SANCHO PANZA (cont.)
Entre señor y escudero son
frecuentes los detalles de cariño que sentían uno hacia otro. En relación con
ello, no son pocas las veces en que don Quijote se dirige a su escudero
llamándole “Sancho el bueno“ o “Sancho
bueno“.
"Sancho bueno, Sancho amigo" |
Uno de los amores de
Sancho es su rucio. Encontrarlo después de haberlo perdido le supuso una
inmensa alegría cuando se produce el regreso a la aldea tras la segunda salida:
“ vieron venir por el camino
donde ellos iban á un hombre caballero sobre su jumento, y cuando llegó cerca
les pareció que era gitano; pero Sancho Panza, que do quiera que veia asnos se
le iban los ojos y el alma, apénas hubo visto al hombre, cuando conoció que era
Gines de Pasamonte, y por el hilo del gitano sacó el ovillo de su asno, como
era la verdad, pues era el rucio sobre que Pasamonte venia: el cual, por no ser
conocido y por vender el asno, se habia puesto en traje de gitano. (...) Vióle Sancho y conocióle, y apenas le hubo visto y
conocido, cuando á grandes voces le dijo: Ah ladron Ginesillo, deja mi prenda,
suelta mi vida, no te empaches con mi descanso, deja mi asno, deja mi regalo,
huye puto, auséntate ladron, y desampara lo que no es tuyo “ .
Tras salir huyendo Ginés “ Sancho llegó á su rucio, y
abrazándole le dijo: ¿ Cómo has estado, bien mio, rucio de mis ojos, compañero
mio ? Y con esto le besaba y acariciaba como si fuera persona “ (Capítulo
XXX, 1ª parte). De forma semejante
manifiesta Sancho el cariño hacia su caballería cuando tras abandonar la ínsula
ambos caen por una sima y Sancho comparte con su rucio el alimento que llevaba:
“ Estaba el rucio boca arriba, y
Sancho Panza le acomodó de modo que le puso en pié, que apenas se podia tener;
y sacando de las alforjas, que tambien habian corrido la mesma fortuna de la
caida, un pedazo de pan, lo dio á su jumento, que no le supo mal; y díjole
Sancho, como si lo entendiera: Todos los duelos con pan son buenos “ (Capítulo LV, 2ª parte).
Sobre su apariencia
externa, Don Quijote lo caracteriza bien cuando tras afirmar de sí mismo Sancho
lo señalado anteriormente y su elegancia cuando vista, si llega la ocasión, con
ropa de duque, leemos: “ Bien parecerás, dijo don
Quijote; pero será menester que te rapes
las barbas á menudo, que según las tienes de espesas, aborrascadas y mal
puestas, si no te las rapas á navaja cada dos dias por lo ménos, á tiro de
escopeta se echará de ver lo que eres “
(Capítulo XXI, 1ª parte).
Sirve para caracterizarlo
también lo que dice de sí mismo cuando al principio de la tercera salida,
camino de El Toboso, Sansón Carrasco les refiere lo que hay escrito sobre ellos
en la segunda parte apócrifa: “ bien es
verdad que soy algo malicioso, y que tengo mis ciertos asomos de bellaco; pero
todo lo cubre y tapa la gran capa de la simpleza mia, siempre natural y nunca
artificiosa: y cuando otra cosa no tuviese sino el creer, como siempre creo,
firme y verdaderamente en Dios y en todo aquello que tiene y cree la santa
Iglesia católica romana, y el ser enemigo mortal , como lo soy, de los judíos,
debian los historiadores tener misericordia de mí, y tratarme bien en sus
escritos; pero digan lo que quisieren, que desnudo nací, desnudo me hallo, ni
pierdo ni gano; aunque por verme puesto en libros, y andar por ese mundo de
mano en mano, no me da un higo que digan de mí todo lo que quisieren “ ( Capítulo VIII, 2ª parte ).
Sobre el tratamiento que
de Sancho hace la segunda parte apócrifa de la obra se habla estando en la
venta cuando van camino de Zaragoza. Uno de los caballeros allí presente dice: “ no os trata este autor moderno con la limpieza
que en vuestra persona se muestra: píntaos comedor y simple, y no nada
gracioso, y muy otro del Sancho que en la primera parte de la historia de
vuestro amo se describe “. Sancho replica: “
Que me maten, señores, si el autor deste libro que vuesas mercedes tienen,
quiere que no comamos buenas migas juntos: yo querria que ya que me llaman
comilon, como vuesas mercedes dicen, no me llamase tambien borracho “,
a lo que contesta el mencionado caballero: “
Sí llama, dijo don Jerónimo; pero no me acuerdo en qué manera, aunque sé que
son malsonantes las razones, y ademas mentirosas, según yo echo de ver en la
fisonomía del buen Sancho que está presente “
(Capítulo LIX, 2ª parte).
También en relación con
esa parte apócrifa, cuando de regreso definitivo a la aldea Don Quijote y
Sancho se encuentran con Don Álvaro Tarfe, Sancho se describe a sí mismo: “ el verdadero Sancho Panza soy yo, que tengo más
gracias que llovidas: y sino haga vuesa merced la experiencia, y ándese tras de
mí por lo ménos un año, y verá que se me caen á cada paso, y tales y tantas,
que sin saber yo las más veces lo que me digo, hago reir á cuantos me escuchan
“ (Capítulo LXXI, 2ª parte).
Tras haberle ordenado Don
Quijote volver a El Toboso para ver a Dulcinea y darle su recado, Sancho,
comparándose con su señor, dice sobre él mismo: “ Este mi amo, por mil señales he visto que es un loco de atar, y áun
tambien yo no le quedo en zaga, pues soy más mentecato que él, pues le sigo y
le sirvo, si es verdadero el refran que dice: dime con quién andas, decirte he
quién eres; y el otro de: nó con quien naces, sino con quien paces “
(Capítulo X, 2ª parte).
Era terco. Es lo que
manifiesta cuando decide marcharse de la ínsula: “ Yo soy del linaje de los Panzas,
que todos son testarudos, y si una vez dicen nones, nones han de ser,
aunque sean pares, á pesar de todo el mundo “ (Capítulo LIII, 2ª parte).
Cervantes lo califica de
caritativo con motivo del encuentro que, tras haber dejado la ínsula y yendo en
busca de Don Quijote, tiene con unos peregrinos que le pedían limosna: “ sacó de sus alforjas medio pan y medio queso, de
que venia proveido, y dióselo, diciéndoles por señas que no tenia otra cosa que
darles “ (Capítulo LIV, 2ª
parte). Por cierto, uno de esos peregrinos era Ricote el morisco, vecino de
Sancho que se había marchado de casa en cumplimiento del bando real y había
estado en Francia y otros países europeos.
Sancho era muy dado al uso
de refranes. Por citar sólo algún ejemplo, en el pasaje en que están por Sierra
Morena y van hablando sobre lo que les había contado Cardenio, Sancho enlaza
unos cuantos: “ con su pan se lo coman” , “ de
mis viñas vengo, no sé nada” ,” el que compra y miente en su bolsa lo siente “
, “ desnudo nací, desnudo me hallo, ni pierdo ni gano “ , “ muchos piensan que
hay tocinos, y no hay estacas “ , etc., etc. Tantos
utiliza, que hace saltar a su amo: “
¡Válame Dios, dijo Don Quijote, y ¡qué de necedades vas, Sancho, ensartando! ¿
Qué va de lo que tratamos á los refranes que enhilas ? Por tu vida, Sancho, que
calles “ (Capítulo XXV, 1ª
parte).
Don Quijote aconseja a Sancho (G. Doré) |
Don Quijote, cuando está
dándole consejos para cuando esté de gobernador de la ínsula, le advierte sobre
esa costumbre de los refranes y entre ellos se traba una interesante
conversación: “ Tambien, Sancho, no has de
mezclar en tus pláticas la muchedumbre de refranes que sueles, que puesto que
los refranes son sentencias breves, muchas veces los traes tan por los
cabellos, que más parecen disparates que sentencias. Eso Dios lo puede
remediar, respondió Sancho, porque sé más refranes que un libro, y viénenseme
tantos juntos á la boca cuando hablo, que riñen por salir unos con otros; pero
la lengua va arrojando los primeros que encuentra, aunque no vengan á pelo; mas
yo tendré cuenta de aquí delante de decir los que convengan á la gravedad de mi
cargo, que en casa llena presto se guisa la cena, y quien destaja no baraja, y
á buen salvo está el que repica, y el dar y el tener seso ha menester. Eso sí,
Sancho, dijo Don Quijote, encaja, ensarta, enhila refranes, que nadie te va á
la mano: castígame mi madre, y yo trompógelas. Estoite diciendo que excuses
refranes, y en un instante has echado aquí una letanía dellos, que así cuadran
con lo que vamos tratando como por los cerros de Úbeda. Mira, Sancho, no te
digo yo que parece mal un refran traido á propósito; pero cargar y ensartar
refranes á trochemoche, hace la plática desmayada y baja “.
Como Sancho proseguía con el refranero, su amo acaba indignándose: “ ¡Oh maldito seas de Dios, Sancho! dijo á esta
sazon Don Quijote: sesenta mil satanases te lleven á ti y á tus refranes. Una
hora ha que los estás ensartando, y dándome con cada uno tragos de tormento. Yo
te aseguro que estos refranes te han de llevar un dia á la horca; por ellos te
han de quitar el gobierno tus vasallos, ó ha de haber entre ellos comunidades.“
E insiste: “ Dime
¿dónde los hallas, ignorante? ¿o como los aplicas, mentecato? que para decir yo
uno, y aplicarle bien sudo y trabajo como si cavase “ (Capítulo X, 2ª parte).
Pese al uso casi continuo
de refranes, Sancho, al fin y al cabo, tenía poca cultura y no era raro que
errara bastante en el uso del lenguaje. En el episodio de la boda de Camacho
Don Quijote lo reprende por los juicios que vertía, a lo que él dijo: “ sé que no he dicho muchas necedades en lo que he
dicho, sino que vuesa merced, señor mio, siempre es friscal de mis dichos y áun
de mis hechos “, a lo que responde su amo: “ Fiscal has de decir (...) que nó friscal, prevaricador del buen lenguaje, que Dios te confunda “.
Sancho justifica su falta de competencia en el uso del lenguaje: “ No se apunte vuesa merced conmigo (...), pues sabe que no me he criado en la corte, ni he
estudiado en Salamanca, para saber si añado ó quito alguna letra á mis
vocablos. Sí que, válgame Dios, no hay para qué obligar al sayagués á que hable
como el toledano; y toledanos puede haber que no las corten en el aire en esto
del hablar polido “ (Capítulo XIX, 2ª
parte ). Sancho era incapaz de escribir o de leer, sólo escribía su nombre.
Sobre los consejos de Don Quijote para ejercer como gobernador, decía él: “ no se me acuerda ni acordará más dellos que de
las nubes de antaño; y así será menester
que se me den por escrito, que puesto que no sé leer ni escribir, yo se los
daré á mi confesor para que me los encaje y recapacite cuando fuere menester (...). Bien sé firmar mi nombre, respondió Sancho, que
cuando fui prioste en mi lugar aprendí á hacer unas letras como de marca de
fardo, que decian que decia mi nombre “ (Capítulo XLIII, 2ª parte).
Lo cierto es que Sancho se
caracterizaba por “ hablar por los codos ” . En relación con la elección de
marido que hace Quiteria entre Basilio y el rico Camacho, Sancho protagoniza
una larga parrafada que acaba así: “
Sobre un buen cimiento se puede levantar un buen edificio, y el mejor cimiento
y zanja del mundo es el dinero “ . Don Quijote le espeta: “ Por quien Dios es, Sancho (...), que concluyas con tu arenga, que tengo para mí
que si te dejasen seguir en las que á cada paso comienzas, no te quedaria
tiempo para comer ni para dormir, que todo lo gastarias en hablar “.
Al respecto, y tras la plática que sobre el tema de la muerte mantienen
caballero y escudero, dice don Quijote: “
No más, Sancho (...): tente en buenas y no te dejes
caer, que en verdad que lo que has dicho de la muerte por tus rústicos términos
es lo que pudiera decir un buen predicador. Dígote, Sancho, que si como tienes
buen natural, tuvieras discreción, pudieras tomar un púlpito en la mano y irte
por ese mundo predicando lindezas “ (Capítulo
XX, 2ª parte).
Sancho se tenía por hombre
de poca memoria. Cuando Don Quijote, estando por Sierra Morena, le dice que le
va a leer la carta que escribe a Dulcinea, por si se le pierde por el camino,
contesta Sancho: “ Escríbala vuestra merced dos ó
tres veces ahí en el libro, y démele, que yo le llevaré bien guardado; porque
pensar que yo la he de tomar en la memoria es disparate, que la tengo tan mala
que muchas veces se me olvida cómo me llamo “ (Capítulo XXV, 1ª parte).
Sancho Panza, hombre de buen apetito (G. Doré) |
Por su extracción social
era de nivel cultural bajo, pero a veces se muestra muy razonable y muy agudo.
Es lo que le dice su amo después de haberse encontrado con la carreta de los
miembros de la compañía de teatro de Angulo el Malo en la conversación que
mantienen: “ Cada dia, Sancho, dijo Don
Quijote, te vas haciendo ménos simple y más discreto. Sí, que algo se me ha de
pegar de la discreción de vuesa merced, respondió Sancho, que las tierras que
de suyo son estériles y secas, , estercolándolas y cultivándolas vienen á dar
buenos frutos: quiero decir que la conversación de vuesa merced ha sido el
estiércol que sobre la estéril tierra de mi seco ingenio ha caido, la
cultivacion el tiempo que ha que le sirvo y comunico; y con esto espero de dar
frutos de mí que sean de bendición, tales que no desdigan ni deslicen de los
senderos de la buena crianza que vuesa merced ha hecho en el agostado
entendimiento mio. Rióse Don Quijote de las afectadas razones de Sancho, y parecióle ser verdad lo que decia
de su enmienda, porque de cuando en cuando hablaba de manera que le admiraba “ (Capítulo
XII, 2ª parte).
Sancho tiene su parte de
codicioso. Cervantes, al narrar cómo van en busca de Don Quijote el escudero,
el cura y el barbero, y refiriéndose al hecho de haberse quedado Sancho con la
maleta de Cardenio, dice: “ siguieron
su camino, guiándolos Sancho Panza, el cual les fue contando lo que les
aconteció con el loco que hallaron en la sierra, encubriendo empero el hallazgo
de la maleta y de cuanto en ella venia, que, magüer que tonto, era un poco
codicioso el mancebo “ (Capítulo
XXVII, 1ª parte). Esto tiene su punto de contradicción con el pasaje en que,
tras haber abandonado Sancho la ínsula, el morisco Ricote le ofrece darle 200
escudos si lo acompaña a recoger un tesoro que había dejado enterrado antes de
partir de su casa en el pueblo hacia el exilio: “ Ya te he dicho, Ricote, (...) que no quiero: conténtate que por mí no serás
descubierto, y prosigue en buena hora tu camino, y déjame seguir el mio, que yo
sé que lo bien ganado se pierde, y lo malo, ello y su dueño “ (Capítulo LIV, 2ª parte).
Abundando en esta actitud,
cuando caballero y escudero proyectan su tercera salida, Sancho expone sus
razones para cobrar un salario de forma puntual, pero al final queda convencido
de lo que le argumenta su amo: “ Es el
caso (...) que como vuesa merced mejor
sabe, todos estamos sujetos á la muerte, y que hoy somos y mañana nó, y que tan
presto se va el cordero como el carnero, y que nadie puede prometerse en este
mundo más horas de vida de las que Dios quisiere darle; porque la muerte es
sorda, y cuando llega á llamar á las puertas de nuestra vida, siempre va de
priesa, y no la harán detener ni ruegos,
ni fuerzas, ni cetros, ni mitras, segun es pública voz y fama, y segun nos lo
dicen por esos púlpitos (...) vuesa merced me señale salario
conocido de lo que me ha de dar cada mes el tiempo que le sirviere, y que el
tal salario se me pague de su hacienda, que no quiero estar á mercedes, que
llegan tarde ó mal o nunca; con lo mio
me ayude Dios. En fin, yo quiero saber lo que gano, poco ó mucho que sea; que
sobre un huevo pone la gallina, y muchos pocos hacen un mucho, y mientras se
gana algo no se pierde nada. Verdad sea que si sucediese (lo cual ni lo creo ni
lo espero) que vuesa merced me diese la ínsula que me tiene prometida, no soy
tan ingrato, ni llevo las cosas tan por los cabos, que no querré que se aprecie
lo que montare la renta de la tal ínsula, y se descuente de mi salario gata por
cantidad “.
Don Quijote no está por
ello: “ Mira, Sancho, yo bien te
señalaria salario, si hubiera hallado en alguna de las historias de los
caballeros andantes ejemplo que me descubriese y mostrase por algun pequeño
resquicio qué es lo que solian ganar cada mes ó cada año; pero yo he leido
todas ó las más de sus historias, y no me acuerdo haber leido que ningun
caballero andante haya señalado conocido salario á su escudero; sólo sé que
todos servian á merced, y que cuando ménos se lo pensaban, si á sus señores les
habia corrido bien la suerte, se hallaban premiados con una ínsula ó con otra
cosa equivalente, y por lo ménos quedaban con título ó señoría: si con estas
esperanzas y aditamentos vos, Sancho, gustais de volver á servirme, sea en
buena hora, que pensar que yo he de sacar de sus términos y quicios la antigua
usanza de la caballería andante, es pensar en lo excusado: así que, Sancho mio,
volveos á vuestra casa, y declarad á vuestra Teresa mi intención; y si ella
gustare y vos gustáredes de estar á merced conmigo, bene quidem, y sino, tan amigos como de ántes, que si al palomar
no le falta cebo no le faltarán palomas; y advertid, hijo, que vale más buena
esperanza que ruin posesion, y buena queja que mala paga. Hablo desta manera,
Sancho, por daros á entender que tambien como vos sé yo arrojar refranes como
llovidos; y finalmente quiero decir, y os digo, que si no quereis venir á
merced conmigo y correr la suerte que yo corriere, que Dios quede con vos y os
haga un santo, que á mí no me faltarán escuderos más obedientes, más solícitos,
y nó tan empachados ni tan habladores como vos “.
Al oír de Don Quijote que
con cualquier otro escudero estará contento pues Sancho no se dignaba ir con
él, Sancho contesta afirmando su intención de acompañarle: “ Sí digno, respondió Sancho, enternecido y llenos
de lágrimas los ojos, y prosiguió: no se dirá por mí, señor mio, el pan comido
y la compañía deshecha: sí que no vengo yo de alguna alcurnia desagradecida,
que ya sabe todo el mundo, y especialmente mi pueblo, quién fueron los Panzas
de quien yo deciendo, y más que tengo conocido y calado por muchas buenas obras
y por más buenas palabras el deseo que vuesa merced tiene de hacerme merced; y
si me he puesto en cuentas de tanto más cuanto acerca de mi salario, ha sido
por complacer á mi mujer , la cual, cuando toma la mano á persuadir una cosa,
no hay mazo que tanto apriete los aros de una cuba como ella aprieta á que se
haga lo que quiere; pero, en efeto, el hombre ha de ser hombre y la mujer
mujer; y pues yo soy hombre donde quiera, que no lo puedo negar, tambien lo
quiero ser en mi casa, pese á quien pesare; y así no hay más que hacer sino que
vuestra merced ordene su testamento con su codicilo, en modo que no se pueda
revolcar, y pongámonos luego en camino “ (Capítulo VII, 2ª parte).
FRANCISCO ESCRIBANO SÁNCHEZ-ALARCOS
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