domingo, 5 de junio de 2016

MOLINOS DE VIENTO DE CAMPO DE CRIPTANA

Tal como había anunciado a mis lectores, el pasado 27 de mayo ofrecía en la Casa de Cultura la charla sobre los MOLINOS DE VIENTO DE CAMPO DE CRIPTANA, que comencé refiriéndome a su importancia para nuestra villa, de la que son un destacado punto de referencia y tienen por sí mismos tal trascendencia que desde 2002 ellos y el terreno en que se asientan están declarados Bien de Interés Cultural con categoría de Sitio Histórico (Decreto 63/2002, de 30 de abril de 2002, D.O.C.M. nº 54, de 3 de mayo de 2002).
De su importancia se deriva la necesidad de conservarlos en el mejor estado posible, sean o no de los llamados auténticos, históricos, o sean de construcción muy reciente. Conservación que implica protección en todos los sentidos, también protección visual, condición que muchas veces no se cumple dando lugar a un problema grave, una asignatura que tenemos pendiente en Campo de de Criptana para con estos monumentos, a pesar de que desde hace algunos años la situación ha mejorado.
También en la introducción a la charla hacía gala de mi “amistad” con los molinos de viento de mi pueblo, corroborada por mis actitudes y actuaciones en su favor a lo largo de los años. Quien suscribe, que durante años pagó la cuota establecida para ser miembro de la Asociación de Hidalgos Amigos de los Molinos, sabe muy bien que no es necesario ese pago para proclamar a los cuatro vientos – nunca mejor dicho - que es amigo de los molinos y seguirá siéndolo …,¡y muy amigo!, puedo asegurarlo a mis lectores.
Por ello agradecí enormemente a las amigas y amigos de Korova la oportunidad de hablar al público asistente, entre amigos, de mis queridos amigos los MOLINOS DE VIENTO DE CAMPO DE CRIPTANA, monumentos – le decía a ese público - que todavía hoy son unos grandes desconocidos, no sólo para quienes siendo de otros lugares no han venido aún a visitarlos, sino también para muchos criptanenses, en este caso especialmente en su aspecto histórico.
Continuaba mi intervención dejando claro que esos molinos no son patrimonio de nadie en concreto, sino que son patrimonio de todo un pueblo, y todos, como pueblo, podemos opinar y proponer lo que nos parezca mejor en todo lo que concierne a los molinos de viento criptanenses, para los que hay quienes desean - yo entre ellos - que lleguen a ser declarados Patrimonio de la Humanidad.
Fragmento del Libro de rentas
del Ayuntamiento (1545)
En cuanto a su historia, debo decir que no he encontrado datos seguros sobre el momento concreto en que empezaron a edificarse en nuestro pueblo. De la lectura de las Cartas-privilegio dadas por los maestres de la Orden de Santiago de los siglos XIV y XV y conservadas en nuestro Archivo Histórico no se desprende la existencia de ellos,
Los libros de rentas conservados del ayuntamiento criptanense de la primera mitad del siglo XVI dejan claro que por entonces ya había y se seguían construyendo. Esto está probado para los años cuarenta de ese siglo, y sobre años anteriores se abrió una línea de investigación resultado de la cual probablemente veremos cómo esa fecha de antigüedad podrá ser superada.
A veces se dice, y así está escrito en algún folleto turístico, que en Campo de Criptana en el siglo XVI había 34 molinos. Lo cierto es que de momento no sabemos cuántos había en ese siglo. La realidad es que en las llamadas Relaciones de Felipe II (1575), en su respuesta 23ª, se indica que los vecinos de esta villa iban a moler al Guadiana, a dos, tres y a veces hasta nueve leguas, y también al Gigüela; incluso había veces en que se iba a moler al Tajo y al Júcar, hasta catorce leguas de distancia. Pero ya en la misma respuesta se afirma que había en la Sierra, junto a la villa, “muchos molinos de viento”.
Fragmento de la respuesta 23ª de la Relación
de Campo de Criptana (1575)







Es decir, en la segunda mitad del siglo XVI ya nos encontramos el norte de la localidad poblado abundantemente de molinos, los que tal vez conoció Cervantes o tuvo noticias de ellos; es un dato que parece corresponderse con una mayor demanda de molienda y, por tanto, con un volumen de las cosechas en crecimiento en tiempos en que la población había ido aumentando.
La información más completa es ya de mediados del siglo XVIII. La proporciona el Catastro mandado hacer por el marqués de la Ensenada, Zenón de Somodevilla, de todas las riquezas de las provincias de Castilla, en su intento de implantar la única contribución, proporcional a las riquezas de cada individuo.
La parte correspondiente a Campo de Criptana está fechada en 1752. Se divide en dos capítulos: el Interrogatorio General (respuestas a un cuestionario) y la ficha correspondiente a cada vecino, en la que, entre otros aspectos, se detallan las propiedades de cada uno.
Según la respuesta 17ª del Interrogatorio general los molinos eran 34, aunque a la hora de ir enumerándolos sólo son citados 33. Sin embargo, manejando las fichas de los vecinos se comprueba que eran 34 en 1752; el que falta en el Interrogatorio es el llamado Pantano. 

Fragmento de la respuesta 17ª del Interrogatorio
General de Campo de Criptana
(Catastro de Ensenada, 1752)
Los 34 estaban edificados en la mitad septentrional del término municipal, 17 al Oeste de la carretera del  Cristo de Villajos y 17 al Este de la misma.

La parte del término municipal de
Campo de Criptana donde hubo y hay
molinos de viento

Veamos, pues, cuáles eran y los parajes (remarcados en rojo sobre los fragmentos del Mapa Topográfico Nacional que se insertan) en los que se situaban aquellos 34 molinos registrados en el Catastro de Ensenada.
                     Paraje de El Pico


El Pico o Pico de la Solana es el extremo oeste de la Sierra de Criptana, al noroeste del casco urbano, y llega al límite con el término de Alcázar. El paraje está junto al Camino del mismo nombre, y en la plataforma que lo corona se ve lo que queda hoy de dos molinos, Lagarto – más al Oeste - y Carcoma – más al Este -.
Camino del Pico y dicho paraje al fondo

Molino Carcoma










El antiguo Molino Lagarto

               Paraje de Los Siete Molinos


Está también cerca del límite con el término de Alcázar, algo más al Sur que El Pico, junto al Camino llamado así, de los Siete Molinos y partido por el Carril de Tribaldos.






Allí estuvieron los molinos Calvillo, Beneficio, Valera, Ranas, Guizepo, Quimera y Pantano.

Molino Calvillo 

Molino Beneficio




Molino Guizepo













Molino Pantano











































Todavía hay restos de alguna cueva. Téngase en cuenta que, por lo general, cada molino tenía a pocos metros una pequeña construcción, llamada cueva, que servía para guardar todo lo que podía necesitar para su trabajo el molinero y también para resguardo del molinero y de sus clientes, así como de sus caballerías.

Cueva entre los molinos
 Guizepo y antiguo Quimera

                  Paraje del Cerro Cebadal


Está un poco más cercano al casco urbano, también junto al camino de los Siete Molinos, al Sur del mismo. En él se levanta un pequeño cerro – el Cerro Cebadal -, en cuya cima se aprecian vestigios del molino Cebadal.
Molino Cebadal
Es preciso hacer notar que el Ayuntamiento, en sesión plenaria celebrada el 31 de enero de 1997 decidió asignar nombres a calles nuevas que habían surgido en la expansión del pueblo hacia el suroeste y creyó oportuno otorgarles nombres que tienen que ver con molinos antiguos y parajes con molinos; así surgieron las calles Avenida de los Siete Molinos, Altillo del Palomar, Pereo, Condado, Huerta Mañana, Alambique, Escribanillo, Tardío, Tahonillo, Burillo, Calvillo y Cervadal. Por lo que he expuesto anteriormente, la documentación no deja lugar a dudas: el molino era el Cebadal, y no Cervadal, por lo que debería rectifcarse la denominación de esa vía urbana, denominación que es producto de un error.

      Paraje de la Ribera de los Tres Molinos



Es una pequeña plataforma elevada al norte del Camino del Pico, extendida horizontalmente junto al mismo.



 Los tres molinos que allí hubo, de Oeste a Este, eran el Huerta Mañana, el Zaragüelles y La Cana.
Molino La Cana

        Paraje del Alto (o Altillo) del Palomar




Muy cercano al pueblo, junto al Camino de la Era del Monego, que es el más cercano a la carretera de Alcázar. Allí estuvo el molino Condado.


Posible ubicación del Molino Condado

                       Molino Gambalúas


También muy próximo al casco urbano, entre el Camino del Pico al Norte y el Camino de los Siete Molinos al Sur, y junto a la era de Treviño, estaba el Gambalúas, una palabra procedente de la vasca “ganbelua”, que significa hombre alto, desgarbado.


Posible ubicación del Molino Gambalúas

              Molinos Escribanillo y Tardío



Igualmente a muy pocos metros del casco urbano, entre el inicio del Camino del Pico, la calle San Isidro y el arranque de la Carretera del Cristo, se situaban estos dos molinos. Se trata de un paraje muy alterado por la acción humana con vertido de escombros en su momento, por lo que difícilmente se podría encontrar en la superficie algún rastro de molino.

                     La Sierra de los Molinos



Es La Sierra de los Molinos el punto más conocido para la mayoría de la gente, que lo identifica con el lugar propio de los molinos de Campo de Criptana, como si no los hubiera habido también en otros parajes. De parte de los molinos que hubo en ella no podemos ver ni rastro porque ese paraje fue escombrera hasta que ésta se situó no muy lejos de la ermita de San Isidro, y cuando aquélla se selló el terreno fue cubierto con tierra que se extrajo de donde se estaba levantando el primer polígono industrial.



Lo he dividido en tres sectores según los caminos tradicionales, los de siempre, pues esto también ha sufrido alteración con el tiempo, y bien recientemente. Incluye 17 molinos:

Sector I: Horno de Poya, Pereo, Poyatos, Paletas y Castaño.


Ubicación del Molino Horno de Poya





Cueva del Horno de Poya

Molino Paletas
















Molino Castaño

Cueva del Molino Castaño
Sector II: Burillo, Charquera, Alambique y Tahona.
Molino Burillo


Ubicación del Molino Charquera

Restos del Molino Alambique


Restos de la cueva del Molino Tahona
Sector III: Pilón, Infanto, Burlapobres (Burleta), Culebro, Aburraco, Esteban, Usada y Guindalero.

Molino Infanto o Infante








Cueva del Molino Infanto

El Molino Burlapobres o Burleta
en los años 80 del siglo XX



El Molino Burleta restaurado




















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Bien, ya van citados 34 , pero hubo más, como mínimo dos más que no incluye el Catastro de Ensenada. 


Al Norte de la carretera CM-310, que conduce de Alcázar de San Juan a Miguel Esteban y Quintanar de la Orden, junto al Camino del Molino Hundido – nombre que lo delata – estuvo el que he dado en llamar Molino de Baíllo



Sector del término municipal en que estuvo
el Molino de Baíllo
En 1701 y en 1703 la documentación de tipo notarial y judicial de nuestro Archivo Histórico Municipal presenta al Conde de Cabezuelas – de ahí el nombre que le he asignado - como propietario de un molino de viento sito en la Vega de Villajos, molino que en esos años citados era arrendado a vecinos de Alcázar de San Juan. 


Este molino posiblemente es del que quedan algunos restos en lo alto de un pequeño cerro junto al camino antes aludido.
En segundo lugar me refiero a El Sardinero, el molino del Cerro de la Paz, restaurado en 1998 por la Escuela Taller “Molino de viento”, dirigida por D. José Antonio Sánchez Calatrava.
El Molino Sardinero
Está embutido hoy en día en el casco urbano: calles cercanas son Alonso Quijano, La Venta, Pastora Marcela, Quintanar y Bachiller Sansón Carrasco. Este molino, propiedad del Ayuntamiento, no puede datarse con seguridad. Guías turísticas y algunas otras publicaciones aseguran que su origen se remonta al siglo XVI, pero es claro que en 1752 el Catastro de Ensenada no lo cita. Podría suponerse que su nombre hubiese sido sustituido; en efecto el nombre de un molino puede cambiar dependiendo de su dueño, muy libre para ponerle el nombre que quiera. Lo cierto es que en ese Catastro ningún molino estaba ubicado en el Cerro de la Paz; en ese documento el más cercano al pueblo era El Pilón, pero los linderos de éste (El Usada al norte, el Burlapobres al oeste)  no autorizan a pensar que el hoy Sardinero era el Pilón de entonces. ¡ Misterio ! Ni afirmo ni niego nada sobre la fecha de construcción, sino que sólo señalo lo que puedo decir de él a la vista de la documentación conocida.
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Hecho el repaso a esos entre treinta y cuarenta molinos que diría Miguel de Cervantes, vamos con la realidad actual. 


El hoy está constituido por los diez molinos que se conservan en pie, de ellos nueve en la denominada Sierra de los Molinos y uno en el Cerro de la Paz (¡0jo!, no es la misma cosa una y otro a pesar de lo que algunas veces vemos escrito). Es una imagen que desde distintos puntos de vista resulta muy conocida.  
¿Cómo se explica el paso de los treinta o cuarenta a tres? Hace poco oía explicar que el motivo del descenso era la guerra civil iniciada en 1936. No es admisible pensar que en 1936 había 34 molinos en funcionamiento y tres años después sólo tres; por lo demás, echando mano de la documentación disponible podemos  comprobar la disminución paulatina:
En 1803 había 26 molinos en activo, 27 en 1845, 24 en 1860, 17 en 1888. En 1911, cuando Domingo Miras realiza el plano y el nomenclátor urbano del pueblo, había 25 molinos pero algunos ya como simple monumento decorativo; entonces habría en activo alrededor de la docena o pocos más.
Hay que relacionar la disminución con varias causas. Una es la competencia de otras fuentes de energía, como la electricidad, y de nuevas tecnologías que hacían más rentable la molienda del grano.
No hay que olvidar que con el paso del tiempo, también las comunicaciones mejoraron (el ferrocarril en Campo de Criptana ya era una realidad desde marzo de 1855) y con ello fue más fácil la llegada de harinas procedentes de otros puntos de la geografía española más desarrolladas y más competitivas al respecto, dicho sea esto sin entrar en más detalles que ampliarían demasiado este texto.
También hay que contar, para explicar la progresiva disminución a finales del siglo XVIII y ya en el XIX,  con la competencia de otros pueblos que construyeron sus molinos más tarde, todavía en el siglo XIX, con lo que clientes que venían antes a moler desde otros pueblos dejaban de venir. Valgan los siguientes ejemplos. Alcázar de San Juan  tenía 1 molino de viento en 1730, 2 en 1752 – igual que en 1826 -, varios en 1845, 14 en 1860. En Herencia, que en 1752 no tenía, no constan molinos hasta 1807, con 11. Por lo demás, Consuegra tenía 2 en 1752, 10 en 1845, 12 en 1860.

Molinos Burlapobres, Sardinero e Infanto (años 20)
Así pues, sólo tres son molinos auténticos, con todos los mecanismos  necesarios para moler, y nos hemos referido a ellos: Infanto, Burleta y Sardinero. La primera declaración oficial de su interés data de 1978, cuando fueron reconocidos como Monumentos de Interés Histórico-Artístico por Real Decreto de 7 de diciembre de ese año. Ya en los años 50 del siglo XX se empezó a construir nuevos molinos, sin la maquinaria.

Molinos Burleta y actuales Pilón y Quimera (años 60)

Hoy en día tenemos cinco molinos que en su momento se levantaron con el aporte económico de cinco países hispanoamericanos (Honduras, Chile, Argentina, Costa Rica y Perú) en el contexto de una política cultural impulsada  por José González Lara, alcalde criptanense por aquellos años, que trató de fomentar las relaciones con aquellas  sociedades que como nosotros utilizan en primer lugar la lengua de Cervantes, política que tiene su recuerdo también en los nombres de esas repúblicas que llevan algunas calles del sector urbano meridional de Campo de Criptana. Y molinos, que salvo el de Chile, son propiedad de esos países, si bien tienen cedido el uso al Ayuntamiento.
En un principio el proyecto era que en esos molinos cada país propietario montara una muestra de su artesanía, su cultura, etc., lo que llegó a hacerse en algunos, que al final acabaron por desmontar lo expuesto, de ahí que luego se montaran otros museos en ellos.
Además de los tres auténticos, los restantes, hasta diez, son:

Lagarto
El actual Molino Lagarto
Fue erigido por el Ayuntamiento de Campo de Criptana a mediados de los años cincuenta del siglo XX. En 1956 se inauguró. Rotulado en un principio con el nombre de José Antonio (Primo de Rivera, fundador del partido político Falange Española), esta denominación décadas después fue sustituida por el nombre que lleva en la actualidad, la de uno de los molinos “históricos” anteriores situado en El Pico de la Sierra de Criptana. Está dedicado a  Museo de la Poesía; en él hay ejemplares de libros de poemas de diversos autores, entre los que cabe citar al criptanense Valentín Arteaga.
Culebro
Acoge el Museo de Sara Montiel, que reúne elementos del vestuario, carteles de películas, etc., de la actriz y cantante Sara Montiel, nombre artístico de María Antonia Abad, nacida en este pueblo. Su nombre también está tomado de otro de los molinos existentes en otras épocas en la Sierra de los Molinos (el más cercano a la Fuente del Caño). Su construcción en 1970 fue costeada por Honduras.

El actual Molino Culebro

Museo de Sara Montiel





Pilón
El actual Molino Pilón
Fue inaugurado el 23 de abril de 1961. Argentina fue el país que financió su construcción. Tiene en su interior un Museo del Vino, una muestra de los vinos elaborados en la propia localidad y en La Mancha, aparte de otros de fuera de nuestra región, y además una reproducción del caballo de madera Clavileño.
Su nombre, como ya se ha indicado, es tomado de uno de los molinos históricos que estuvo situado casi en el mismo lugar.

Museo del Vino
Cariari
Construido por Costa Rica, fue inaugurado en 1964 y más tarde destinado a Museo de Pintura, constituido en su día por obras donadas por artistas de distinta procedencia, incluso de algún país extranjero.

También, no hace muchos años, se dedicó a Museo de Enrique Alarcón (antes ubicado en El Quimera) pero que tampoco existe ya.

Inca Garcilaso

Muy poco después que el Cariari se edificó éste gracias a la aportación económica de Perú. Es sede de un Museo de Labranza además de haber acogido en alguna ocasión parte de la obra de la Asociación Cultural de Artesanas y Encajeras Aldonza. Se ha anunciado la instalación allí de las miniaturas sobre pasos de Semana Santa realizadas por Carmelo Díaz-Ropero.
Quimera
Su construcción fue costeada por Chile en 1960. El nombre de Quimera es, como va dicho, el que tuvo uno de los molinos situado en el paraje de los Siete Molinos, pero ha variado con el tiempo. Años después allí se instaló el Museo de Enrique Alarcón, nombre que ostentó desde entonces junto con el de Quimera.

El actual Molino Quimera
En 1992 yo era miembro de la Junta Directiva de la Asociación de Hidalgos Amigos de los Molinos y, dado que en ese año se celebró el V Centenario del descubrimiento de América y que aquí teníamos molinos que eran propiedad de países americanos, y puesto que se estaba tratando de que esos países cedieran la propiedad de los molinos al Ayuntamiento de Campo de Criptana, propuse, y fue así admitido, invitar a la Semana Cervantina a los embajadores, o representantes suyos, de esos países, para celebrar un acto de hermandad hispanoamericana, y dar pie a que el Ayuntamiento negociara con ellos el traspaso de propiedad de esos molinos. Esos países acudieron a la cita.
Pasó el tiempo y sólo Chile cedió la propiedad de su molino, pero fue a cambio de algo, el nombre, que pasó a ser Vicente Huidobro, un insigne poeta chileno fallecido en 1948. El material del Museo de Enrique Alarcón pasó entonces al molino Cariari.
Desde hace un tiempo, no mucho, de nuevo se llama Quimera, simplemente.

Poyatos
Fue el último construido, ya en los años setenta, por la empresa Empetrol S.A., y se le dio el nombre de Caudillo (el dictador Francisco Franco). El 27 de febrero de 1978 fue cedido al Ayuntamiento por el precio simbólico de 3.000 pesetas. Hasta la construcción del  Centro de Iniciativas Turísticas tuvo en su interior la Oficina de Turismo. Hoy en día es Punto de Información Turística.

El actual molino Poyatos

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Una vez hecha la relación a los que fueron y a los que son molinos de viento de Campo de Criptana, quiero acabar con unas reflexiones breves sobre ellos:
·         Los diez molinos que hay en pie deben ser conservados en el mejor estado posible.

·         Los tres molinos históricos, los que tienen la maquinaria, tienen que moler, muelan mejor o muelan peor, y moler, dadas las condiciones de cada uno, el mayor número posible de veces al año; éste es el mejor e indispensable medio, además de las restauraciones oportunas, para conservarlos bien. En este sentido, recuerdo algunos versos de Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, que en su Libro de Buen amor, allá por la primera mitad del siglo XIV, aconsejaba:

      “No abandones tu dama, no dejes que esté quieta:
      siempre requieren uso mujer, molino y huerta;
      (…)
      Es cosa bien segura: molino andando gana.

·         Los  otros molinos – dejo aparte Culebro y Poyatos por razones obvias – no pueden estar cerrados, deben estar abiertos al público mostrando aquello  que se piense que es suficientemente atractivo; si antiguos museos están obsoletos o deshechos, sustitúyanse por otro tipo de muestras que sean de interés para los visitantes. Y dentro de cada uno de ellos, y ahora sí incluyo al Culebro y al Poyatos, haya un cuadro explicativo de su propia historia.

·         Las ruinas de algunos molinos auténticos, históricos, y de alguna cueva que queda deben ser protegidas para que se conserven al menos como están ahora y no acaben por desaparecer.

·         Móntese, en un edificio o local adecuado, un Centro de Interpretación del Molino de Viento de Campo de Criptana. Ningún pueblo o ciudad de España que haya contado o cuente con molinos de viento reúne las características que, por su pasado histórico y por sus referencias actuales, reúne Campo de Criptana.

Y tal vez podrían añadirse más reflexiones, pero lo que es indudable es que cualquier buen amigo de los molinos que se precie de ello, y yo me siento así, debe defender como mínimos y reiteradamente hasta conseguirlos plenamente, los objetivos que acabo de exponer.
                         
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Finalicé la charla recomendando dos libros:
El primero, Los molinos de viento del Campo de Criptana a mediados del siglo XVIII, del que soy autor. Publicado en el año 2000 por la Diputación Provincial de Ciudad Real, y agotado, entiendo que debería reeditarse.


El segundo, Molinos de viento en Castilla-La Mancha, debido a la pluma de Juan Jiménez Ballesta, editado en 2001 por Ediciones Llanura. Su lectura es utilísima en relación con el tema de los molinos de viento de nuestra región y, con estadísticas oficiales en la mano, deja bien claro que por el número de molinos (de los auténticos) y por su antigüedad en relación con los de otras poblaciones, Campo de Criptana ocupa el primer lugar.




                          FRANCISCO ESCRIBANO SÁNCHEZ-ALARCOS