El Albaicín como barrio, a mediados del siglo XVIII sólo existían, además, la calle Cebolla (ahora Espada) y la calle Rodadero, con 21 y 11 casas respectivamente, además de la calle Fuente, con bastante menos longitud que ahora. Como se comprueba, una parte muy pequeña del actual Albaicín, cuyo crecimiento es, por tanto, posterior.
Calles Rinconada, Libertad y Costanilla,
núcleo original de El Albaicín
Ciertamente el pueblo crecía espacialmente a medida que pasaba el tiempo. En la segunda mitad del siglo XIX la ordenación del espacio urbano de acuerdo con parámetros cada vez más racionales, y al tiempo cada vez más necesarios por el propio proceso de expansión de la villa, hizo que el Ayuntamiento regulara el propio plano con criterios de claridad. Esto es lo que llevó a cabo en 1890. En sesión plenaria municipal de 14 de abril de ese año se reorganizó el nomenclátor de las calles del pueblo, acuerdo que afectó a un buen número de ellas; para entonces El Albaicín se denominaba también calle Rinconada, una calle por cierto con tres ramificaciones, que entonces recibieron oficialmente los nombres de Rinconada, Costanilla y Libertad, las tres que se constituyen, pues, como el corazón o núcleo central del actual Albaicín.

 FRANCISCO ESCRIBANO SÁNCHEZ-ALARCOS