Tal
como había anunciado a mis lectores, el pasado 27 de mayo ofrecía en la Casa de
Cultura la charla sobre los MOLINOS DE
VIENTO DE CAMPO DE CRIPTANA, que comencé refiriéndome a su importancia para
nuestra villa, de la que son un destacado punto de referencia y tienen por sí
mismos tal trascendencia que desde 2002 ellos y el terreno en que se asientan
están declarados Bien de Interés Cultural con categoría de Sitio Histórico (Decreto
63/2002, de 30 de abril de 2002, D.O.C.M. nº 54, de 3 de mayo de 2002).
De su importancia se deriva la necesidad de conservarlos en el
mejor estado posible, sean o no de los llamados auténticos, históricos, o sean
de construcción muy reciente. Conservación que implica protección en todos los
sentidos, también protección visual, condición que muchas veces no se cumple
dando lugar a un problema grave, una asignatura que tenemos pendiente en Campo
de de Criptana para con estos monumentos, a pesar de que desde hace algunos
años la situación ha mejorado.
También
en la introducción a la charla hacía gala de mi “amistad” con los molinos de
viento de mi pueblo, corroborada por mis actitudes y actuaciones en su favor a
lo largo de los años. Quien suscribe, que durante años pagó la cuota
establecida para ser miembro de la Asociación de Hidalgos Amigos de los
Molinos, sabe muy bien que no es necesario ese pago para proclamar a los cuatro
vientos – nunca mejor dicho - que es amigo de los molinos y seguirá siéndolo
…,¡y muy amigo!, puedo asegurarlo a mis lectores.
Por
ello agradecí enormemente a las amigas y amigos de Korova la oportunidad de
hablar al público asistente, entre amigos, de mis queridos amigos los MOLINOS
DE VIENTO DE CAMPO DE CRIPTANA, monumentos – le decía a ese público - que
todavía hoy son unos grandes desconocidos, no sólo para quienes siendo de otros
lugares no han venido aún a visitarlos, sino también para muchos criptanenses,
en este caso especialmente en su aspecto histórico.
Continuaba
mi intervención dejando claro que esos molinos no son patrimonio de nadie en
concreto, sino que son patrimonio de todo un pueblo, y todos, como pueblo,
podemos opinar y proponer lo que nos parezca mejor en todo lo que concierne a
los molinos de viento criptanenses, para los que hay quienes desean - yo entre
ellos - que lleguen a ser declarados Patrimonio de la Humanidad.
Fragmento del Libro de rentas del Ayuntamiento (1545) |
Los libros de rentas conservados del ayuntamiento criptanense de
la primera mitad del siglo XVI dejan claro que por entonces ya había y se
seguían construyendo. Esto está probado para los años cuarenta de ese siglo, y
sobre años anteriores se abrió una línea de investigación resultado de la cual
probablemente veremos cómo esa fecha de antigüedad podrá ser superada.
A veces se dice, y así está escrito en algún folleto turístico,
que en Campo de Criptana en el siglo XVI había 34 molinos. Lo cierto es que de
momento no sabemos cuántos había en ese siglo. La realidad es que en las
llamadas Relaciones de Felipe II (1575), en su respuesta 23ª, se indica
que los vecinos de esta villa iban a moler al Guadiana, a dos, tres y a veces
hasta nueve leguas, y también al Gigüela; incluso había veces en que se iba a
moler al Tajo y al Júcar, hasta catorce leguas de distancia. Pero ya en la
misma respuesta se afirma que había en la Sierra, junto a la villa, “muchos
molinos de viento”.
Fragmento de la respuesta 23ª de la Relación de Campo de Criptana (1575) |
Es decir, en la segunda mitad del siglo XVI ya nos encontramos el norte de la localidad poblado abundantemente de molinos, los que tal vez conoció Cervantes o tuvo noticias de ellos; es un dato que parece corresponderse con una mayor demanda de molienda y, por tanto, con un volumen de las cosechas en crecimiento en tiempos en que la población había ido aumentando.
La información más completa es ya de mediados del siglo XVIII. La
proporciona el Catastro mandado hacer por el marqués de la Ensenada,
Zenón de Somodevilla, de todas las riquezas de las provincias de Castilla, en
su intento de implantar la única contribución, proporcional a las riquezas de
cada individuo.
La parte correspondiente a Campo de Criptana está fechada en 1752.
Se divide en dos capítulos: el Interrogatorio General (respuestas a un
cuestionario) y la ficha correspondiente a cada vecino, en la que, entre otros
aspectos, se detallan las propiedades de cada uno.
Según la respuesta 17ª del Interrogatorio general los molinos eran
34, aunque a la hora de ir enumerándolos sólo son citados 33. Sin embargo,
manejando las fichas de los vecinos se comprueba que eran 34 en 1752; el que
falta en el Interrogatorio es el llamado Pantano.
Los 34 estaban edificados en
la mitad septentrional del término municipal, 17 al Oeste de la carretera
del Cristo de Villajos y 17 al Este de
la misma.
Fragmento de la respuesta 17ª del Interrogatorio General de Campo de Criptana (Catastro de Ensenada, 1752) |
La parte del término municipal de Campo de Criptana donde hubo y hay molinos de viento |
Veamos, pues, cuáles eran y los parajes (remarcados en rojo sobre los fragmentos del Mapa Topográfico Nacional que se insertan) en los que se situaban aquellos 34 molinos registrados en el Catastro de Ensenada.
Paraje de El Pico
El Pico o Pico de la Solana es el extremo oeste de la Sierra de Criptana, al noroeste del casco urbano, y llega al límite con el término de Alcázar. El paraje está junto al Camino del mismo nombre, y en la plataforma que lo corona se ve lo que queda hoy de dos molinos, Lagarto – más al Oeste - y Carcoma – más al Este -.
Camino del Pico y dicho paraje al fondo |
Molino Carcoma |
Está también cerca del límite con el término de Alcázar, algo más al Sur que El Pico, junto al Camino llamado así, de los Siete Molinos y partido por el Carril de Tribaldos.
Allí estuvieron los molinos Calvillo, Beneficio, Valera, Ranas, Guizepo, Quimera y Pantano.
Molino Calvillo |
Molino Beneficio |
Molino Guizepo |
Molino Pantano |
Todavía hay restos de alguna cueva. Téngase en cuenta que, por lo general, cada molino tenía a pocos metros una pequeña construcción, llamada cueva, que servía para guardar todo lo que podía necesitar para su trabajo el molinero y también para resguardo del molinero y de sus clientes, así como de sus caballerías.
Está un poco más cercano al casco urbano, también junto al camino de los Siete Molinos, al Sur del mismo. En él se levanta un pequeño cerro – el Cerro Cebadal -, en cuya cima se aprecian vestigios del molino Cebadal.
Molino Cebadal |
Paraje de la Ribera de los Tres Molinos
Es una pequeña plataforma elevada al norte del Camino del Pico, extendida horizontalmente junto al mismo.
Los tres molinos que allí hubo, de Oeste a Este, eran el Huerta Mañana, el Zaragüelles y La Cana.
Muy cercano al pueblo, junto al Camino de la Era del Monego, que es el más cercano a la carretera de Alcázar. Allí estuvo el molino Condado.
Posible ubicación del Molino Condado |
Molino Gambalúas
También muy próximo al casco urbano, entre el Camino del Pico al Norte y el Camino de los Siete Molinos al Sur, y junto a la era de Treviño, estaba el Gambalúas, una palabra procedente de la vasca “ganbelua”, que significa hombre alto, desgarbado.
Igualmente a muy pocos metros del casco urbano, entre el inicio del Camino del Pico, la calle San Isidro y el arranque de la Carretera del Cristo, se situaban estos dos molinos. Se trata de un paraje muy alterado por la acción humana con vertido de escombros en su momento, por lo que difícilmente se podría encontrar en la superficie algún rastro de molino.
La Sierra de los Molinos
Es La Sierra de los Molinos el punto más conocido para la mayoría de la gente, que lo identifica con el lugar propio de los molinos de Campo de Criptana, como si no los hubiera habido también en otros parajes. De parte de los molinos que hubo en ella no podemos ver ni rastro porque ese paraje fue escombrera hasta que ésta se situó no muy lejos de la ermita de San Isidro, y cuando aquélla se selló el terreno fue cubierto con tierra que se extrajo de donde se estaba levantando el primer polígono industrial.
Lo he dividido en tres sectores según los caminos tradicionales, los de siempre, pues esto también ha sufrido alteración con el tiempo, y bien recientemente. Incluye 17 molinos:
Sector I: Horno de Poya, Pereo, Poyatos, Paletas y Castaño.
Ubicación del Molino Horno de Poya |
Cueva del Horno de Poya |
Molino Paletas |
Molino Castaño |
Cueva del Molino Castaño |
Molino Burillo |
Ubicación del Molino Charquera |
Restos del Molino Alambique |
Restos de la cueva del Molino Tahona |
Molino Infanto o Infante |
Cueva del Molino Infanto |
El Molino Burlapobres o Burleta en los años 80 del siglo XX |
El Molino Burleta restaurado |
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Bien, ya van citados 34 , pero hubo más, como mínimo dos más que
no incluye el Catastro de Ensenada.
Al Norte de la carretera CM-310, que conduce de Alcázar de San Juan a Miguel Esteban y Quintanar de la Orden, junto al Camino del Molino Hundido – nombre que lo delata – estuvo el que he dado en llamar Molino de Baíllo.
En 1701 y en 1703 la documentación de tipo notarial y judicial de
nuestro Archivo Histórico Municipal presenta al Conde de Cabezuelas – de ahí el
nombre que le he asignado - como propietario de un molino de viento sito en la
Vega de Villajos, molino que en esos años citados era arrendado a vecinos de
Alcázar de San Juan.
Este molino posiblemente es del que quedan algunos restos en lo alto de un pequeño cerro junto al camino antes aludido.
Al Norte de la carretera CM-310, que conduce de Alcázar de San Juan a Miguel Esteban y Quintanar de la Orden, junto al Camino del Molino Hundido – nombre que lo delata – estuvo el que he dado en llamar Molino de Baíllo.
Sector del término municipal en que estuvo el Molino de Baíllo |
Este molino posiblemente es del que quedan algunos restos en lo alto de un pequeño cerro junto al camino antes aludido.
En segundo lugar me refiero a El Sardinero, el molino del Cerro de la Paz, restaurado en 1998 por la Escuela
Taller “Molino de viento”, dirigida por D. José Antonio Sánchez Calatrava.
El Molino Sardinero |
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Hecho el repaso a esos entre treinta y cuarenta molinos que diría
Miguel de Cervantes, vamos con la realidad actual.
El hoy está constituido por los diez molinos que se conservan en pie, de ellos nueve en la denominada Sierra de los Molinos y uno en el Cerro de la Paz (¡0jo!, no es la misma cosa una y otro a pesar de lo que algunas veces vemos escrito). Es una imagen que desde distintos puntos de vista resulta muy conocida.
El hoy está constituido por los diez molinos que se conservan en pie, de ellos nueve en la denominada Sierra de los Molinos y uno en el Cerro de la Paz (¡0jo!, no es la misma cosa una y otro a pesar de lo que algunas veces vemos escrito). Es una imagen que desde distintos puntos de vista resulta muy conocida.
¿Cómo se explica el paso de los treinta o cuarenta a tres? Hace
poco oía explicar que el motivo del descenso era la guerra civil iniciada en
1936. No es admisible pensar que en 1936 había 34 molinos en funcionamiento y
tres años después sólo tres; por lo demás, echando mano de la documentación
disponible podemos comprobar la
disminución paulatina:
En 1803 había 26 molinos en activo, 27 en 1845, 24 en 1860, 17 en
1888. En 1911, cuando Domingo Miras realiza el plano y el nomenclátor urbano
del pueblo, había 25 molinos pero algunos ya como simple monumento decorativo;
entonces habría en activo alrededor de la docena o pocos más.
Hay que relacionar la disminución con varias causas. Una es la
competencia de otras fuentes de energía, como la electricidad, y de nuevas
tecnologías que hacían más rentable la molienda del grano.
No hay que olvidar que con el paso del tiempo, también las
comunicaciones mejoraron (el ferrocarril en Campo de Criptana ya era una
realidad desde marzo de 1855) y con ello fue más fácil la llegada de harinas
procedentes de otros puntos de la geografía española más desarrolladas y más
competitivas al respecto, dicho sea esto sin entrar en más detalles que
ampliarían demasiado este texto.
También hay que contar, para explicar la progresiva disminución a
finales del siglo XVIII y ya en el XIX, con
la competencia de otros pueblos que construyeron sus molinos más tarde, todavía
en el siglo XIX, con lo que clientes que venían antes a moler desde otros
pueblos dejaban de venir. Valgan los siguientes ejemplos. Alcázar de San Juan tenía 1 molino de viento en 1730, 2 en 1752 –
igual que en 1826 -, varios en 1845, 14 en 1860. En Herencia, que en 1752 no
tenía, no constan molinos hasta 1807, con 11. Por lo demás, Consuegra tenía 2
en 1752, 10 en 1845, 12 en 1860.
Molinos Burlapobres, Sardinero e Infanto (años 20) |
Molinos Burleta y actuales Pilón y Quimera (años 60) |
Hoy en día tenemos cinco molinos que en su momento se levantaron con el aporte económico de cinco países hispanoamericanos (Honduras, Chile, Argentina, Costa Rica y Perú) en el contexto de una política cultural impulsada por José González Lara, alcalde criptanense por aquellos años, que trató de fomentar las relaciones con aquellas sociedades que como nosotros utilizan en primer lugar la lengua de Cervantes, política que tiene su recuerdo también en los nombres de esas repúblicas que llevan algunas calles del sector urbano meridional de Campo de Criptana. Y molinos, que salvo el de Chile, son propiedad de esos países, si bien tienen cedido el uso al Ayuntamiento.
En un principio el proyecto era que en esos molinos
cada país propietario montara una muestra de su artesanía, su cultura, etc., lo
que llegó a hacerse en algunos, que al final acabaron por desmontar lo expuesto,
de ahí que luego se montaran otros museos en ellos.
Además de los tres auténticos, los restantes, hasta
diez, son:
Lagarto
El actual Molino Lagarto |
Culebro
Acoge el Museo de Sara Montiel, que reúne elementos
del vestuario, carteles de películas, etc., de la actriz y cantante Sara
Montiel, nombre artístico de María Antonia Abad, nacida en este pueblo. Su
nombre también está tomado de otro de los molinos existentes en otras épocas en
la Sierra de los Molinos (el más cercano a la Fuente del Caño). Su construcción
en 1970 fue costeada por Honduras.
El actual Molino Pilón |
Su nombre, como ya se ha indicado, es tomado de uno
de los molinos históricos que estuvo situado casi en el mismo lugar.
Construido por Costa Rica, fue inaugurado en 1964 y
más tarde destinado a Museo de Pintura, constituido en su día por obras donadas
por artistas de distinta procedencia, incluso de algún país extranjero.
También, no hace muchos años, se dedicó a Museo de Enrique Alarcón (antes ubicado en El Quimera) pero que tampoco existe ya.
Inca Garcilaso
Muy poco después que el Cariari se edificó éste gracias a la aportación económica de Perú. Es sede de un Museo de Labranza además de haber acogido en alguna ocasión parte de la obra de la Asociación Cultural de Artesanas y Encajeras Aldonza. Se ha anunciado la instalación allí de las miniaturas sobre pasos de Semana Santa realizadas por Carmelo Díaz-Ropero.
Quimera
Su construcción fue costeada por Chile en 1960. El
nombre de Quimera es, como va dicho, el que tuvo uno de los molinos situado en
el paraje de los Siete Molinos, pero ha variado con el tiempo. Años después
allí se instaló el Museo de Enrique Alarcón, nombre que ostentó desde entonces
junto con el de Quimera.
El actual Molino Quimera |
Pasó el tiempo y sólo Chile cedió la propiedad de
su molino, pero fue a cambio de algo, el nombre, que pasó a ser Vicente
Huidobro, un insigne poeta chileno fallecido en 1948. El material del Museo de
Enrique Alarcón pasó entonces al molino Cariari.
Desde hace un tiempo, no mucho, de nuevo se llama
Quimera, simplemente.
Poyatos
Fue el último construido, ya en los años setenta,
por la empresa Empetrol S.A., y se le dio el nombre de Caudillo (el dictador
Francisco Franco). El 27 de febrero de 1978 fue cedido al Ayuntamiento por el
precio simbólico de 3.000 pesetas. Hasta la construcción del Centro de Iniciativas Turísticas tuvo en su
interior la Oficina de Turismo. Hoy en día es Punto de Información Turística.
Una vez hecha la relación a los que fueron y a los que son molinos
de viento de Campo de Criptana, quiero acabar con unas reflexiones breves sobre
ellos:
·
Los diez molinos que hay
en pie
deben ser conservados en el mejor estado posible.
·
Los tres molinos
históricos, los que tienen la maquinaria, tienen que moler, muelan mejor o
muelan peor, y moler, dadas las condiciones de cada uno, el mayor número
posible de veces al año; éste es el mejor e indispensable medio, además de las
restauraciones oportunas, para conservarlos bien. En este sentido, recuerdo
algunos versos de Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, que en su Libro de Buen amor,
allá por la primera mitad del siglo XIV, aconsejaba:
“No abandones tu dama, no dejes que esté quieta:
siempre requieren uso mujer, molino y huerta;
(…)
Es cosa bien segura: molino andando gana.”
·
Los otros molinos – dejo aparte Culebro y
Poyatos por razones obvias – no pueden estar cerrados, deben estar abiertos al
público mostrando aquello que se piense
que es suficientemente atractivo; si antiguos museos están obsoletos o
deshechos, sustitúyanse por otro tipo de muestras que sean de interés para los
visitantes. Y dentro de cada uno de ellos, y ahora sí incluyo al Culebro y al
Poyatos, haya un cuadro explicativo de su propia historia.
·
Las ruinas de algunos molinos
auténticos, históricos, y de alguna cueva que queda deben ser protegidas para
que se conserven al menos como están ahora y no acaben por desaparecer.
·
Móntese, en un edificio o local
adecuado, un Centro de Interpretación
del Molino de Viento de Campo de Criptana. Ningún pueblo o ciudad de España
que haya contado o cuente con molinos de viento reúne las características que,
por su pasado histórico y por sus referencias actuales, reúne Campo de
Criptana.
Y tal vez podrían
añadirse más reflexiones, pero lo que es indudable es que cualquier buen amigo
de los molinos que se precie de ello, y yo me siento así, debe defender como mínimos y reiteradamente hasta
conseguirlos plenamente, los objetivos
que acabo de exponer.
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Finalicé la charla
recomendando dos libros:
El primero, Los molinos de viento del Campo de Criptana
a mediados del siglo XVIII, del que soy autor. Publicado en el año 2000 por
la Diputación Provincial de Ciudad Real, y agotado, entiendo que debería
reeditarse.
El segundo, Molinos de viento en Castilla-La Mancha,
debido a la pluma de Juan Jiménez Ballesta, editado en 2001 por Ediciones Llanura.
Su lectura es utilísima en relación con el tema de los molinos de viento de
nuestra región y, con estadísticas oficiales en la mano, deja bien claro que
por el número de molinos (de los auténticos) y por su antigüedad en relación
con los de otras poblaciones, Campo de Criptana ocupa el primer lugar.
FRANCISCO ESCRIBANO SÁNCHEZ-ALARCOS