lunes, 22 de diciembre de 2014

GUERRA CIVIL Y REPRESIÓN DE LA DOCENCIA. DOMINGO MIRAS (y VII)


De nada le valieron a este maestro las alegaciones por él presentadas y los testimonios favorables aportados por distintas personas. La Comisión Depuradora de Ciudad Real, presidida por Juan del Álamo, a 18 de marzo de 1940 consideró probados los hechos que se le imputaban y suficientes para imponerle una sanción en cumplimiento de la Orden del Ministerio de Educación Nacional de 18 de mayo de 1939; por unanimidad tomó el acuerdo de proponer la jubilación forzosa para Miras.
En virtud de ese acuerdo y a la vista del contenido del expediente ya conocido, la Comisión Superior Dictaminadora de Expedientes de Depuración de dicho Ministerio, que también tuvo en cuenta la Ley de 10 de febrero de 1939, que fijaba normas sobre la depuración de funcionarios públicos, estableció la sanción definitiva que recaía sobre Domingo Miras Reche:
ü             Suspensión de empleo y sueldo por un año.
ü            Traslado forzoso fuera de la provincia de Ciudad Real.
ü            Prohibición de solicitar durante tres años cargos vacantes .
ü             Inhabilitación para desempeñar cargos directivos y de confianza en instituciones
         culturales y de enseñanza.

Somontín (Almería), lugar de destierro de Domingo Miras
Éste fue el remate de un proceso que, como muchos otros a lo largo y ancho de la España franquista, ponía de manifiesto la particular forma de entender la libertad de los docentes por un régimen político que trataba de poner fuera de la circulación a cualquier persona discrepante con su doctrina oficial, de silenciar a cualquiera de quien se tuviera la más mínima sospecha de que no compartiera el nacionalcatolicismo imperante tras la guerra civil, de aislar y apartar de su habitual entorno social a quien con su magisterio profesional y personal pudiera influir, aunque fuese mínimamente, sobre otros; un régimen, en definitiva, represor y de pensamiento único.
Calle de Somontín
Domingo Miras eligió para su destierro volver a sus orígenes y se estableció en Somontín. Pero el tiempo es implacable y justiciero. El franquismo pasó a mejor   vida  – aunque cierto es que hay quien lo añora – y el nombre de Domingo Miras no ha sido olvidado en Campo de Criptana: un colegio de enseñanza infantil y primaria lleva su nombre y, si las fuentes históricas son propicias, algún día podrá ver la luz un estudio sobre su vida y sobre su obra educadora y cultural, con la que Campo de Criptana, pese a quien le pese, tiene contraída una deuda nada desdeñable.

Tras la recuperación de la democracia han proliferado publicaciones
que reivindican la labor de los docentes
reprimidos por el franquismo


FRANCISCO ESCRIBANO SÁNCHEZ-ALARCOS

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