viernes, 13 de noviembre de 2015

DE CUANDO PARTICIPÉ EN UN "QUIJOTE" MUY ORIGINAL

Como escribía el pasado 6 de noviembre, en 1999 se publicó la primera parte de El Quijote entre todos, obra auspiciada por Isabel Fernández Morales, dueña y gestora de la Casa de la Torre, una casa rural de El Toboso. Se trataba de que 52 escritores y artistas castellano-manchegos redactaran, cada uno de ellos, uno de los 52 capítulos de la primera parte de la inmortal novela. El libro contenía dos prólogos, uno firmado por José Bono, presidente de nuestra Comunidad, el otro debido a la pluma del humorista y escritor José Luis Coll. También se añadió un capítulo cero, que redactó Mª Carmen Martínez Villaseñor, conocida profesionalmente como Maricarmen y sus muñecos.

 

Yo me pedí, como no podía ser menos, el capítulo VIII, el de la aventura del célebre hidalgo con los molinos de viento aunque ya ven que le cambié el título -, que compuse en clave criptanense, mezclando ficción con realidad, si bien - ¡ ojo !, ¡ lo advierto ¡ - con bastante más realidad de la que pudiera parecer a simple vista. Andrés Escribano aportó un inspirado dibujo para ilustrar el texto. Lo reproduzco a continuación, pues bien sé que ese libro en el que se incluye es un libro poco divulgado en nuestro pueblo y poco o nada conocido por mis paisanos; por lo demás, considero que es una buena forma, por mi parte, de cerrar este año de cuarto centenario quijotesco y cervantino, antesala de otro cuarto centenario que se celebrará en 2016, el de la muerte de Miguel de Cervantes Saavedra, al que pido disculpas por mi atrevimiento. Vamos con ello.


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DE CUANTO DON QUIJOTE Y SANCHO CONOCIERON CAMINO DE PUERTO LÁPICE



Mal, muy mal debía encontrarse Don Alonso Quijano para que aquella mañana, plena de sol y de aromas de tomillo, tomara la decisión de arremeter contra un molino de Campo de Criptana. Si, amigo lector, he dicho Campo de Criptana, afirmación hecha sin detenerme a pensar en si a Don Miguel se le pasó tal lugar por la cabeza. Séame permitida la licencia. En efecto, me gusta imaginármelo así (de sueños e ilusiones andamos en estas páginas) porque, a fuerza de hollar palmo a palmo, centímetro a centímetro, la Sierra de los Molinos contemplando la imponente planta de estos magníficos artefactos e imaginando (otra vez la palabreja) el porte de todos aquellos que hasta al menos en número de treinta y cuatro hubo en estos cerros, toparse con el caballero y el escudero por excelencia reposando y lamentándose, según el papel de cada uno, a la sombra de cualquiera de ellos es todo menos imposible.

"Mire vuestra merced, respondió Sancho, que
(...) no son gigantes sino molinos de viento"
Mas no es la visión del caballero vencido la que me atrae, sino la del hidalgo que reflexiona y generosamente ofrece el fruto de sus pensamientos, de su actitud ante la vida, a quien se digne escucharle. No me quedo con el derrotado, porque a espíritu tan noble y abierto no quiero verlo por los suelos. Y no me olvido del fiel Sancho; ¡qué buen conversador de plaza de pueblo hubiera sido! Prefiero adentrarme en el túnel del tiempo y verme recibiendo a Don Alonso y a Sancho al borde del Camino Viejo de El Toboso para tratar de convencer al señor de que en la Sierra de Criptana había gigantes, ¡ claro que sí !, pero gigantes de carne y hueso que en la única batalla en la que pensaban era en la diaria y sacrificada tarea de la molienda, que, si los “aires” eran propicios, ellos cumplían a satisfacción.

Hechas las presentaciones, conduzco a caballero y escudero hasta la puerta de El Guindalero, justo donde hace un alto en la faena Pedro Núñez, que presume de ser uno de los mejores molineros del Campo de Criptana. Todavía era noche cerrada cuando llegó hasta su molino y, sin perder ni pizca de tiempo, había dispuesto todo el aparejo para empezar el trabajo con las primeras luces del día (antes si podía ser) porque, ya se sabe, “hay que aprovechar el solano”.

A Pedro le gusta charlar con todo el que se acerca hasta “el corte”. El suyo es un trabajo duro           – acostumbra a decir - pero en su humildad se siente libre, aunque no deja de sobresaltarse cada vez que ve acercarse al alguacil, siempre vigilante y atento a que Pedro tenga en sitio bien visible, cerca del portón de la entrada, el arancel, la tarifa fijada desde tiempo inmemorial por el Concejo que le permite sostener a su familia y que – asegura – se gana honradamente a pesar de las quejas de algunos que no se fían de nadie, y de él tampoco, según lapidaria frase que circula como refrán por la villa : “cuarenta molinos hay en la Sierra, cuarenta ladrones viven en ella”. Habladurías - sentencia despreciativo Pedro – propias de quienes no saben calcular qué son las seis libras de harina que se cobra por fanega de trigo y que además no van a aprender nunca a distinguir la harina buena de la mala. ¡Ignorantes!, remacha Pedro con retintín.

El disgusto, que el molinero no puede ocultar, provocado en él por dichos como ése no le impide reiterar que su trabajo le hace disfrutar. Además, como siempre dice, no le falta entretenimiento, porque tarde sí, tarde no, se deja caer por allí Fernando Alonso, un amanuense al servicio del notario Agustín López que lo tiene al tanto de lo que acontece por el pueblo y que últimamente no hace más que hablarle de las obras que se llevan a cabo en la parroquial y en algunas ermitas: que si el señor cura reprende a quines no colaboran en el acarreo de piedra, que si el maestro Pedro, el escultor salmantino contratado para hacer el retablo grande, ya ha iniciado su trabajo ... y un montón de chismes más. ¡No sería mal recadero este Fernando! exclama mientras sonríe con sorna el molinero en tanto él mismo no para de parlotear.

Dibujo de Andrés Escribano
que ilustraba el capítulo
Buen pueblo le parece al caballero visto desde lo alto. ¡Y buena gente!, asevera Pedro, que se lleva bien con casi todo el mundo, de lo contrario su negocio y su bolsillo se resentirían. Sin embargo, es cierto que parte de los moradores de la villa no son como él, sino que miran mal a algunos vecinos, las familias de moriscos que hace pocos años se han asentado aquí, en las afueras, en la misma falda de la Sierra, en lo que se ha dado en llamar el barrio del Albaicín, nombre que según explica el lugareño, había sido una ocurrencia del preceptor de Gramática, D. Manuel Antonio Muñoz, que en lo tocante a asuntos como éste siempre encuentra valedores en alcaldes y regidores, en todo momento prestos a hacerle caso por la buena consideración en que lo tienen. ¡Bueno está!, se resigna Pedro, porque ni a él ni a su vecino Rodrigo, el zapatero, que no fueron a la escuela ni siquiera saben firmar, les van a pedir parecer en tales ocasiones.

Al oír la palabra moriscos Don Alonso había dado un respingo, y también Sancho. ¿Qué hacían por esta tierra? El molinero se encarga de aclararles su origen granadino, circunstancia que le hace fruncir el ceño porque aquello siempre le trae el recuerdo de la desgracia que se cernió sobre algunos vecinos que perdieron hijos en aquel reino cuando la leva los arrancó del hogar para ir a la guerra; un pariente suyo, y bien cercano, ya no regresó.

Pedro insiste en contar detalles sobre las ermitas a Don Alonso y a su criado y hace hincapié en dos: la de Veracruz, acabada en 1573 a expensas de la cofradía del mismo nombre, y la de Santa Ana, casi recién levantada extramuros del pueblo, allí por donde se inicia el Albaicín. Se ve que se siente a gusto hablando del tema, y acaba derivando en la Semana Santa, que no carece de sermones y procesiones, con mucha concurrencia de personal unos y otras, tanto la de la cofradía antedicha como la de la Madre de Dios. Acabar de oír esto Sancho y terciar en la conversación todo es uno. Se interesa por las cofradías y asegura a Pedro que si no fuera porque va de camino con su señor le pediría que lo condujera hasta los mayordomos y prebostes de ellas, y es que, como la cabra tira al monte, así él no puede olvidar que había sido muñidor de una de las tales cofradías que había en su pueblo.

Ante la atenta, y no exenta de sorpresa, mirada de Don Alonso, el molinero parece descansar en su plática, pero de inmediato retoma la palabra  e inquiere de los dos viajeros hacia dónde dirigen sus pasos. Le responden que a Puerto Lápice, lugar de mucho trasiego de gentes, donde uno lo mismo puede encontrar a soldados o frailes que a quienes van de paso desde las tierras de cierzo a las del mediodía, punto cardinal en el que muchos confluyen a ver si algo cae de lo que viene de las Indias o a embarcarse rumbo a ellas. ¿A las Indias?, reacciona Pedro. De aquí también partieron algunos hace ya tiempo. Uno de ellos fue Andrés Velázquez, del que se ha tenido noticia que ha vuelto de allí, como se dice, nadando en la abundancia; lo malo es que la enfermedad se ha cebado en él y, al ver cerca su fin, ha decidido hacer testamento: seis mil ducados ha dejado en manda para que se funde en Campo de Criptana un convento de carmelitas descalzos, algo de lo que mucho tiempo llevamos detrás en el pueblo, pero el definitorio del Carmen no lo autoriza.

Le recomienda al hidalgo, por lo que le había dicho de Puerto Lápice, que si lo que quiere es ver frailes, no hace falta que siga hasta allí, pues si toma el camino que sale del pueblo por la parte de abajo y lleva hasta el río Záncara llegará hasta el monasterio de San Benito, donde, sin duda, él y su compaña será bien atendidos. Y si es a gente de arriba, de la montaña y de cerca de la raya de Francia a quien quiere conocer, vizcaínos tenemos entre nosotros. Por estos días está  en la villa un tal Garay, que ha venido a cobrar el último plazo de la madera que trajo para la torre de la iglesia, y bien cerca de mi casa, en la calle del Granado, vive Antón Idiáquez, al que llamamos así, el vizcaíno, un trajinante que se ocupa en llevar a los pueblos de parte del reino de Toledo paños dieciochenos, vino y algunas cosillas más de poca monta.

Tras la presentación del libro (febrero de 1999).
Tercero por la derecha, Andrés Escribano;
primero por la izquierda, el cronista de Campo de Criptana .

Don Alonso, acuciado por la sed, recuerda que Pedro le había mentado el río Záncara. Pero no hace falta ir tan lejos, le indica el molinero, aparte de que no lleva agua todo el año, tan cierto es esto que el molino que hay junto a su cauce apenas puede moler cinco meses; ¡menos mal que están éstos, que si no ... ! Para beber, aconseja en tono solemne, tenemos bien cerca la fuente del Caño, y un poco más al Norte, por el camino que va a Villajos, la Poza del Cabrero, de abundante y rica agua. Incorporándose, Don Alonso señala a Sancho que ya es hora de levantar el vuelo, porque es preciso llegar a Puerto Lápice antes de que anochezca. Al oírlo Pedro les recuerda que no dejen de pasar por aquí a la vuelta, que seguro que lo encuentran en el molino; a lo mejor, para entonces ya se tiene Convento, que el Concejo está dispuesto a ceder la ermita de Santiago.


Así lo prometen caballero y escudero, que se ponen en marcha y van descendiendo hacia la fuente del Caño, desde donde, una vez saciada su sed, se dirigen a Alcázar por el Camino de las Peñas Rubias, dejando a un lado el molino Gambalúas y a otro el llamado Tardío. Al paso cansino del rucio y de Rocinante van recordando todo lo que sin concederse respiro, a veces atropelladamente, les ha ido relatando Pedro el molinero. Comenta Sancho que parece mentira que ni su señor ni él hayan casi tenido la oportunidad de intervenir en la charla, más monólogo que otra cosa, a lo que Don Alonso asiente - ¡con lo que uno y otro son para eso! - pero aconseja a Sancho no desesperar, que al regreso será la de ellos, que con la de aventuras que les ocurrirán por el camino no habrá para menos. Así lo ha de ser si Don Quijote lo anuncia, piensa Sancho al tiempo que se le iluminan los ojos, apenas visibles para protegerse del sol que abrasa el campo manchego.

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                     FRANCISCO ESCRIBANO SÁNCHEZ-ALARCOS

martes, 10 de noviembre de 2015

ANDANZAS, QUEHACERES, PERIPECIAS Y PERPLEJIDADES DE CRONISTA (Capítulo IV)


Japoneses, los excursionistas extranjeros
más numerosos en Campo de Criptana
Este capítulo merecería acortar su título y llamarse simplemente “peripecias y perplejidades de cronista”. Me explico. Hasta 2007 podían verse publicadas a través de www.campodecriptana.info las cifras de personas que visitaban Campo de Criptana, datos que yo utilizaba en clase de Geografía con mis alumnos del IES Isabel Períllán Quiros, por lo que me resultaban muy necesarios. Dado que desde 2008 ya no se hacían públicos, a principios de marzo de 2014 solicité esos datos a nuestro Centro de Iniciativas Turísticas, y puesto que mi petición no tuvo éxito me vi obligado a pedirlos por escrito pocas semanas después (20 de marzo) a la Junta de Gobierno Local de nuestro Ayuntamiento, con cuya negativa a dármelos me encontré por - me respondió el día 28 de ese mes literalmente – “estimar dicha información de carácter confidencial”, lo que a todas luces carece de toda lógica: unas cifras estadísticas son, o deben ser, públicas.
Fragmento de mi primer escrito a
la Junta de Gobierno Local
(2014)
Me vi obligado, por tanto, a pedir esos datos a la correspondiente Consejería de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha que sin problema alguno me los envió, advirtiéndome que desde el Ayuntamiento se me podrían haber facilitado. Cuando comprobé por la documentación recibida la cantidad de visitantes llegados  a nuestro pueblo que desde 2008 a 2013 habían sido registrados oficialmente, comprendí el recurso a la confidencialidad esgrimido con anterioridad por la Junta de Gobierno Local: en efecto, las cifras nada tenían que ver con la de 200.000 turistas al año proclamada oficialmente con reiteración. Lo ocurrido hasta entonces me llevó a publicar un escrito en el blog sobre historia local que yo tenía en www.campodecriptana.info gracias a la amabilidad que se me había brindado en tal página, escrito publicado el 1 de julio de 2014 bajo el título Las cifras del turismo.
Lo que sucedió después vino a chocar frontalmente con la idea que yo tengo de lo que debe ser una sociedad auténticamente democrática, en la que la libertad de expresión debe ser un derecho irrenunciable. El administrador de la página, según me comunicó él mismo, fue presionado para que mi escrito fuera eliminado, y así fue, mi escrito fue víctima de la censura y yo me enteré cuando abrí la citada página unos días después. A partir de entonces me creé mi propio blog y no volví a publicar en el anterior, razón por la que en él mi último artículo, ¿Monarquía? ¿República?, lleva fecha de 10 de junio de 2014. El artículo de la polémica puede leerse en mi blog con fecha 19 de julio de ese año.
La evolución de los acontecimientos posteriores queda bien reflejada en el escrito que remití a la Junta de Gobierno Local el 27 de marzo de 2015 y que transcribo a continuación:
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                                                                      Estimados/as   Sres./as.:
                                                       
            En la sesión plenaria celebrada por el Ayuntamiento de esta Villa el 9 de julio de 2014 el Sr. Alcalde, D. Santiago Lucas-Torres López-Casero, dijo  entre otras cosas, según recoge el acta de la misma, que        “… revisando el tema del Cronista Oficial de la Villa, resulta que no tenemos Cronista Oficial. En el acta nº 22/1988 se nombra un cronista oficial pendiente de ratificar por el Pleno, pero que está sin ratificar …”.
Tengo meridianamente claro que con anterioridad a la fecha mencionada de 2014 se había estado tratando de encontrar en el archivo municipal documentación sobre el nombramiento de cronista oficial de Campo de Criptana; en efecto, pocos días antes de la celebración del pleno del 9 de julio, el funcionario de Secretaría del Ayuntamiento criptanense, D. Antonio Cedenilla, me llamó por teléfono tres veces en un corto espacio de tiempo preguntándome cuándo se me había nombrado cronista oficial de esta Villa pues estaban buscando el nombramiento y no lo encontraban. Como es lógico, le facilité los datos sobre los que se interesaba. Así pues, no hay duda de que se estaba investigando acerca de mi nombramiento como tal cronista. Ruego, por tanto, se me aclare cuál fue el motivo de la investigación que se estaba realizando.
Fragmento de mi segundo escrito
a la Junta de Gobierno Local
(2015)
Entiendo que si en el asunto que estoy tratando existía un problema, llamémoslo burocrático-administrativo (la dicha ratificación), de la forma más rápida posible se me debería haber comunicado; parece esto lo más razonable y no tener que enterarme de ello por otras vías. Han pasado más o menos nueve meses desde aquel Pleno y en ningún momento nadie del equipo de gobierno municipal se ha dirigido a mí para hacerme ningún comentario sobre este tema, hecho este que resulta más que extraño e injustificable.
Al respecto he de poner en conocimiento de Vdes. que la Asociación Española de Cronistas Oficiales, en el Congreso que celebró en Ciudad Real en 1989, me hizo entrega de un diploma fechado a 14 de octubre de ese año, en el que  se me otorgaba el Título  acreditativo de mi pertenencia a tal Institución pues cumplía los requisitos que preceptúan sus Estatutos, entre ellos – según puede leerse en dicho Título - el acuerdo del “ayuntamiento pleno” de Campo de Criptana. Por otra parte, tras el Congreso de la Asociación celebrado en Oviedo en septiembre de 2014 he recibido el documento acreditativo de mi pertenencia a la Asociación a lo largo de 25 años.
Pero, si se prefiere, déjese aparte lo manifestado en el anterior párrafo, y situémonos en la hipótesis que planteaba el Sr. Alcalde: no hay tal ratificación de mi nombramiento en un Pleno. Ese hipotético hecho, de ser cierto, debería achacarse ni más ni menos que a un fallo administrativo (¿olvido tal vez?), pues el Ayuntamiento criptanense siempre, desde julio de 1988, me consideró Cronista Oficial de esta Villa; si esta consideración aludida por parte del Ayuntamiento no hubiese sido cierta - y por citar uno solo de los muchos hechos que la confirman y atestiguan a lo largo de más de un cuarto de siglo - el Ayuntamiento no habría apoyado e, incluso, patrocinado que el Congreso de la antes citada Asociación que tuvo lugar en octubre de 1989 en Ciudad Real celebrara una de sus jornadas de trabajo en Campo de Criptana y, por cierto, con su Cronista Oficial al frente (del libro de actas de aquel Congreso, una vez éstas publicadas, nuestro Ayuntamiento recibió el correspondiente ejemplar y debe estar en su poder).
                                                                                                
Por consiguiente, si aquel trámite no se cumplió, ¿qué problema ha tenido el equipo de gobierno municipal actual para no proceder a la ratificación del nombramiento? ¿Acaso no he cumplido con la labor de difundir a lo largo de los años los valores históricos, culturales, etc., de nuestro pueblo? En este sentido, les recuerdo que en 1976 me encontré con un archivo histórico municipal desorganizado, olvidado, convertido en un pequeño rincón marginado de la Casa Consistorial, que durante años lo fui ordenando, organización que a lo largo del tiempo ha ido permitiendo la publicación de retazos de nuestro pasado como pueblo en forma de artículos, libros e, incluso tesis doctorales de diferentes historiadores, aparte de las diferentes publicaciones que llevan mi firma, de cuyo listado, si es de su interés, puedo, cuando lo estimen conveniente, adjuntarles una copia.
Por lo tanto, les ruego:
1.- Me aclaren, como adelantaba más arriba, cuál fue el motivo de la investigación que se estaba realizando en julio de 2014 sobre mi condición de Cronista Oficial de Campo de Criptana.
2.- Me comuniquen,  si es que no existe prueba documental de la ratificación, si me consideran con los méritos suficientes para que el nombramiento que en julio de 1988 el Ayuntamiento de Campo de Criptana hizo a mi favor como Cronista Oficial sea ratificado por el Pleno de la actual corporación municipal criptanense.
3.- Me concreten, si consideran que no ha lugar para la ratificación, cuáles son los motivos que se tienen en cuenta para denegarla.
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Primera página de mi artículo
publicado en la revista de
Feria de 2015
He de aclarar que hasta el día de hoy no he recibido respuesta alguna a este escrito, pese a lo cual mi colaboración con el Ayuntamiento ha continuado siempre que he sido requerido para ello, de lo que, refiriéndome sólo a 2015, son ejemplos mi participación en la corrección de los textos de los paneles expuestos en el Museo “El Pósito” relativos a la historia de Campo de Criptana y mi artículo aparecido en la revista de la Feria y Fiestas. Por otra parte, es necesario reseñar que el nuevo alcalde, Antonio Lucas-Torres, en más de una ocasión se ha referido en público al tema del Cronista Oficial y a su voluntad de dar una solución a un problema que, ciertamente, este Cronista no ha creado; concretamente, en la sesión plenaria del Ayuntamiento celebrada el 23 de julio, en el turno de ruegos y preguntas, según recoge el acta en relación con una de las intervenciones de Antonio Lucas-Torres, puede leerse:

“En cuanto al Cronista Oficial (…) apenas hace un mes clausuró el curso escolar en el Instituto de Educación Secundaria “Isabel Perillán y Quirós”, donde es profesor D. Francisco Escribano, hizo pública allí la intención del Pleno de hacer oficialmente su nombramiento como Cronista Oficial. A partir de septiembre se hablará con la Secretaria para hacerlo viable”.

Lo que hay que añadir al respecto, por mi parte, es que se agilicen los trámites, sea cual sea el sentido de éstos, pues ya se han alargado demasiado. De cuanto acontezca a partir de ahora tendré informados a mis fieles lectores.

     FRANCISCO ESCRIBANO SÁNCHEZ-ALARCOS






 




viernes, 6 de noviembre de 2015

ANDANZAS, QUEHACERES, PERIPECIAS Y PERPLEJIDADES DE CRONISTA (Capítulo III)

Almodóvar del Campo, 1995.
En primer término a la derecha el Cronista
de Campo de Criptana
En el capítulo anterior rememoraba el Congreso Nacional de Cronistas Oficiales de 1989. De nuevo en 1995 Ciudad Real fue sede para la reunión anual de este colectivo, en este caso el Congreso XXI, que celebró sesiones en Valdepeñas, Viso del Marqués, Manzanares, Almagro, Tomelloso, Puertollano, Almodóvar del Campo y en la propia capital. Otro de los congresos que merece la pena recordar es el que tuvo lugar en 2005 en Córdoba, a cuya alcaldesa, Rosa Aguilar, tuve el honor de entregar un recuerdo de Campo de Criptana por encargo de nuestro alcalde, Santiago Lucas-Torres.  
XXXI Congreso (Córdoba, 2005).
Foto "de familia" de los Cronistas asistentes
Asimismo en 2001 y en 2005 participé en los Congresos Internacionales de Molinología celebrados en Alcázar de San Juan, en los que defendí los valores de nuestros molinos de viento, como defendí igualmente en esa localidad vecina los valores cervantinos de Campo de Criptana en las Jornadas que sobre Miguel de Cervantes se celebraron en noviembre de 2014.
Vista parcial del Archivo Histórico Municipal
de Campo de Criptana (1999)
Entre la asistencia a esos congresos – cuando mi trabajo y otras obligaciones me lo permitían – y el cumplir con mi profesión de docente en nuestro Instituto, continuaba con las tareas de cronista local. Recuerdo que mi intervención en el Archivo Histórico Municipal criptanense se remonta a 1976. Hoy el aspecto que presenta es muy diferente al que me encontré.  Por entonces la situación en que se encontraba era la de un auténtico cuarto trastero del anterior edificio del Ayuntamiento, junto a la sala de concejales, y de muy pequeñas dimensiones (si digo 11 metros cuadrados no estaré muy lejos de la realidad). Los documentos estaban ordenados de forma cronológica, si bien había errores de colocación por una mala lectura de algunos documentos. No estaban guardados en cajas, sino que algunos simplemente estaban atados en paquetes sin protección, otros tenían como única protección un papel que envolvía el paquete, y había otros que tenían unas pastas de cartón atadas con cintas o cuerdas.
1982
El polvo que cubría los documentos era el verdadero protagonista. En un principio no había siquiera mesas para trabajar –tampoco había espacio para ello -, sólo alguna silla desvencijada. Hasta 1982-1983 se ordenó cronológicamente y se hizo un fichero año por año. En ese momento se consideró “histórica” toda la información que había hasta 1939. La idea era que en el futuro más o menos inmediato el fichero que se iba confeccionando fuera reformado para que estuviera más presentable, así como que cada cierto número de años la cantidad de documentos fuera creciendo al ir pasando expedientes desde el archivo general municipal.
1982
Una vez hecha tal ordenación, como digo en unas condiciones físicas "imposibles” por la estrechez del local y la abundancia de documentación, siendo el concejal encargado del Archivo Gregorio Quirós (era la legislatura municipal 1979-1983), y con el apoyo e interés también de otro concejal, Rafael Olivares, se adquirieron las cajas con el lomo rojo, que hoy todavía existen, para guardar los documentos, con lo cual mejoró notablemente el aspecto del Archivo aparte de que aquéllos estaban mejor protegidos. Durante la legislatura 2003-2007 la documentación fue trasladada, también con mi participación, a una habitación de la planta baja del edificio de la Casa de Cultura y fueron numeradas aquellas cajas que aún no contaban con su número correspondiente. En este periodo se fue informatizando el viejo fichero, tarea en la que colaboré con el informático Fernando Calonge, que continúa hoy digitalizando la documentación; al mismo tiempo a los documentos se les dotaba de la presentación que aún hoy tienen en sus respectivas cajas o legajos. Posteriormente el Archivo se trasladó a la planta superior del citado edificio; la documentación está guardada en armarios-estantería especiales adquiridos por el Ayuntamiento.
1999
En cuanto a trabajos míos sobre nuestra historia local (algunos aparecen en la información gráfica de esta entrega), aparte de lo avanzado ya en el primer capítulo de esta serie, hay que señalar que son numerosos y variados: artículos en prensa, libros, textos diversos - para exposiciones, libros de fotografía, guías turísticas, revistas de Semana Santa, de Feria, El Albaicín Criptano, Effetá (unos 70 artículos en ésta), etc., etc.-. De todo ello quiero evocar en este momento el primer artículo, que, publicado en el diario LANZA de Ciudad Real – era el año 1981 -, trataba de los orígenes de la festividad del Cristo de Villajos, y como algo curioso quiero recordar mi colaboración en una obra promovida por quien regentaba y regenta La Casa de la Torre de El Toboso; la obra era El Quijote entre todos (1999) y yo me encargué de redactar, en clave criptanense, el famoso capítulo VIII de la primera parte.

Los molinos de viento del Campo de Criptana
a mediados del siglo XVIII (2000)
Para terminar, y puesto a recordar, no puedo evitar traer a colación lo publicado conjuntamente con algunos de mis alumnos de los Cursos de Historia Local de la Universidad Popular,  cursos en los que me propuse como uno de los objetivos conseguir que los alumnos fueran auténticos aprendices de historiador e hicieran sus pinitos en esto de contar la historia de Campo de Criptana. Así surgió parte del contenido del número 7 de El Albaicín Criptano, que rememoraba lo ocurrido en torno a una fecha muy significativa en la historia de España como fue 1898, y también la obra Estudios sobre el Campo de Criptana de la primera mitad del siglo XIX. Justo es enumerar aquí los nombres de aquellos alumnos: Pedro A. Manzaneque, Julia Mª Muñoz Alarcos, Manuel Sánchez-Carrillejo y José Ángel Muñoz.
2008
                  
Campo de Criptana,
una villa "serrana" en la llanura manchega
2012











1998

1999











        

  FRANCISCO ESCRIBANO SÁNCHEZ-ALARCOS












miércoles, 4 de noviembre de 2015

ANDANZAS, QUEHACERES, PERIPECIAS Y PERPLEJIDADES DE CRONISTA (Capítulo II)

Fragmento de la Memoria del XVI Congreso
de Cronistas Oficiales
En el capítulo anterior evocaba el XVI Congreso Nacional de Cronistas Oficiales de España desarrollado en nuestra provincia entre el 11 y el 14 de octubre de 1989, al que me referiré más en detalle a través de estas líneas. Además de la capital provincial otros pueblos fueron el telón de fondo de las actividades: Almagro, Villanueva de los Infantes, Valdepeñas y, como sabemos, Campo de Criptana.
Portada de la edición
de las Actas del XVI Congreso
En nuestro pueblo me correspondió el honor de presentar en el Salón de Plenos de la Casa Consistorial a mis compañeros y compañeras cronistas al alcalde y concejales asistentes, que al parecer estaban seguros de haber cumplido todos los trámites necesarios para mi nombramiento como cronista (perdóneseme la ironía). Posteriormente tuvo lugar una sesión de trabajo en la Casa de Cultura, consistente en la presentación de diversas ponencias y comunicaciones por algunos de los participantes en el congreso. El conjunto de estas intervenciones, así como las producidas en el resto de las localidades citadas, fueron editadas en un grueso volumen de más de 500 páginas, del que un ejemplar tuve el honor de entregar poco tiempo después, como recuerdo del congreso, a Joaquín Fuentes, el alcalde de entonces, ejemplar que supongo se conservará en la alcaldía.
Portada del programa de mano
de la jornada del 13 de octubre
en Campo de Criptana
Tras el trabajo vino el descanso y la comida en la planta sótano del Casino Primitivo, comida que fue posible gracias a la colaboración, no sólo económica, de nuestro Ayuntamiento y de diversas empresas, algunas hoy desaparecidas (por ejemplo, Honesta Manzaneque S.A. o Pier-Glas) y otras que permanecen en funcionamiento, tales como Terraza Las Musas y Bodegas Vidal del Saz, entre otras. En la preparación y distribución de la comida el protagonismo fue de los integrantes de la Junta Directiva de la Asociación de Hidalgos Amigos de los Molinos. En ese tiempo yo era el secretario de dicha Junta e impliqué por completo a la Asociación, que incluso editó un programa de mano que recogía los diversos actos de aquél día, 13 de octubre, y cuya valiosa colaboración siguió por la tarde en la visita a la Sierra de los Molinos, que resultó muy del agrado de los congresistas. Mi agradecimiento a mis excompañeros y excompañeras de Asociación permanece hasta la actualidad.
Modelo de título de Hidalgo de Honor entregado
a cada uno de los Cronistas participantes en el Congreso
Los congresistas, a cada uno de los cuales nuestra asociación molinera otorgó el título de Molinero (a) de Honor, quedaron muy satisfechos de la visita a esta villa, lo que quedó reflejado en los artículos que posteriormente publicaron en distintos medios de comunicación de sus pueblos, ciudades y provincias. La atención que aquí se les prestó contribuyó, por tanto, al fomento del conocimiento de Campo de Criptana y de sus atractivos de todo tipo: aquellos actos significaron una nada despreciable promoción turística de nuestro pueblo, algo de lo que tanto se habla ahora pero que no se ha inventado ahora.
Hablaba más arriba de la sesión de trabajo en la Casa de Cultura. En ella presenté como Cronista criptanense una comunicación, que titulé EL CAMPO DE CRIPTANA CERVANTINO y que, lógicamente, está incluida en el tomo ya citado. Su contenido – nuestra villa cuando vivió Cervantes y escribió su Quijote -, ampliado, corregido y mejorado gracias a las investigaciones que he seguido realizando a lo largo de los años, en lo fundamental es bien conocido por las personas que hayan seguido mis publicaciones o asistido a las sucesivas charlas que he pronunciado en no pocas ocasiones sobre el tema citado u otros similares, razón por la que no voy a incidir ahora en su contenido. Sí voy a finalizar este capítulo con las últimas líneas de aquella intervención (recuérdese, ocurrida en octubre de 1989):
El Pósito hacia 1989


El Pósito hacia 1989
El Pósito hacia 1989
“… Quiero acabar haciendo una reflexión sugerida por el estado actual de los restos materiales que en Campo de Criptana se conservan de la época en que fue escrita la inmortal novela sobre el ingenioso hidalgo manchego. Unos realmente ya no existen por obra de la barbarie y de la incultura (…) Otros han ido perdiéndose por la acción del tiempo y de la falta de cuidado del hombre, caso de la ermita de la Vera Cruz, en la que por cierto últimamente se han hecho obras de reparación de la cubierta, pero ¡asómbrese el lector!, sustituyendo en parte la tradicional teja curva árabe por planchas de fibrocemento, lo que se conoce vulgarmente como uralita. Algún otro, como el Pósito, está en trance de perderse si no se pone remedio inmediato; es verdad que la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha lo va a declarar “Bien de Interés Cultural”, pero se encuentra con el escollo de que es un inmueble de propiedad privada, y hay que desear que los intereses particulares y la burocracia no impidan la conservación adecuada de lo que es un elemento importantísimo de la memoria histórica de Campo de Criptana. Ante la falta de respeto por lo que son las fuentes del conocimiento de nuestro pasado, un modesto Cronista Oficial de su pueblo lo que puede hacer únicamente es llamar la atención de todos los conciudadanos y especialmente de las autoridades – y no sólo de las locales – para evitar la destrucción de tantos y tantos monumentos; es ésta una labor en la que llevo mucho tiempo y en la que tendré que seguir porfiando pues motivos hay para ello”.
                       FRANCISCO ESCRIBANO SÁNCHEZ-ALARCOS
     



lunes, 2 de noviembre de 2015

ANDANZAS, QUEHACERES, PERIPECIAS Y PERPLEJIDADES DE CRONISTA (Capítulo I)

En este blog algunos escritos han centrado su atención en la problemática del cronista oficial de este pueblo. Bien está que se conozca todo lo que rodea a esta figura, que podemos considerar honorífica pues no es una tarea retribuida económicamente ni es un puesto incluido en la plantilla laboral de un ayuntamiento. Comienzo ahora una breve serie sobre el tema.
En los primeros meses de 1988 un grupo de cronistas oficiales de distintas poblaciones de la provincia de Ciudad Real estaban organizando para 1989 el Congreso anual de la Asociación Española de Cronistas Oficiales, que ellos querían que tuviese por escenario nuestra provincia; aunque el centro del mismo sería la capital, su deseo es que algunas localidades ciudadrealeñas, entre ellas Campo de Criptana, fuesen también escenario de algunas jornadas.
Título de miembro de la AECO, recibido
 en el Congreso de Ciudad Real (1989)
El problema era que Campo de Criptana no contaba con un cronista nombrado por la Corporación municipal, lo que motivó que en entrevista con el alcalde criptanense solicitaran a éste que nuestro ayuntamiento cumpliera el trámite oportuno. Con ese fin, a mediados de 1988 el alcalde de Campo de Criptana, Joaquín Fuentes Ballesteros,  me comunicó la idea del equipo de gobierno del Ayuntamiento de Campo de Criptana en el sentido de nombrarme Cronista Oficial de esta Villa, en lo que debió influir mi condición de historiador y el hecho de que por mi parte había ido   publicando en algunos medios de comunicación artículos sobre nuestra historia local después de que desde 1976 estaba organizando, por iniciativa propia y de forma desinteresada, el Archivo Histórico Municipal e investigando nuestra historia local a partir del mismo.
Título renovado cuando a la denominación
de la Asociación se añadió Real (RAECO), 2008.
Acepté la proposición, si bien a renglón seguido le pregunté a Joaquín qué era lo que yo tenía que hacer como tal cronista pues yo tenía ni idea de lo que eso podía suponer. Las dudas sobre la función del cronista pronto se disiparon una vez que entré en contacto con la Asociación citada. Era preceptivo que el ayuntamiento me otorgara el nombramiento a través de la Comisión de Gobierno y quedara ratificado por el Pleno municipal. Y así ocurrió, de manera que en Ciudad Real el 14 de octubre de 1989, en el transcurso del XVI Congreso de la Asociación Española de Cronistas Oficiales, me fue entregado el título acreditativo - aquí reproducido - de mi pertenencia a ésta, toda vez que yo era el Cronista Oficial de Campo de Criptana “según acuerdo de su Ayuntamiento Pleno”, tal como consta en él.
Reconocimiento de mis 25 años como miembro
de la RAECO, recibido en el Congreso celebrado
en Oviedo (2014)
El alcalde criptanense en la anterior legislatura, Santiago Lucas-Torres, dijo en un Pleno en el mes de julio de 2014 que mi nombramiento no estaba ratificado, afirmación que se contradice con lo que puede leerse en el título referido. Dado que si hubiera sucedido tal como había proclamado Santiago, la Asociación habría mentido por escrito, cosa que sería una barbaridad y, desde luego, increíble, habrá que suponer que nuestro Ayuntamiento en algún momento comunicó a la Asociación la ratificación de mi nombramiento. ¿En qué momento? Si la Comisión de Gobierno me nombró en julio de 1988 y mi título de miembro de la Asociación es de octubre de 1989, entre esas dos fechas debió tener lugar el Pleno en que se me ratificó. Localícese el acta, pues.
Algunos de los cronistas
que causamos alta en la Asociación en 1989
Vayamos ahora a lo que para mí ha supuesto ser cronista de mi pueblo. Según el Diccionario de la Real Academia Española, cronista es el “autor de una crónica, o el que tiene por oficio escribirlas”, y crónica se define etimológicamente como “libros en que se refieren los sucesos por orden del tiempo”, y entre otras acepciones tiene la de “historia en que se observa el orden de los tiempos”. En cuanto a lo que debe ser el quehacer del cronista, en los Estatutos de la Asociación a que pertenezco puede leerse lo siguiente:

Cronistas en la Diputación de Ciudad Real (1989).
El de Campo de Criptana, en tercera fila primero por la derecha

La labor que realizan los Cronistas Oficiales de los pueblos, villas, ciudades y provincias de España ha sido reconocida meritoria y trascendente. La figura del Cronista tiene una honda raigambre histórica y tradicional en la vida local española. A los Cronistas Oficiales les está atribuida la redacción de la Crónica Local, en la que se comprenden los hechos y sucesos pasados y presentes que por su importancia e interés deban registrarse en la historia de cada pueblo, villa o ciudad. Pero al Cronista le corresponde también asesorar e informar, investigar, promocionar y defender los valores históricos, artísticos, urbanos, paisajísticos y humanos de su localidad. Es una labor constante, difícil y oscura que ha producido magníficos frutos. Y ello, a pesar de que el trabajo de los Cronistas Oficiales se ha tenido que realizar hasta ahora de un modo personal, aislado, carente de ayudas; por lo cual, muchos esfuerzos han resultado baldíos o los resultados obtenidos no están en relación directa con el trabajo realizado”.

Portada del libro publicado en 1989
En lo que respecta a mi labor, sin tratar de ser exhaustivo en el detalle, he contribuido y estoy contribuyendo al conocimiento de la historia criptanense. En 1976 y años siguientes, con la colaboración de alguna persona  en ciertas ocasiones, ordené la documentación del Archivo Histórico y redacté un fichero que ahora está informatizado. Mis colaboraciones y artículos en periódicos y en revistas de Feria, Semana Santa, Cofradías, etc. superan el centenar, y sus contenidos, aunque no se cita la fuente – cosa que debería hacerse por aquello de la propiedad intelectual -, están en parte reproducidos en publicaciones de todo tipo. Se me han editado varios libros sobre este pueblo, el primero en 1989 (Campo de Criptana en la época de los Austrias), tengo tres que permanecen inéditos y actualmente trabajo en otros dos que ojalá corran mejor suerte que esos tres. Por otra parte, durante más de una década he impartido Cursos de Historia Local en la Universidad Popular de la Casa de Cultura.
Uno de los dibujos de
Andrés Escribano que ilustraban
el libro de 1989
Y en cuanto a la defensa de los valores históricos, artísticos, urbanos, etc., de nuestra localidad, algo ha hecho y está haciendo también este cronista. Mencionada queda la actividad referente a la conservación del patrimonio documental del Archivo Histórico. En otro orden de cosas, y ahora que se habla tanto de la conservación del tipismo urbanístico, debo recordar que en el curso académico 1987-1988 dirigí a un grupo de alumnos y alumnas de Geografía de 2º de B.U.P. del Instituto de Campo de Criptana en la realización de un estudio sobre el paisaje de 44 vías urbanas que integran en gran manera el barrio de El Albaicín; la conclusión del trabajo era previsible: el tipismo urbanístico criptanense en su mayor parte había pasado a mejor vida. Pero ese estudio dio pie a la realización de actividades como alguna que otra mesa redonda celebrada en el transcurso de algunas ediciones de la Semana Cervantina y contribuyó al impulso de un debate sobre el tema que llega hasta la actualidad.

Acabo con otro de los componentes de mi actividad, por no extenderme más: la defensa de la conservación del patrimonio monumental como fuente de conocimiento histórico. En este sentido, y sin tocar el tema de los molinos de viento – que daría para mucho espacio -, me centro en el fin de estas líneas en dos edificios muy importantes. Uno es la iglesia del antiguo Convento de Carmelitas Descalzos, en la que en 1993 se llevó a cabo una campaña de restauración en la que me vi muy satisfactoriamente involucrado, igual que  en las obras de rehabilitación inauguradas en 2009. El otro edificio es El Pósito, cuyo deplorable estado me llevó a promover en torno a 1985 una campaña de concienciación ciudadana y cara el Ayuntamiento, lo cual dio su fruto y acabó en la década siguiente en su restauración, que hoy disfrutamos.   
           
      FRANCISCO ESCRIBANO SÁNCHEZ-ALARCOS