DULCINEA
Don
Quijote, tras decidir ser caballero andante, puso nombre a su caballo
(Rocinante) y a si mismo (Don Quijote de la Mancha) y “ se dio a entender que no le faltaba
otra cosa sino buscar una dama de quien enamorarse; porque el caballero andante
sin amores era árbol sin hojas y sin fruto, y cuerpo sin alma (...) “. Mucho se alegró “ cuando halló á quien dar nombre
de su dama (...). Y fué, á lo que se cree, que en
un lugar cerca del suyo habia una moza labradora de muy buen parecer, de quien
él un tiempo anduvo enamorado, aunque, segun se entiende, ella jamas lo supo ni
se dió cata dello. Llamábase Aldonza Lorenzo, y á ésta le pareció ser bien
darle título de señora de sus pensamientos “.
También la “bautizó” por su cuenta: “ y buscándole nombre que no desdijese mucho del
suyo, y que tirase y se encaminase al de princesa y gran señora, vino a
llamarla DULCINEA DEL TOBOSO, porque era natural del Toboso: nombre á su parecer
músico y peregrino y significativo, como todos los demas que á él y á sus cosas
había puesto “ (Capítulo I, 1ª parte).
Las
invocaciones a Dulcinea por parte de Don Quijote son muy frecuentes a lo largo
de la obra; he aquí un ejemplo del principio, en la primera salida del hidalgo:
“ ¡ Oh
princesa Dulcinea, señora deste cautivo corazon ! Mucho agravio me habedes fecho en despedirme y reprocharme con el
riguroso afincamiento de mandarme no parecer ante la vuestra fermosura.
Plégaos, señora, de membraros deste vuestro sujeto corazon, que tantas cuitas
por vuestro amor padece “ (Capítulo II, 1ª
parte). Estando en Sierra Morena, Don Quijote dedica a su amada expresiones
dignas de mención: “ Oh Dulcinea del Toboso, dia de mi noche, gloria de mi pena, norte de
mis caminos, estrella de mi ventura “ (Capítulo
XXV, 1ª parte).
El encuentro con los mercaderes toledanos (G. Doré) |
Para
Don Quijote Dulcinea es el ser humano más excelso. Al encontrarse, tras salir
de la venta donde fue armado caballero, con los mercaderes toledanos que iban a
comprar seda a Murcia “ levantó Don Quijote la voz, y con ademan arrogante dijo: Todo el
mundo se tenga, si todo el mundo no confiesa que no hay en el mundo todo
doncella más hermosa que la emperatriz de la Mancha, la sin par Dulcinea del
Toboso “. Al darse cuenta de su
locura, uno de los mercaderes, en tono de burla, le dice que para hacer esa
declaración han de verla. Nuestro hidalgo, por defender la hermosura de su
dama, no dudará en enfrentarse a aquella
gente: “
La importancia está en que sin verla lo
habeis de creer, confesar, afirmar,
jurar y defender; donde nó, conmigo sois en batalla, gente descomunal y
soberbia: que ahora vengais uno á uno, como pide la órden de caballería, ora
todos juntos, como es costumbre y mala usanza de los de vuestra ralea, aquí os
aguardo y espero, confiado en la razon que de mi parte tengo “. Ante la insistencia en la burla, que atribuía supuestos
defectos a su amada, Don Quijote se irrita: “ no es tuerta ni corcovada, sino más derecha que
un huso de Guadarrama; pero vosotros pagareis la grande blasfemia que habeis
dicho contra tamaña beldad como es la de mi señora. Y en diciendo esto,
arremetió con la lanza baja contra el que lo habia dicho, con tanta furia y
enojo, que si la buena suerte no hiciera que en la mitad del camino tropezara y
cayera Rocinante, lo pasara mal el atrevido mercader. Cayó Rocinante, y fué
rodando su amo una buena pieza por el campo, y queriéndose levantar, jamas pudo
(...). Y entre tanto que pugnaba por levantarse, y
no podia, estaba diciendo: Non fuyais, gente cobarde, gente cautiva; atended,
que nó por culpa mia, sino de mi caballo, estoy aquí tendido “ (Capítulo IV, 1ª
parte). Mal le fue al caballero, pues fue molido a palos.
Yendo
Don Quijote y Sancho al entierro de Grisóstomo se encontraron con unos
caballeros que iban a Sevilla, a uno de los cuales, llamado Vivaldo, le cuenta
Don Quijote quién era su dama: “ su nombre es Dulcinea, su patria el Toboso, un lugar de la Mancha, su
calidad por lo ménos ha de ser de princesa, pues es reina y señora mia; su
hermosura sobrehumana, pues en ella se vienen á hacer verdaderos todos los
imposibles y quiméricos atributos de belleza que los poetas dan á sus damas;
que sus cabellos son oro, su frente campos elíseos, sus cejas arcos del cielo,
sus ojos soles, sus mejillas rosas, sus labios corales, perlas sus dientes,
alabastro su cuello, mármol su pecho, marfil sus manos, su blancura nieve, y
las partes que á la vista humana encubrió la honestidad son tales, según yo
pienso y entiendo, que sólo la discreta consideración puede encarecerlas y nó compararlas “. Vivaldo le pregunta por su linaje y alcurnia. “ Á lo cual respondió Don
Quijote: No es de los antiguos Curcios, Gayos y Cipiones romanos; ni de los
modernos Colonas y Ursinos; ni de los Moncadas y Requesenes de Cataluña; ni
ménos de los Rebellas y Villanovas de Valencia; Palafojes, Nuzas, Rocabertis,
Corellas, Lunas, Alagones, Urreas, Foces y Gurreas de Aragon; Cerdas,
Manriquez, Mendozas y Guzmanes de Castilla; Alencastros, Pallas y Meneses de
Portugal; pero es de los del Toboso de la Mancha, linaje, aunque moderno, tal,
que puede dar generoso principio á las más ilustres familias de los venideros
siglos “. Oyendo todo esto, Sancho
no permanecía impasible: “ Sancho Panza pensaba que cuanto su amo decia era verdad, sabiendo él
quien era, y habiéndole conocido desde su nacimiento; y en lo que dudaba algo
era en creer aquello de la linda Dulcinea del Toboso, porque nunca tal nombre
ni tal princesa habia llegado jamas á su noticia, aunque vivia tan cerca del
Toboso “ (Capítulo XIII, 1ª parte).
Don Quijote y Sancho adentrándose en Sierra Morena (G. Doré) |
Cuando
Don Quijote habla con Sancho en Sierra Morena sobre una carta que éste ha de
llevar a Dulcinea, dice de ésta: “ á lo que
yo me sé acordar, Dulcinea no sabe escribir ni leer “. Sobre su relación amorosa, aclara: “ mis amores y los suyos han sido
siempre platónicos, sin extenderse á más que á un honesto mirar, y áun esto tan
de cuando en cuando, que osaré jurar con verdad, que en doce años que ha que la
quiero más que á la lumbre destos ojos que ha de comer la tierra, no la he
visto cuatro veces, y áun podrá ser que destas cuatro veces no hubiese ella
echado de ver la una que la miraba “,
lo que Don Quijote relaciona con la actitud de los padres de Dulcinea: “ tal es el recato y
encerramiento con que su padre Lorenzo Corchuelo y su madre Aldonza Nogales la
han criado “. Cuando esto dice Don
Quijote, Sancho afirma saber quién es: “ bien la conozco (...)
y sé decir que tira tan bien una barra como el más forzudo zagal de todo el
pueblo: vive el Dador que es moza de chapa, hecha y derecha, y de pelo en
pecho, y que puede sacar la barba del lodo á cualquier caballero andante ó por
andar que la tuviere por señora. ¡ Oh hideputa, qué rejo que tiene, y qué voz
! Sé decir que se puso un dia encima del
campanario del aldea á llamar unos zagales suyos que andaban en un barbecho de
su padre, y aunque estaban de allí más de media legua, así la oyeron como si
estuvieran al pié de la torre; y lo mejor que tiene es que no es nada
melindrosa, porque tiene mucho de cortesana; con todos se burla, y de todo hace
mueca y donaire. Ahora digo, señor, caballero de la Triste Figura, que no
solamente puede y debe vuestra merced hacer locuras por ella, sino que con
justo título puede desesperarse y ahorcarse, que nadie habrá que lo sepa que no
diga que hizo demasiado de bien, puesto que le lleve el diablo “.
Y
prosigue Sancho: “
hasta aquí he estado en una grande ignorancia, que pensaba bien y fielmente que
la señora Dulcinea debia de ser alguna princesa de quien vuestra merced estaba
enamorado, ó alguna persona tal que mereciese los ricos presentes que vuestra
merced le ha enviado, así el del vizcaíno como el de los galeotes, y otros
muchos que deben ser, según deben de ser muchas las vitorias que vuestra merced
ha ganado y ganó en el tiempo que yo aún
no era su escudero; pero bien considerado, ¿ qué se le ha de dar á la señora
Aldonza Lorenzo, digo, á la señora Dulcinea del Toboso, de que se le vayan á
hincar de rodillas delante della los vencidos que vuestra merced le envia y ha
de enviar ? porque podria ser que al tiempo que
ellos llegasen estuviese ella rastrillando lino ó trillando en las eras,
y ellos se corriesen de verla, y ella se riese y enfadase del presente “.
Don
Quijote le contesta: “ Sancho, por lo que yo quiero á Dulcinea del Toboso, tanto vale como
la más alta princesa de la tierra: sí que no todos los poetas que alaban dama
debajo de un nombre que ellos á su albedrío les ponen, es verdad que las
tienen. ¿ piensas tu, que las Amarilis , las Filis, las Silvias, las Dianas,
las Galateas, las Alidas, y otras tales de que los libros, los romances, las
tiendas de los barberos, los teatros de las comedias están llenos, fueron
verdaderamente damas de carne y hueso, y de aquellos que las celebran y celebraron ? nó por cierto, sino que las
más se las fingen por dar sujeto á sus versos, y porque los tengan por
enamorados y por hombres que tienen valor para serlo; y así, bástame á mí
pensar y creer que la buena de Aldonza Lorenzo es hermosa y honesta, y en lo
del linaje importa poco, que no han de ir á hacer la información dél para darle
algun hábito, y yo me hago cuenta que es la más alta princesa del mundo; porque
has de saber, Sancho, si no lo sabes, que dos cosas solas incitan á amar más
que otras, que son la mucha hermosura y la buena fama, y estas dos cosas se
hallan consumadamente en Dulcinea, porque en ser hermosa ninguna le iguala, y
en la buena fama pocas le llegan: y para concluir con todo, yo imagino que todo
lo que digo es así, sin que sóbre ni falte nada; y píntola en mi imaginación
como la deseo, así en la belleza como en la principalidad; y ni la llega Elena,
ni la alcanza Lucrecia, ni otra alguna de las famosas mujeres de las edades
pretéritas, griega, bárbara ó latina: y
diga cada uno lo que quisiere, que si por esto fuere reprendido de los
ignorantes, no seré castigado de los rigurosos “ (Capítulo XXV, 1ª parte).
FRANCISCO ESCRIBANO SÁNCHEZ-ALARCOS