Otra vez un 23 de abril, otra vez
el Día del Libro, de nuevo el recuerdo de Miguel de Cervantes Saavedra y de su
obra literaria, en lugar destacado su Don Quijote de la Mancha, dicho sea así
por abreviar título más largo.
Autor, personaje y conmemoración que resuenan acá
y allá por los cuatro puntos cardinales de nuestra geografía llegadas estas
fechas primaverales con actos de la más variada índole, con más o menos carga
cultural o institucional y con no poco - en ocasiones - oportunismo, todo hay
que decirlo.
Se haya o no se haya leído El
Quijote, o algún capítulo de él, cuántas veces se habrán traído a colación
algunas frases de esta obra, que es un compendio de toda una época, la de aquel
llamado Siglo de Oro, un tiempo cargado de elementos positivos y negativos que
han quedado en el haber y en el debe de nuestro pasado como comunidad nacional
o estatal – utilice cada cual uno u otro adjetivo según su particular ideología
-.
Como apuntaba, El Quijote como
obra señera de Cervantes, es un poco de todo, entre otras cosas, un océano de
citas extraíbles según donde cada uno de sus lectores quiera poner el acento:
la música, la literatura, la política, la religión, la discriminación social,
el papel de la mujer en la sociedad, etc., etc. Para el autor de estas líneas,
aprendiz de historiador toda su vida, El Quijote es una fuente de primera mano
para conocer la historia de una España que entonces llegó a ser la primera
potencia mundial, una potencia equiparable – dicho sea en honor a la verdad – a
un enorme gigante con los pies de barro.
En torno a la efeméride en cada
vez más lugares de nuestra Mancha se planean y ponen en marcha multitud de
actividades que configuran Semanas, Jornadas Cervantinas u otras denominaciones
semejantes; en nuestro Campo de Criptana en este año está en pleno desarrollo
la trigésimo novena Semana Cervantina.
Algún día, cuando disponga de
suficiente tiempo en la alforja, haré un recuento, un análisis todo lo
pormenorizado que sea posible, de la multitud de celebraciones “cervantinas”
que tienen por escenario tantas y tantas localidades de nuestra comarca y de
nuestra región, e incluso fuera de ella y, por supuesto, de la Semana
criptanense. Será el momento de reseñar actividades que vienen a cuento con lo
que realmente se conmemora, así como todas aquellas – no pocas – que son meras redundancias por lo
rutinarias, e incluso será el momento de enumerar las que se echan de menos
cuando de evocar a Cervantes y a su obra se trata.
La Semana Cervantina de Campo de
Criptana corre a cargo de la Asociación de Hidalgos Amigos de los Molinos, una
entidad con más de cuarenta años a sus espaldas. Lo he dicho en muchas
ocasiones y vuelvo a repetirlo ahora, sin la pretensión de entrar en polémicas
que pueden llegar a ser absurdas: en Campo de Criptana una asociación como ésta
es muy necesaria, pero, en mi opinión, hace bastante tiempo que esta Asociación
necesita una refundación, una reformulación de sus objetivos y medios y formas
de actuación, en definitiva, una puesta al día. Y la Semana Cervantina precisa
una reordenación en relación con esos objetivos a los que me refería.
Hoy, 23 de abril, haré como muchos
días de mi vida y muchos 23 de abril: subiré hasta ese altar de la memoria que
para los criptanenses conforman el Cerro de la Paz y la Sierra de los Molinos y
disfrutaré de éstos y, hasta donde se pueda, del magnífico paisaje que los
enmarca.
Y en un día como hoy, finalizo,
por lo que decía de las citas, con una frase de Don Alonso Quijano tornado en
Don Quijote de la Mancha que hace hincapié en la lectura:
“... el que lee mucho y anda mucho, ve mucho y
sabe mucho ...” (Capítulo XXV, 2ª parte).
Pues ya saben, hay que leer. ¡Ah!
..., ¡y andar!.
FRANCISCO ESCRIBANO SÁNCHEZ-ALARCOS