SANCHO PANZA (cont.)
En
el capítulo XLV de la 2ª parte Sancho toma posesión como supuesto gobernador de
la supuesta ínsula, menester en el que tiene que soportar no pocas burlas,
entre las que se cuenta la de hacerle juzgar en causas tales como resolver las
diferencias entre un sastre y su cliente, resolver el pleito entre una mujer y
un hombre al que acusaba de haberla forzado, etc., etc.
Sancho Panza y sus problemas con el doctor Pedro Recio por la comida (G. Doré) |
Una
de ellas es la de la comida, que abundantemente se le pone delante pero le es
prohibida por una u otra razón por el médico Pedro Recio Agüero de Tirteafuera.
Sancho, con hambre notable, dice, dirigiéndose al médico: “ quíteseme luego de delante;
sino voto al sol que tome un garrote, y que á garrotazos, comenzando por él, no
me ha de quedar médico en toda la ínsula, á lo menos de aquellos que yo
entienda que son ignorantes; que á los
médicos sabios, prudentes y discretos los pondré sobre mi cabeza, y los
honraré como á personas divinas: y vuelvo á decir que se me vaya Pedro Recio de
aquí, sino tomaré esta silla donde estoy sentado, y se la estrellaré en la
cabeza; y pídanmelo en residencia, que yo me descargaré con decir que hice
servicio á Dios en matar á un mal médico, verdugo de la república; y denme de
comer, ó sino tómense su gobierno, que oficio que no da de comer á su dueño, no
vale dos habas “ (Capítulo XLVII, 2ª parte).
Sobre
las costumbres gastronómicas de Sancho es ejemplar lo que dice al doctor Pedro
Recio: “
Mirad, señor doctor, de aquí adelante no os cureis de darme á comer cosas
regaladas ni manjares exquisitos, porque será sacar á mi estómago de sus
quicios, el cual está acostumbrado á cabra, á vaca, á tocino, á cecina, á nabos
y a cebollas, y si acaso le dan otros manjares de palacio, los recibe con
melindre y algunas veces con asco: lo que el maestresala puede hacer es traerme
estas que llaman ollas podridas, que mientras más podridas son, mejor huelen, y
en ellas puede embaular y encerrar todo lo que él quisiere, como sea de comer,
que yo se lo agradeceré y se lo pagaré algun dia “ (Capítulo XLIX, 2ª
parte).
La
entrada al pueblo cuando el regreso definitivo tiene como hecho trascendental,
tras los saludos al cura y al bachiller, el encuentro con su mujer y su hija.
La esposa se extraña de verlo como venía y no como gobernador. Sancho hace
balance de su aventura: “ Calla, Teresa, respondió Sancho, que muchas veces donde hay estacas
no hay tocinos; y vámonos á nuestra casa, que allá oirás maravillas. Dineros
traigo, que es lo que importa, ganados por mi industria y sin daño de nadie “ (Capítulo LXXIII, 2ª parte).
Caballero y escudero regresan definitivamente a su pueblo (G. Doré) |
Los
seis días que Don Quijote estuvo, antes de morir, en la cama con calentura
estuvo “ sin quitársele de la cabecera Sancho
Panza, su buen escudero “ relata
Cervantes. Como sus amigos, Sancho animaba al enfermo. Cuando el médico
que lo atendió dijo que su vida corría peligro y debía ponerse a bien con Dios,
Sancho, al igual que el ama y la sobrina, lloraba “ tiernamente “ como si su amo hubiera ya muerto. Don Quijote días después
se confiesa y Sancho vuelve a la casa: “ Sancho (que ya sabia por nuevas del bachiller en
qué estado estaba su señor) hallando á la ama y á la sobrina llorosas, comenzó
á hacer pucheros y á derramar lágrimas “.
Cuando el cura confirma que se va a morir Don Quijote y que va a hacer
testamento, Sancho vuelve a llorar y suspirar.
El
caballero no se olvida de su fiel escudero en el testamento, según se dijo más
arriba. Don Quijote después le pide perdón por las locuras pasadas, lo que hace
reaccionar a Sancho: “ ¡Ay! respondió Sancho llorando, no se muera vuesa merced, señor mio,
sino tome mi consejo y viva muchos años, porque la mayor locura que puede hacer
un hombre en esta vida es dejarse morir sin más ni más, sin que nadie le mate,
ni otras manos le acaben que las de la melancolía. Mire no sea perezoso, sino
levántese desa cama, y vámonos al campo, vestidos de pastores, como tenemos
concertado; quizá tras de alguna mata hallaremos á la señora Dulcinea
desencantada, que no haya más que ver. Si es que se muere de pesar de verse
vencido, écheme á mí la culpa, diciendo que por haber yo cinchado mal á
Rocinante le derribaron: cuanto más que vuesa merced habrá visto en sus libros
de caballerías ser cosa ordinaria derribarse unos caballeros á otros, y el que
es vencido hoy, ser vencedor mañana “.
Tres días vivió Don Quijote desde que hizo testamento. Tras morir “ andaba la casa alborotada; pero
con todo comia la sobrina, brindaba el ama, y se regocijaba Sancho Panza; que
esto del heredar algo borra ó templa en el heredero la memoria de la pena que
es razon que deje el muerto “ (Capítulo LXXIV, 2ª parte). Aun así, lo dice también Cervantes,
no dejó de estar presente el llanto de Sancho.
Tras
el prólogo de la primera parte se insertan varios poemas, dos de ellos
dedicados a Sancho Panza:
“ GANDALIN, ESCUDERO DE AMADIS DE GAULA, Á SANCHO
PANZA,
ESCUDERO DE DON QUIJOTE
SONETO
Salve, varon famoso, á quien
fortuna,
Cuando en el trato escuderil te
puso,
Tan blanda y cuerdamente lo
dispuso,
Que lo pasaste sin desgracia
alguna.
Ya la azada ó la hoz poco repuna
Al andante ejercicio, ya está en
uso
La llaneza escudera con que acuso
Al soberbio que intenta hollar la
luna.
Envidio á tu jumento y á tu
nombre,
Y á tus alforjas igualmente
envidio,
Que mostraron tu cuerda
providencia.
Salve otra vez, oh Sancho, tan
buen hombre,
Que á solo tú, nuestro español
Ovidio
Con buzcorona te hace reverencia.
“
“ DEL FAMOSO POETA ENTREVERADO Á SANCHO PANZA
Soy Sancho Panza, escude-
Del manchego Don Quijo-;
Puse piés en polvoro-
Por vivir á lo discre-;
Que el tácito Villadie-
Toda su razon de esta-
Cifró en una retira-,
Según siente Celesti-,
Libro en mi opinión divi-,
Si encubriera más lo huma-. “
Y he
aquí lo que decía de Sancho uno de los académicos de Argamasilla:
“ DEL BURLADOR, ACADÉMICO ARGAMASILLESCO,
Á SANCHO PANZA
SONETO
Sancho Panza es aqueste en cuerpo
chico,
Pero grande en valor (¡ milagro
extraño ! );
Escudero el más simple y sin
engaño
Que tuvo el mundo, os juro y
certifico:
De ser conde no estuvo en un
tantico,
Si no se conjuraran en su daño
Insolencias y agravios del tacaño
Siglo, que aún no perdonan á un
borrico.
Sobre él anduvo (con perdon se
miente)
Este manso escudero, tras el
manso
Caballo Rocinante, y tras su
dueño.
¡ Oh vanas esperanzas de la
gente,
Cómo pasais con prometer
descanso,
Y al fin parais en sombra, en
humo, en sueño ! “
( Capítulo LII, 1ª parte ).
FRANCISCO ESCRIBANO SÁNCHEZ-ALARCOS
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