La vieja iglesia parroquial y algunas de sus bolas de remate |
Aunque
pudiera parecerlo por lo que se lee de inmediato en este artículo, no voy a
centrarme en hechos de la última guerra civil española, que tiempo habrá para
ello. Me detengo hoy en el respeto por los restos materiales que nos hablan de
nuestro pasado, respeto que debemos observar todos y cada uno de los ciudadanos
y, por supuesto, deben tener muy en cuenta las instituciones que en todos los
niveles nos gobiernan.
El
18 de julio de 1936 la iglesia parroquial de Campo de Criptana fue incendiada y
posteriormente, a lo largo de la guerra, fue siendo derruida. Terminado el
conflicto civil, lo que quedaba del edificio terminó por ser igualmente demolido
para en el solar que ocupaba construir el templo que ahora vemos.
Una de las viejas bolas ante la actual iglesia parroquial |
En
aquella iglesia había bolas de piedra arenisca rojiza que coronaban el chapitel
de la torre y los pináculos que en distintos lugares de ella había. Esas bolas,
al menos parte de ellas, después de acabada la demolición, quedaron sepultadas
bajo la superficie de la Plaza y, cuando ésta fue remodelada en los años
noventa del siglo pasado, quedaron al descubierto por la excavación del terreno
que fue necesaria hacer.
Se
tuvo en dicha remodelación el buen gusto de poner, como recuerdo del viejo
templo, dos de ellas en el exterior de la puerta principal del actual. Más tarde, cuando
se restauró el lugar de la Fuente del Caño, se decidió poner algunas de las
bolas que todavía quedaban delante de la explanada de dicha Fuente con el fin
de hermosear aquel rincón del pueblo.
Otra de las bolas actualmente en la Plaza |
Hasta
ahí todo muy bien. Pero he aquí que un buen día a alguien con responsabilidad
en nuestro municipio se le ocurrió pintar de color añil las bolas de piedra
colocadas frente a esa Fuente.
Bolas pintadas ante la Fuente del Caño |
¿A
quién se le pudo ocurrir tamaño disparate? Desde luego a alguien que no se paró
a pensar que esas bolas de piedra son restos con un gran valor histórico, pues
es lo único tangible que nos queda de aquel edificio singular levantado en los
siglos XVI y XVII, y que como tal, es decir, como parte, por despreciable que a
alguien pudiera parecer, de nuestro patrimonio histórico debe ser conservado en
el mejor estado posible, y pintarlo de añil no lo es. ¡Vamos, que no son unas
piedras como cualesquiera otras! ¿Qué pensaríamos si algún paisano o paisana nuestra hubiera
tenido la ocurrencia de pintar de añil, por muy bonito y típico que nos resulte
este color, la talla de la Virgen de Villajos tras ser encontrada en el
interior de un muro de aquella ermita?
Una de esas bolas víctimas de la pintura |
En
fin, y volviendo al hecho que comento, ante tal barbaridad, nuestras autoridades
deberían ordenar la eliminación de esa pintura y devolver a esas bolas su
aspecto original. Puede que leyendo estas líneas alguien piense que exagero,
que estoy fuera de onda, que cómo me pongo por unas piedras. Pues bien, si hay
alguien que así opinara, sólo me cabe recomendarle que con toda urgencia se
recicle culturalmente. ¡Basta ya de atentados contra nuestro patrimonio
arqueológico sean sus restos de la época que sean!
FRANCISCO ESCRIBANO SÁNCHEZ-ALARCOS
No hay comentarios:
Publicar un comentario