jueves, 17 de noviembre de 2016

AVISO URGENTE

Esta noche y durante varios jueves a las 22,30 horas el canal Discovery Max (DMAX) ofrece una serie sobre la Guerra Civil Española con materiales originales, en color, de la Filmoteca Española. Promete ser muy interesante.
Sugiero a los lectores que no dejen de verlo.


FRANCISCO ESCRIBANO SÁNCHEZ-ALARCOS

martes, 15 de noviembre de 2016

POR SANTA CECILIA ..., UNAS NOTAS MUSICALES CON LA FILARMÓNICA BEETHOVEN

La Filarmónica Beethoven en 1934
El 5 de septiembre de 1935 la Banda de Música Filarmónica Beethoven de Campo de Criptana obtuvo el 2º premio en el Certamen Nacional de Bandas celebrado en Cuenca. La obra obligada había sido Pinceladas de Castilla, de A. Ortega, la de libre elección La boda de Luis Alonso, de G. Giménez, y como pasodoble Sueños de artista, de M. Gimeno.

La Corporación criptanense se hizo eco del galardón obtenido y en la sesión municipal  que tuvo lugar seis días después, a propuesta del concejal Francisco Lorente Alberca, se hizo constar en acta “la satisfacción del Ayuntamiento por el triunfo que recientemente ha obtenido en Cuenca la Banda de Música que dirige D. Manuel Angulo”. Pero la cosa no acabó ahí.
Diploma acreditativo
del premio en Cuenca (1935)

En efecto, el 29 de octubre de ese año se desarrolló en el Teatro Cervantes un Festival Artístico Musical en homenaje a la Banda, imágenes de cuyo programa de mano se reproducen en este artículo. El Festival, cuyos beneficios económicos habrían de servir para comprar una tuba o bajo y en el que tomarían parte “distinguidas señoritas de la localidad, la orquesta RUYRA de Ciudad Real y otros valiosos elementos artísticos”, se compuso de dos partes. La primera constaría de:

. Saludo y ofrenda, por el niño Francisco Coronado.
. Canción, por el niño Antonio Huertas.
. Talaverana, de M. Ibáñez, R. Fandiño y M. Moras (por cierto, obsérvese el error en el programa de mano), a cargo de un coro de señoritas de la localidad.
. La Romanza en fa, de Beethoven.
. Una selección de El guitarrico, zarzuela de Agustín Pérez Soriano, para violín y piano, con Antonio Millán y Celedonio Cedenilla, respectivamente, como solistas.
. Linda flor, una canción de C. Cedenilla para coro de señoritas.
. Baile regional manchego, por cuatro niños de la localidad.
. Jotas, con las voces del niño Antonio Huertas y coro.
. Himno a Criptana, con letra de José Vicente Ortiz Muro y música del maestro Cedenilla.

En la segunda parte se entregaría al maestro Angulo una “artística batuta ofrecida por suscripción popular”, y posteriormente la Filarmónica ejecutaría las obras por las que fue premiada en Cuenca.

Como curiosidad hay que añadir que las localidades para el festival se podrían adquirir en el Estanco de la Plaza.

Como se ve, por entonces ya se había compuesto el Himno de este pueblo, pero todavía no estaba reconocido como tal. Sobre este asunto, el director de la Banda desde 1933, Manuel Angulo Sepúlveda, presentó una solicitud al Ayuntamiento fechada a 22 de abril de 1939, pocas semanas después de finalizada la Guerra Civil, y que la Corporación vio en sesión de 6 de mayo. El contenido resumido de la solicitud era el siguiente:

. En octubre de 1935 se hizo un himno a Campo de Criptana por el poeta José Vicente Ortiz Muro por encargo del propio Angulo.
. Le puso música Celedonio Cedenilla Fernández, “mártir entre otros del Glorioso Movimiento Salvador de España”.
. El himno se estrenó solemnemente en el Teatro Cervantes el 29 de octubre de 1935.
. No dio tiempo a que el himno fuera reconocido por las autoridades y pueblo en general como himno oficial del pueblo, porque “… entramos desgraciadamente en periodo marxista para luego convertirse en plena revolución roja …”.
. Por todo ello suplicaba que se incoara expediente para que fuese declarado legal el himno. Acompañaba copia de la letra y partitura de la música firmadas por sus autores.

Jesús Alarcos, Jefe local del partido único del régimen franquista, Falange Española Tradicionalista y de las J.O.N.S., remitió posteriormente un informe, fechado a 25 de abril de 1939, en el que hacía suya la petición de Angulo, entre otras razones  “… por salir [el himno] de inteligencias que en todo momento estuvieron á disposición de los hechos que culminaron en el Glorioso Movimiento Nacional, que nos ha dado la victoria …”.

El Ayuntamiento accedió a lo que se pedía. Así pues, desde mayo de 1939 el Himno de Campo de Criptana tiene carácter oficial. He de hacer notar al lector que las alusiones al conflicto bélico español iniciado en julio de 1936, incluidas en las frases entrecomilladas de las líneas anteriores, merecerían un comentario aparte en el que no voy a detenerme en este momento. Por otra parte, hay que hacer constar que Ortiz Muro era notario de profesión. En cuanto a Cedenilla, afiliado a Acción Popular, había sido sacristán y organista de la parroquia criptanense; procedente de Méntrida (Toledo), llevaba afincado hacía años en Campo de Criptana, donde fue asesinado en agosto de 1936.

La Plaza
 antes de la Guerra Civil,
con el quiosco para los conciertos
Hay otro aspecto que tiene que ver con la Filarmónica Beethoven por aquellos años con el que finalizo este artículo, el económico. La Banda, que no era la única que había en el pueblo antes de la Guerra Civil, cobraba por conciertos que ofrecía, como es lógico; así, en 1935, siendo su tesorero Santiago Calonge, por las diez actuaciones que tuvo en la temporada de verano y en los días de feria cobró 1.000 pesetas. Era aquél un tiempo de dificultades económicas, como deja bien claro lo que en la sesión de 26 de junio de ese año, y a pregunta de Juan Bustamante sobre si se iba a dar velada musical el día de San Pedro, el alcalde dijo que la situación económica del Ayuntamiento “impone la necesidad de restringir los gastos”, si bien, a  propuesta de Julio Casero, por unanimidad se le dio un voto de confianza al alcalde para decidir lo que estimara más conveniente sobre celebrar veladas musicales en las fiestas de costumbre, es decir, las de San Pedro, Santiago y la Asunción.

Manuel Angulo Sepúlveda,
director de la Banda
entre 1933 y 1983
Más adelante, cuando ya sólo hubo una Banda, se vio necesario el establecimiento de unas nuevas condiciones de financiación municipal, sentido que tiene la petición que el 8 de  noviembre de 1939 presentó al Ayuntamiento Manuel Angulo. El director empezaba exponiendo que la Banda vivió siempre huérfana de protección oficial; todo lo más, algunos particulares, y en contadas ocasiones, le prestaban su apoyo moral. Tras justificar lo bueno de la actividad de la Banda para los músicos y para el pueblo, comparaba la cantidad de dinero, en pesetas, que varios ayuntamientos asignaban a las bandas de música respectivas e indicaba la cuantía de los presupuestos de los mismos, comparación que no deja lugar a dudas sobre la diferencia entre lo que ocurría al respecto en Campo de Criptana y en otras poblaciones, según se ve a continuación:



Localidades             Presupuesto municipal   Asignación a la Banda      

Manzanares                           835.600                       16.845
Puertollano                            765.706                       15.250
Daimiel                                 519.864                       16.750
Almodóvar                             391.162                       20.000
Herencia                               301.800                       15.760
Santa Cruz de Mudela              258.000                       10.050
Malagón                                199.848                       12.400
Campo de Criptana                 411.474                         Nada

Añadía Angulo que había más pueblos de mucha menor importancia que Campo de Criptana que concedían asignación económica a su banda de música y terminaba pidiendo una subvención “proporcionada a las consignaciones que otros Ayuntamientos de esta provincia vienen invirtiendo” en sus agrupaciones musicales. En la sesión de 18 de noviembre se vio la solicitud y se acordó pasarla a la Comisión municipal de Hacienda.

Habría que concluir señalando que en todo tiempo parece lógico y conveniente el apoyo de cualquier ayuntamiento a la actividad musical, como lógica y conveniente debe ser la preocupación de esta institución por asegurar el aprovechamiento eficaz de dicho apoyo.


FRANCISCO ESCRIBANO SÁNCHEZ-ALARCOS





lunes, 7 de noviembre de 2016

OTRA INVITACIÓN

Pues sí, invito a los lectores a asistir al ENCUENTRO CERVANTINO que tendrá lugar el próximo viernes 11 de noviembre a partir de las 10 de la mañana en el Salón de Actos del Ayuntamiento de Alcázar de San Juan.

Como se puede ver en la imagen que se adjunta hay intervenciones variadas en sesiones de mañana y tarde. Concretamente, la mía está programada para las 5,30 de la tarde y, como puede verse, se centrará en los molinos de viento de Campo de Criptana, una manera inmejorable de encontrarse con Miguel de Cervantes Saavedra.


A lo dicho: quedan invitados.

   FRANCISCO ESCRIBANO SÁNCHEZ-ALARCOS

jueves, 22 de septiembre de 2016

EN FAVOR DE LA MEMORIA HISTÓRICA

Con frecuencia se oyen voces que defienden la conveniencia de dejar en el olvido, como si no hubieran ocurrido, acontecimientos históricos del pasado, pretendiendo así – dicen - evitar que enfrentamientos surgidos en la sociedad en otras épocas vuelvan a reproducirse dividiéndonos en bandos hasta la eternidad. Es lo que ocurre con la última guerra civil española, que hace ocho décadas asoló nuestro país.
En un artículo, titulado 18 de julio de 1936 (EL PAÍS, 17 de julio de 2016, pág. 20), el catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Extremadura, Enrique Moradiellos, se refería a la mencionada guerra (1936-1939) con frases y calificativos que perfectamente pueden ser aplicados al microcosmos social de Campo de Criptana de esos años: una cruel contienda fratricida que constituye el hito trascendental de la historia contemporánea (…) y está en el origen de nuestro tiempo presente (…) un cataclismo colectivo que abrió un cisma de violencia en la convivencia de una sociedad atravesada por múltiples líneas de fractura interna y grandes reservas de odio y miedo  conjugados …“.
El resumen de las cifras relativas a pérdidas demográficas por esa guerra que hace el autor citado es harto elocuente:
- Entre 150.000 y 200.000 muertos en acciones de guerra.
- Unos 155.000 muertos por efecto de la represión, de ellos 100.000 en zona franquista y alrededor de 55.000 en zona fiel a la República (zona en la que durante toda la guerra se mantuvo nuestra villa).
- 350.000 fallecidos por enfermedades, hambre, etc.
- Reducción del número de nacimientos en torno a 500.000.
- A estas pérdidas en vidas hay que sumar la pérdida de quienes, aun siguiendo vivos, buscaron otros lugares donde rehacer sus vidas. Son las cifras del exilio: unas 734.000 personas que lo hicieron temporalmente para luego regresar, y unas 300.00 que ya no volvieron.
En todos esos capítulos, sin ningún género de dudas, hay que contar con criptanenses, incluido - por supuesto - el apartado de los no nacidos y el de los exiliados, entre éstos los que sufrieron en sus carnes los campos de concentración nazis. ¡Como para dejar la guerra y sus consecuencias en el olvido!
Como criptanense y como modesto historiador no puedo tratar como si no hubieran existido a aquellos entre 15.000 y 16.000 paisanos míos que por ahora hace ochenta años tuvieron que afrontar situaciones tan dramáticas que tal vez nunca las hubieran imaginado ni como protagonistas activos ni como protagonistas pasivos. Los casi tres años de guerra fueron, a la larga, un trágico calvario para todos, con periodos especialmente virulentos, como lo fueron sin duda los primeros meses del conflicto - sin dejar de serlo el resto del tiempo - en el plano local, cuando la violencia acechaba a cada instante la vida de muchos.
Y la cosa no acabó ahí, el problema no desapareció con la proclamación oficial del final dela guerra el 1 de abril de 1939. Después de esa fecha unos y otros siguieron llorando a sus muertos, y muchos vieron sus vidas rotas para siempre. La violencia, que en el transcurso del conflicto a lo largo y ancho del país tuvo dos caras, ya sólo tenia un rostro, con matices contrapuestos: justiciera para unos, vengativa para otros, para los que – estos últimos - el silencio vital fue imponiéndose en el acontecer diario.
Pero así como el sueño de la razón produce monstruos, que diría Francisco de Goya, el olvido de cualquier retazo de nuestro pasado como comunidad no sólo facilitaría la caída en los mismos errores en un futuro más o menos cercano, sino que dejaría nuestra memoria colectiva manca y coja de por vida y haría de nosotros seres deformes, incompletos, desmemoriados en suma. Saber por saber ya es un buen fin, pero el de saber más para mejorar nuestra convivencia supera al anterior.
Portada de uno de los últimos libros
publicados sobre el tema.
Editorial Turner, 2016
Frente a quienes propugnan ese olvido - muchas veces con esa manida frase de “no hay que remover el pasado” - es preciso defender el conocimiento de lo ocurrido, que tenga su hueco en nuestra memoria, pues no se trata de agitar rencores y miedos sino de comprender que nuestro presente hunde sus raíces en el pasado, en todo el pasado, y no podemos permitirnos el lujo, como ciudadanos, de prescindir de ninguno de sus segmentos; hacerlo sería, y hablo ya como profesional de la Historia, cometer un crimen manifiesto contra la esencia misma de esta ciencia social.
Años llevo, aunque, bien es verdad, en etapas discontinuas, recabando datos de diferentes archivos históricos y publicaciones relativos a la guerra civil en Campo de Criptana para un trabajo que todavía me ocupará bastante tiempo. Mi propósito es dar a conocer a mis paisanos especialmente, pero en general a los lectores, lo que supuso tal conflicto en este pueblo. Cualquier información es bien acogida. Por esto, ruego a mis lectores que si disponen de ella  – documentos escritos, fotografías, etc., etc. -, y lo tienen a bien, me la faciliten poniéndose en contacto conmigo a través del correo electrónico franescribano@telefonica.net .Sus aportaciones serán, además de una inestimable ayuda, una fuente histórica insustituible. Gracias.

         FRANCISCO ESCRIBANO SÁNCHEZ-ALARCOS

sábado, 30 de julio de 2016

MI PREGÓN DE FERIA, EL PRIMERO DEL SIGLO XXI EN CAMPO DE CRIPTANA





En días éstos en que procede anunciar la cercanía de nuestra Feria y Fiestas no puedo dejar de recordar que hace quince años, el 2001, me tocó “la suerte” de ser el pregonero. El alcalde de entonces, el socialista Joaquín Fuentes Ballesteros, pensó en mí para ejercer tal papel y ésta es una de esas cosas a las que uno no puede negarse, si bien lo primero que piensas es “a ver qué digo yo” y en el hecho de que no tienes más remedio que bailar un vals, sepas o no sepas.

Una vez que te armas de valor para afrontar el reto lo primero que sigue es planear el enfoque que quieres darle al asunto, y eso hice. Traté de ser breve y de no caer en muchos lugares comunes que surgen en una situación así, y al mismo tiempo me propuse aportar algunos datos de interés, hacer pensar un poco al público oyente, así como no olvidar que estamos en tierra quijotesca por excelencia y no pasar del contexto de aquel momento, un tiempo de euforia económica todavía en el que nuestro pueblo aumentaba su población entre otros motivos por la llegada de inmigrantes atraídos por la posibilidad de encontrar, sin muchas dificultades, un trabajo, algo diferente a lo que ocurre hoy en día, en que Campo de Criptana últimamente, y año tras año, pierde población. Por lo demás, me importaba conseguir ser ameno en un acto en el que buena parte de quienes asisten no tienen como primer objetivo escuchar ningún tipo de discurso.

El resultado de mis planteamientos fue el texto que transcribo a continuación, eliminadas, eso sí, las alusiones iniciales de tipo protocolario.


PORTADA DE LA REVISTA DEL
PROGRAMA DE FERIA DEL AÑO 2001


                                               *   *    *    *   *   *   *

“Me resulta muy grato encontrarme aquí, ejerciendo de pregonero, todo un honor que agradezco a nuestro alcalde. Insisto en lo de honor y añado que es un privilegio, pues si bien todo hombre y toda mujer del Campo de Criptana están llamados a ser anunciadores de las fiestas de su pueblo, sólo uno o una de entre todos y todas puede serlo cada año. Privilegio, por tanto, señor alcalde, por el que le quedo muy agradecido.

Privilegio para un pregón que puede parecer innecesario. Podemos preguntarnos para qué sirve anunciar la fiesta si todos –niños, jóvenes, adultos- saben perfectamente cuándo llega. ¿Para qué? La respuesta, en mi opinión, es fácil: para cumplir el rito. La feria y su pregón son algunos de los muchos ritos que jalonan el ciclo anual de nuestras vidas; aunque no nos percatemos de ello, vivimos continuamente practicando ritos: familiares, sociales, lúdicos, religiosos, y así podríamos seguir con un largo etcétera. Dos ejemplos de los muchos que pueden extraerse de la misma feria: el corte de la cinta para inaugurar el ferial “la noche de la pólvora”, o bien, el que en el último de los conciertos que ofrece la Banda de Música “Filarmónica Beethoven” ésta interpreta antes del “Himno a Criptana” el pasodoble “Limiñana” de Bernardo Gómez, y por dos veces.

Pues bien, aquí estoy para hacer efectivo el rito. ¿De qué manera? Con la dignidad que corresponde a un acto como éste y con el respeto que todos ustedes me merecen. Miguel de Cervantes, en el prólogo de esa gran obra suya que sigue siendo de obligada lectura, “El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha”, simula atender el consejo de un amigo sobre cómo hacer la presentación de la misma; el amigo le recomienda –cito textualmente-:

“... que leyendo vuestra historia, el melancólico se mueva á risa,
el risueño la acreciente, el simple no se enfade, el discreto se admire
de la invencion, el grave no la desprecie, ni el prudente deje de 
alabarla ...”.

Por mi parte, en el pregón o presentación de nuestra feria, no aspiro a tanto, entre otras razones porque no soy Cervantes. Me conformo con provocar en ustedes, con la brevedad que requiere la ocasión, una sencilla reflexión sobre el sentido de la fiesta que se aproxima y hacerles partícipes de la emoción que ésta nos transmite a todos, aun a costa, por lo que a mí hace y por aquello de la emoción, de no servir del todo a mi profesión, pues el historiador, decía Cervantes, no debe tener nada de apasionado para así poder ser puntual y verdadero.

La fiesta, toda fiesta, es cultura, forma parte de la cultura de un pueblo, entendida esa palabra en su acepción más amplia. La fiesta, en efecto, es inseparable de la forma de ver el mundo, de la forma de ver la vida que tiene un pueblo.

En la sociedad agraria tradicional, la fiesta por excelencia del verano venía a marcar el tiempo de descanso tras las labores de recolección, significaba el reposo bien ganado tras el esfuerzo, que se veía así recompensado. El Campo de Criptana, pueblo de economía básicamente cerealista en otros tiempos, tenía sus fiestas en septiembre, tras el “agosto” recolector; precisamente, una de las festividades religiosas de ese mes, la de la Virgen de la Asunción, la llamada “Virgen de agosto”, servía como referencia para que los agricultores, tras recoger sus cosechas de grano, devolvieran al Pósito el que anteriormente habían recibido en préstamo para poder llevar a cabo la siembra o, como se decía, el “empanar los campos”.

Con el correr del tiempo, el desarrollo del cultivo de la vid, dado el momento de inicio de recogida de su fruto, y su correspondiente preparación, obligó a ir adelantando las fechas festivas hasta dejarlas, como lo están ahora, en el mes vacacional por excelencia, el mes de agosto.

La fiesta, por tanto, considerada como descanso en medio de la actividad anual. En relación con esto, muchas veces hemos oído decir que es como hacer un alto en el camino, olvidarse un tanto de los problemas de la vida diaria para recobrar la fuerza vital que necesitamos para seguir adelante. Desde mi punto de vista, así debe ser en parte, pero la fiesta no debe ser motivo para dejar arrinconados por un tiempo los problemas en el desván de nuestras vidas; en todo caso, los días de asueto, que están ahí para divertirse, sin duda, deben servir también para reflexionar con calma sobre todo lo que nos preocupa en el acontecer diario.

La fiesta, por otra parte, y esto es muy importante, debe servir para abrirnos a todos, a todos los que regresan por esos días y a todos aquellos que nos visitan. Hospitalidad, solidaridad, son los valores y las actitudes de referencia. Y en estos tiempos que corren estos valores no han de ser palabras huecas, que se dicen porque uno queda bien al proclamarlas. Tenemos todos sobradas razones para ponerlas en práctica.

Vivimos tiempos en que nuestra sociedad cambia más deprisa de lo que nos parece, tiempos en que tenemos la oportunidad de mostrarnos a diario hospitalarios y solidarios con personas de más allá de nuestras fronteras que han venido, buscando mejores condiciones de vida, a vivir con nosotros. Si la fiesta forma parte de nuestra cultura, debemos también abrir nuestros brazos para acoger y ofrecerles nuestras costumbres a los inmigrantes que cada vez en mayor número habitan en nuestro pueblo y que cuanto antes, en razón de su justa, necesaria y legítima integración, deberían dejar de ser llamados así, inmigrantes. Y en este sentido sí que debería ser fiesta todo el año: la solidaridad y la hospitalidad, de la que siempre ha hecho gala el Campo de Criptana, son valores de obligado cumplimiento.

Y hablando de nuestra feria, permítanme cambiar el tercio, valga la expresión taurina, y remontarme a su origen, porque no debemos olvidar cómo comenzó todo. Hay que recordar que nuestra feria está ligada al culto del Crucificado de Villajos, al Cristo de Villajos, Patrón del Campo de Criptana. No es nada raro, sino todo lo contrario, que en un ámbito como el nuestro, el espacio cultural europeo-mediterráneo, por lo demás como en otras culturas, fiesta y religión vayan unidas.

En nuestro caso, el Ayuntamiento del Campo de Criptana decidió, en el inicio del último tercio del siglo XVII, establecer una festividad anual en honor de aquel Crucificado, al que las gentes de aquí y de los pueblos de alrededor tenían una especial devoción; la fiesta se celebraba en su ermita con gran afluencia de personas de los pueblos circundantes, y así fue durante casi un siglo, pues a partir de 1756, con la correspondiente licencia de la superioridad –el Consejo de las Órdenes Militares y el Prior de Uclés-, la fiesta ya tuvo por escenario nuestra villa, para lo cual anualmente se traía la imagen del Cristo desde su santuario, siempre el jueves anterior al domingo de su celebración, que si se cambió de lugar fue para poner coto a los enfrentamientos que con frecuencia se producían, a veces con gran violencia, en el entorno de la ermita en medio del jolgorio anual, hechos en los que destacaban por su especial protagonismo personas de Alcázar de San Juan y del Campo de Criptana, dando así la razón a lo que decía Sancho Panza en la novela cervantina:

“... la gente manchega es tan colérica como honrada, y
no consiente cosquillas de nadie ...” (Cap. X, 2ª parte).

Hay que aclarar que ya en 1755 la imagen había sido trasladada al pueblo, pero sin las formalidades antes indicadas. Por su parte, el día del Cristo sufrió variaciones: en un principio era el 14 de septiembre, festividad de la Exaltación de la Cruz, luego pasó a ser el domingo siguiente a ésta, y más tarde, en diversos años fue adelantándose, como se ha dicho antes. Mas por encima de los cambios, está fuera de toda duda que fue una sabia decisión la tomada por el Ayuntamiento criptanense aquel cuatro de agosto de 1669, hace nada más y nada menos que 332 años, y  digo sabia porque generación tras generación los criptanenses la han asumido, la hemos asumido, y todo lo que rodea el festejo, incluido el de la “Octava del Cristo”, que también tiene lugar desde antiguo, forma parte de lo más íntimo de nuestras vidas. Por ello, sirvan estas palabras de homenaje y de reconocimiento a los alcaldes ordinarios, Fancisco Baíllo de la Beldad y Bartolomé Sánchez Arias, y a los regidores –hoy diríamos concejales- Pedro Granero, Alfonso Granero de Heredia, Benito Fernández y Juan Núñez Jurado, todos los cuales integraban el consistorio municipal que adoptó aquel acuerdo en la fecha reseñada.

Conviene explicar el hecho de que hubiera dos alcaldes a la vez. En aquellos siglos muchos pueblos se regían por el sistema llamado “mitad de oficios”, consistente en que los nobles –unas pocas familias- tenían derecho a ocupar la mitad de los cargos municipales, en tanto que la otra mitad correspondía al pueblo llano o “pecheros”, así llamados porque pechaban o cargaban con los impuestos;  se trataba de un sistema radicalmente injusto, alejado de la actual democracia.

Utilicé al principio la palabra brevedad y no quiero alargarme. Es mi obligación, y lo hago con sumo gusto, invitar a todos a pasárselo bien, a disfrutar, pero háganlo con moderación, en relación con lo cual vienen a cuento algunos de los consejos que Don Quijote daba a Sancho Panza antes de que el fiel escudero se dirigiese a gobernar la ensoñada Ínsula Barataria. Por ejemplo, éste:

Come poco, y cena más poco, que la salud de todo
el cuerpo se fragua en la oficina del estómago”.

     O este otro:

Sé templado en el beber, considerando que el vino
demasiado ni guarda secreto ni cumple palabra” (Cap. XLIII, 2ª parte ).

Sabios consejos, desde luego. Y disfruten la fiesta en armonía, desterrando, si acaso las hubiere, posibles envidias y rencillas. Recuerden que, como también con acierto decía Sancho Panza, “... donde reina la envidia no puede vivir la virtud ...” (Cap. LXVII, 1ª parte).

Disfrútenla todos, los que aquí residen y los que vienen por estos días, y participen en los actos programados, porque al fin y al cabo los protagonistas de la fiesta somos todos. Y durante ella inviertan en ánimo; recuerden que la renta de júbilo de esos días debe alcanzarles hasta el año que viene.

Y una vez cumplido mi papel en este ritual del pregón, sólo me resta desearles felices fiestas y agradecerles la atención que me han dispensado. Muchas gracias”.

      FRANCISCO ESCRIBANO SÁNCHEZ-ALARCOS



domingo, 5 de junio de 2016

MOLINOS DE VIENTO DE CAMPO DE CRIPTANA

Tal como había anunciado a mis lectores, el pasado 27 de mayo ofrecía en la Casa de Cultura la charla sobre los MOLINOS DE VIENTO DE CAMPO DE CRIPTANA, que comencé refiriéndome a su importancia para nuestra villa, de la que son un destacado punto de referencia y tienen por sí mismos tal trascendencia que desde 2002 ellos y el terreno en que se asientan están declarados Bien de Interés Cultural con categoría de Sitio Histórico (Decreto 63/2002, de 30 de abril de 2002, D.O.C.M. nº 54, de 3 de mayo de 2002).
De su importancia se deriva la necesidad de conservarlos en el mejor estado posible, sean o no de los llamados auténticos, históricos, o sean de construcción muy reciente. Conservación que implica protección en todos los sentidos, también protección visual, condición que muchas veces no se cumple dando lugar a un problema grave, una asignatura que tenemos pendiente en Campo de de Criptana para con estos monumentos, a pesar de que desde hace algunos años la situación ha mejorado.
También en la introducción a la charla hacía gala de mi “amistad” con los molinos de viento de mi pueblo, corroborada por mis actitudes y actuaciones en su favor a lo largo de los años. Quien suscribe, que durante años pagó la cuota establecida para ser miembro de la Asociación de Hidalgos Amigos de los Molinos, sabe muy bien que no es necesario ese pago para proclamar a los cuatro vientos – nunca mejor dicho - que es amigo de los molinos y seguirá siéndolo …,¡y muy amigo!, puedo asegurarlo a mis lectores.
Por ello agradecí enormemente a las amigas y amigos de Korova la oportunidad de hablar al público asistente, entre amigos, de mis queridos amigos los MOLINOS DE VIENTO DE CAMPO DE CRIPTANA, monumentos – le decía a ese público - que todavía hoy son unos grandes desconocidos, no sólo para quienes siendo de otros lugares no han venido aún a visitarlos, sino también para muchos criptanenses, en este caso especialmente en su aspecto histórico.
Continuaba mi intervención dejando claro que esos molinos no son patrimonio de nadie en concreto, sino que son patrimonio de todo un pueblo, y todos, como pueblo, podemos opinar y proponer lo que nos parezca mejor en todo lo que concierne a los molinos de viento criptanenses, para los que hay quienes desean - yo entre ellos - que lleguen a ser declarados Patrimonio de la Humanidad.
Fragmento del Libro de rentas
del Ayuntamiento (1545)
En cuanto a su historia, debo decir que no he encontrado datos seguros sobre el momento concreto en que empezaron a edificarse en nuestro pueblo. De la lectura de las Cartas-privilegio dadas por los maestres de la Orden de Santiago de los siglos XIV y XV y conservadas en nuestro Archivo Histórico no se desprende la existencia de ellos,
Los libros de rentas conservados del ayuntamiento criptanense de la primera mitad del siglo XVI dejan claro que por entonces ya había y se seguían construyendo. Esto está probado para los años cuarenta de ese siglo, y sobre años anteriores se abrió una línea de investigación resultado de la cual probablemente veremos cómo esa fecha de antigüedad podrá ser superada.
A veces se dice, y así está escrito en algún folleto turístico, que en Campo de Criptana en el siglo XVI había 34 molinos. Lo cierto es que de momento no sabemos cuántos había en ese siglo. La realidad es que en las llamadas Relaciones de Felipe II (1575), en su respuesta 23ª, se indica que los vecinos de esta villa iban a moler al Guadiana, a dos, tres y a veces hasta nueve leguas, y también al Gigüela; incluso había veces en que se iba a moler al Tajo y al Júcar, hasta catorce leguas de distancia. Pero ya en la misma respuesta se afirma que había en la Sierra, junto a la villa, “muchos molinos de viento”.
Fragmento de la respuesta 23ª de la Relación
de Campo de Criptana (1575)







Es decir, en la segunda mitad del siglo XVI ya nos encontramos el norte de la localidad poblado abundantemente de molinos, los que tal vez conoció Cervantes o tuvo noticias de ellos; es un dato que parece corresponderse con una mayor demanda de molienda y, por tanto, con un volumen de las cosechas en crecimiento en tiempos en que la población había ido aumentando.
La información más completa es ya de mediados del siglo XVIII. La proporciona el Catastro mandado hacer por el marqués de la Ensenada, Zenón de Somodevilla, de todas las riquezas de las provincias de Castilla, en su intento de implantar la única contribución, proporcional a las riquezas de cada individuo.
La parte correspondiente a Campo de Criptana está fechada en 1752. Se divide en dos capítulos: el Interrogatorio General (respuestas a un cuestionario) y la ficha correspondiente a cada vecino, en la que, entre otros aspectos, se detallan las propiedades de cada uno.
Según la respuesta 17ª del Interrogatorio general los molinos eran 34, aunque a la hora de ir enumerándolos sólo son citados 33. Sin embargo, manejando las fichas de los vecinos se comprueba que eran 34 en 1752; el que falta en el Interrogatorio es el llamado Pantano. 

Fragmento de la respuesta 17ª del Interrogatorio
General de Campo de Criptana
(Catastro de Ensenada, 1752)
Los 34 estaban edificados en la mitad septentrional del término municipal, 17 al Oeste de la carretera del  Cristo de Villajos y 17 al Este de la misma.

La parte del término municipal de
Campo de Criptana donde hubo y hay
molinos de viento

Veamos, pues, cuáles eran y los parajes (remarcados en rojo sobre los fragmentos del Mapa Topográfico Nacional que se insertan) en los que se situaban aquellos 34 molinos registrados en el Catastro de Ensenada.
                     Paraje de El Pico


El Pico o Pico de la Solana es el extremo oeste de la Sierra de Criptana, al noroeste del casco urbano, y llega al límite con el término de Alcázar. El paraje está junto al Camino del mismo nombre, y en la plataforma que lo corona se ve lo que queda hoy de dos molinos, Lagarto – más al Oeste - y Carcoma – más al Este -.
Camino del Pico y dicho paraje al fondo

Molino Carcoma










El antiguo Molino Lagarto

               Paraje de Los Siete Molinos


Está también cerca del límite con el término de Alcázar, algo más al Sur que El Pico, junto al Camino llamado así, de los Siete Molinos y partido por el Carril de Tribaldos.






Allí estuvieron los molinos Calvillo, Beneficio, Valera, Ranas, Guizepo, Quimera y Pantano.

Molino Calvillo 

Molino Beneficio




Molino Guizepo













Molino Pantano











































Todavía hay restos de alguna cueva. Téngase en cuenta que, por lo general, cada molino tenía a pocos metros una pequeña construcción, llamada cueva, que servía para guardar todo lo que podía necesitar para su trabajo el molinero y también para resguardo del molinero y de sus clientes, así como de sus caballerías.

Cueva entre los molinos
 Guizepo y antiguo Quimera

                  Paraje del Cerro Cebadal


Está un poco más cercano al casco urbano, también junto al camino de los Siete Molinos, al Sur del mismo. En él se levanta un pequeño cerro – el Cerro Cebadal -, en cuya cima se aprecian vestigios del molino Cebadal.
Molino Cebadal
Es preciso hacer notar que el Ayuntamiento, en sesión plenaria celebrada el 31 de enero de 1997 decidió asignar nombres a calles nuevas que habían surgido en la expansión del pueblo hacia el suroeste y creyó oportuno otorgarles nombres que tienen que ver con molinos antiguos y parajes con molinos; así surgieron las calles Avenida de los Siete Molinos, Altillo del Palomar, Pereo, Condado, Huerta Mañana, Alambique, Escribanillo, Tardío, Tahonillo, Burillo, Calvillo y Cervadal. Por lo que he expuesto anteriormente, la documentación no deja lugar a dudas: el molino era el Cebadal, y no Cervadal, por lo que debería rectifcarse la denominación de esa vía urbana, denominación que es producto de un error.

      Paraje de la Ribera de los Tres Molinos



Es una pequeña plataforma elevada al norte del Camino del Pico, extendida horizontalmente junto al mismo.



 Los tres molinos que allí hubo, de Oeste a Este, eran el Huerta Mañana, el Zaragüelles y La Cana.
Molino La Cana

        Paraje del Alto (o Altillo) del Palomar




Muy cercano al pueblo, junto al Camino de la Era del Monego, que es el más cercano a la carretera de Alcázar. Allí estuvo el molino Condado.


Posible ubicación del Molino Condado

                       Molino Gambalúas


También muy próximo al casco urbano, entre el Camino del Pico al Norte y el Camino de los Siete Molinos al Sur, y junto a la era de Treviño, estaba el Gambalúas, una palabra procedente de la vasca “ganbelua”, que significa hombre alto, desgarbado.


Posible ubicación del Molino Gambalúas

              Molinos Escribanillo y Tardío



Igualmente a muy pocos metros del casco urbano, entre el inicio del Camino del Pico, la calle San Isidro y el arranque de la Carretera del Cristo, se situaban estos dos molinos. Se trata de un paraje muy alterado por la acción humana con vertido de escombros en su momento, por lo que difícilmente se podría encontrar en la superficie algún rastro de molino.

                     La Sierra de los Molinos



Es La Sierra de los Molinos el punto más conocido para la mayoría de la gente, que lo identifica con el lugar propio de los molinos de Campo de Criptana, como si no los hubiera habido también en otros parajes. De parte de los molinos que hubo en ella no podemos ver ni rastro porque ese paraje fue escombrera hasta que ésta se situó no muy lejos de la ermita de San Isidro, y cuando aquélla se selló el terreno fue cubierto con tierra que se extrajo de donde se estaba levantando el primer polígono industrial.



Lo he dividido en tres sectores según los caminos tradicionales, los de siempre, pues esto también ha sufrido alteración con el tiempo, y bien recientemente. Incluye 17 molinos:

Sector I: Horno de Poya, Pereo, Poyatos, Paletas y Castaño.


Ubicación del Molino Horno de Poya





Cueva del Horno de Poya

Molino Paletas
















Molino Castaño

Cueva del Molino Castaño
Sector II: Burillo, Charquera, Alambique y Tahona.
Molino Burillo


Ubicación del Molino Charquera

Restos del Molino Alambique


Restos de la cueva del Molino Tahona
Sector III: Pilón, Infanto, Burlapobres (Burleta), Culebro, Aburraco, Esteban, Usada y Guindalero.

Molino Infanto o Infante








Cueva del Molino Infanto

El Molino Burlapobres o Burleta
en los años 80 del siglo XX



El Molino Burleta restaurado




















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Bien, ya van citados 34 , pero hubo más, como mínimo dos más que no incluye el Catastro de Ensenada. 


Al Norte de la carretera CM-310, que conduce de Alcázar de San Juan a Miguel Esteban y Quintanar de la Orden, junto al Camino del Molino Hundido – nombre que lo delata – estuvo el que he dado en llamar Molino de Baíllo



Sector del término municipal en que estuvo
el Molino de Baíllo
En 1701 y en 1703 la documentación de tipo notarial y judicial de nuestro Archivo Histórico Municipal presenta al Conde de Cabezuelas – de ahí el nombre que le he asignado - como propietario de un molino de viento sito en la Vega de Villajos, molino que en esos años citados era arrendado a vecinos de Alcázar de San Juan. 


Este molino posiblemente es del que quedan algunos restos en lo alto de un pequeño cerro junto al camino antes aludido.
En segundo lugar me refiero a El Sardinero, el molino del Cerro de la Paz, restaurado en 1998 por la Escuela Taller “Molino de viento”, dirigida por D. José Antonio Sánchez Calatrava.
El Molino Sardinero
Está embutido hoy en día en el casco urbano: calles cercanas son Alonso Quijano, La Venta, Pastora Marcela, Quintanar y Bachiller Sansón Carrasco. Este molino, propiedad del Ayuntamiento, no puede datarse con seguridad. Guías turísticas y algunas otras publicaciones aseguran que su origen se remonta al siglo XVI, pero es claro que en 1752 el Catastro de Ensenada no lo cita. Podría suponerse que su nombre hubiese sido sustituido; en efecto el nombre de un molino puede cambiar dependiendo de su dueño, muy libre para ponerle el nombre que quiera. Lo cierto es que en ese Catastro ningún molino estaba ubicado en el Cerro de la Paz; en ese documento el más cercano al pueblo era El Pilón, pero los linderos de éste (El Usada al norte, el Burlapobres al oeste)  no autorizan a pensar que el hoy Sardinero era el Pilón de entonces. ¡ Misterio ! Ni afirmo ni niego nada sobre la fecha de construcción, sino que sólo señalo lo que puedo decir de él a la vista de la documentación conocida.
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Hecho el repaso a esos entre treinta y cuarenta molinos que diría Miguel de Cervantes, vamos con la realidad actual. 


El hoy está constituido por los diez molinos que se conservan en pie, de ellos nueve en la denominada Sierra de los Molinos y uno en el Cerro de la Paz (¡0jo!, no es la misma cosa una y otro a pesar de lo que algunas veces vemos escrito). Es una imagen que desde distintos puntos de vista resulta muy conocida.  
¿Cómo se explica el paso de los treinta o cuarenta a tres? Hace poco oía explicar que el motivo del descenso era la guerra civil iniciada en 1936. No es admisible pensar que en 1936 había 34 molinos en funcionamiento y tres años después sólo tres; por lo demás, echando mano de la documentación disponible podemos  comprobar la disminución paulatina:
En 1803 había 26 molinos en activo, 27 en 1845, 24 en 1860, 17 en 1888. En 1911, cuando Domingo Miras realiza el plano y el nomenclátor urbano del pueblo, había 25 molinos pero algunos ya como simple monumento decorativo; entonces habría en activo alrededor de la docena o pocos más.
Hay que relacionar la disminución con varias causas. Una es la competencia de otras fuentes de energía, como la electricidad, y de nuevas tecnologías que hacían más rentable la molienda del grano.
No hay que olvidar que con el paso del tiempo, también las comunicaciones mejoraron (el ferrocarril en Campo de Criptana ya era una realidad desde marzo de 1855) y con ello fue más fácil la llegada de harinas procedentes de otros puntos de la geografía española más desarrolladas y más competitivas al respecto, dicho sea esto sin entrar en más detalles que ampliarían demasiado este texto.
También hay que contar, para explicar la progresiva disminución a finales del siglo XVIII y ya en el XIX,  con la competencia de otros pueblos que construyeron sus molinos más tarde, todavía en el siglo XIX, con lo que clientes que venían antes a moler desde otros pueblos dejaban de venir. Valgan los siguientes ejemplos. Alcázar de San Juan  tenía 1 molino de viento en 1730, 2 en 1752 – igual que en 1826 -, varios en 1845, 14 en 1860. En Herencia, que en 1752 no tenía, no constan molinos hasta 1807, con 11. Por lo demás, Consuegra tenía 2 en 1752, 10 en 1845, 12 en 1860.

Molinos Burlapobres, Sardinero e Infanto (años 20)
Así pues, sólo tres son molinos auténticos, con todos los mecanismos  necesarios para moler, y nos hemos referido a ellos: Infanto, Burleta y Sardinero. La primera declaración oficial de su interés data de 1978, cuando fueron reconocidos como Monumentos de Interés Histórico-Artístico por Real Decreto de 7 de diciembre de ese año. Ya en los años 50 del siglo XX se empezó a construir nuevos molinos, sin la maquinaria.

Molinos Burleta y actuales Pilón y Quimera (años 60)

Hoy en día tenemos cinco molinos que en su momento se levantaron con el aporte económico de cinco países hispanoamericanos (Honduras, Chile, Argentina, Costa Rica y Perú) en el contexto de una política cultural impulsada  por José González Lara, alcalde criptanense por aquellos años, que trató de fomentar las relaciones con aquellas  sociedades que como nosotros utilizan en primer lugar la lengua de Cervantes, política que tiene su recuerdo también en los nombres de esas repúblicas que llevan algunas calles del sector urbano meridional de Campo de Criptana. Y molinos, que salvo el de Chile, son propiedad de esos países, si bien tienen cedido el uso al Ayuntamiento.
En un principio el proyecto era que en esos molinos cada país propietario montara una muestra de su artesanía, su cultura, etc., lo que llegó a hacerse en algunos, que al final acabaron por desmontar lo expuesto, de ahí que luego se montaran otros museos en ellos.
Además de los tres auténticos, los restantes, hasta diez, son:

Lagarto
El actual Molino Lagarto
Fue erigido por el Ayuntamiento de Campo de Criptana a mediados de los años cincuenta del siglo XX. En 1956 se inauguró. Rotulado en un principio con el nombre de José Antonio (Primo de Rivera, fundador del partido político Falange Española), esta denominación décadas después fue sustituida por el nombre que lleva en la actualidad, la de uno de los molinos “históricos” anteriores situado en El Pico de la Sierra de Criptana. Está dedicado a  Museo de la Poesía; en él hay ejemplares de libros de poemas de diversos autores, entre los que cabe citar al criptanense Valentín Arteaga.
Culebro
Acoge el Museo de Sara Montiel, que reúne elementos del vestuario, carteles de películas, etc., de la actriz y cantante Sara Montiel, nombre artístico de María Antonia Abad, nacida en este pueblo. Su nombre también está tomado de otro de los molinos existentes en otras épocas en la Sierra de los Molinos (el más cercano a la Fuente del Caño). Su construcción en 1970 fue costeada por Honduras.

El actual Molino Culebro

Museo de Sara Montiel





Pilón
El actual Molino Pilón
Fue inaugurado el 23 de abril de 1961. Argentina fue el país que financió su construcción. Tiene en su interior un Museo del Vino, una muestra de los vinos elaborados en la propia localidad y en La Mancha, aparte de otros de fuera de nuestra región, y además una reproducción del caballo de madera Clavileño.
Su nombre, como ya se ha indicado, es tomado de uno de los molinos históricos que estuvo situado casi en el mismo lugar.

Museo del Vino
Cariari
Construido por Costa Rica, fue inaugurado en 1964 y más tarde destinado a Museo de Pintura, constituido en su día por obras donadas por artistas de distinta procedencia, incluso de algún país extranjero.

También, no hace muchos años, se dedicó a Museo de Enrique Alarcón (antes ubicado en El Quimera) pero que tampoco existe ya.

Inca Garcilaso

Muy poco después que el Cariari se edificó éste gracias a la aportación económica de Perú. Es sede de un Museo de Labranza además de haber acogido en alguna ocasión parte de la obra de la Asociación Cultural de Artesanas y Encajeras Aldonza. Se ha anunciado la instalación allí de las miniaturas sobre pasos de Semana Santa realizadas por Carmelo Díaz-Ropero.
Quimera
Su construcción fue costeada por Chile en 1960. El nombre de Quimera es, como va dicho, el que tuvo uno de los molinos situado en el paraje de los Siete Molinos, pero ha variado con el tiempo. Años después allí se instaló el Museo de Enrique Alarcón, nombre que ostentó desde entonces junto con el de Quimera.

El actual Molino Quimera
En 1992 yo era miembro de la Junta Directiva de la Asociación de Hidalgos Amigos de los Molinos y, dado que en ese año se celebró el V Centenario del descubrimiento de América y que aquí teníamos molinos que eran propiedad de países americanos, y puesto que se estaba tratando de que esos países cedieran la propiedad de los molinos al Ayuntamiento de Campo de Criptana, propuse, y fue así admitido, invitar a la Semana Cervantina a los embajadores, o representantes suyos, de esos países, para celebrar un acto de hermandad hispanoamericana, y dar pie a que el Ayuntamiento negociara con ellos el traspaso de propiedad de esos molinos. Esos países acudieron a la cita.
Pasó el tiempo y sólo Chile cedió la propiedad de su molino, pero fue a cambio de algo, el nombre, que pasó a ser Vicente Huidobro, un insigne poeta chileno fallecido en 1948. El material del Museo de Enrique Alarcón pasó entonces al molino Cariari.
Desde hace un tiempo, no mucho, de nuevo se llama Quimera, simplemente.

Poyatos
Fue el último construido, ya en los años setenta, por la empresa Empetrol S.A., y se le dio el nombre de Caudillo (el dictador Francisco Franco). El 27 de febrero de 1978 fue cedido al Ayuntamiento por el precio simbólico de 3.000 pesetas. Hasta la construcción del  Centro de Iniciativas Turísticas tuvo en su interior la Oficina de Turismo. Hoy en día es Punto de Información Turística.

El actual molino Poyatos

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Una vez hecha la relación a los que fueron y a los que son molinos de viento de Campo de Criptana, quiero acabar con unas reflexiones breves sobre ellos:
·         Los diez molinos que hay en pie deben ser conservados en el mejor estado posible.

·         Los tres molinos históricos, los que tienen la maquinaria, tienen que moler, muelan mejor o muelan peor, y moler, dadas las condiciones de cada uno, el mayor número posible de veces al año; éste es el mejor e indispensable medio, además de las restauraciones oportunas, para conservarlos bien. En este sentido, recuerdo algunos versos de Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, que en su Libro de Buen amor, allá por la primera mitad del siglo XIV, aconsejaba:

      “No abandones tu dama, no dejes que esté quieta:
      siempre requieren uso mujer, molino y huerta;
      (…)
      Es cosa bien segura: molino andando gana.

·         Los  otros molinos – dejo aparte Culebro y Poyatos por razones obvias – no pueden estar cerrados, deben estar abiertos al público mostrando aquello  que se piense que es suficientemente atractivo; si antiguos museos están obsoletos o deshechos, sustitúyanse por otro tipo de muestras que sean de interés para los visitantes. Y dentro de cada uno de ellos, y ahora sí incluyo al Culebro y al Poyatos, haya un cuadro explicativo de su propia historia.

·         Las ruinas de algunos molinos auténticos, históricos, y de alguna cueva que queda deben ser protegidas para que se conserven al menos como están ahora y no acaben por desaparecer.

·         Móntese, en un edificio o local adecuado, un Centro de Interpretación del Molino de Viento de Campo de Criptana. Ningún pueblo o ciudad de España que haya contado o cuente con molinos de viento reúne las características que, por su pasado histórico y por sus referencias actuales, reúne Campo de Criptana.

Y tal vez podrían añadirse más reflexiones, pero lo que es indudable es que cualquier buen amigo de los molinos que se precie de ello, y yo me siento así, debe defender como mínimos y reiteradamente hasta conseguirlos plenamente, los objetivos que acabo de exponer.
                         
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Finalicé la charla recomendando dos libros:
El primero, Los molinos de viento del Campo de Criptana a mediados del siglo XVIII, del que soy autor. Publicado en el año 2000 por la Diputación Provincial de Ciudad Real, y agotado, entiendo que debería reeditarse.


El segundo, Molinos de viento en Castilla-La Mancha, debido a la pluma de Juan Jiménez Ballesta, editado en 2001 por Ediciones Llanura. Su lectura es utilísima en relación con el tema de los molinos de viento de nuestra región y, con estadísticas oficiales en la mano, deja bien claro que por el número de molinos (de los auténticos) y por su antigüedad en relación con los de otras poblaciones, Campo de Criptana ocupa el primer lugar.




                          FRANCISCO ESCRIBANO SÁNCHEZ-ALARCOS