No solo el cólera provocaba la creación
de lazaretos. En agosto de 1846 había dos o tres vecinos que padecían viruela,
de la que se habían contagiado en Tomelloso. Para acoger a ellos y a
cualquier criptanense procedente de cualquier otro pueblo que padeciera la
misma enfermedad se estableció un lazareto en la ermita de la Concepción, en la
que se les proporcionaría cuantos auxilios y medicinas necesitasen; en el caso
de no tener bienes para sufragar los gastos sobrevenidos de su estancia se
utilizarían con ese fin fondos de la Junta de Beneficencia, creada en 1832.
Como norma, solo los médicos podrían entrar en el lazareto y los alimentos y
medicinas serían suministrados a los contagiados por las personas que esa Junta
decidiese.
Ermita de la Concepción |
Con motivo de la oleada de cólera de mediados de ese siglo, se fueron adoptando medidas preventivas. Algunas tenían que ver con la limpieza y la desinfección, tales como la prohibición – 28 de agosto de 1854 – de depositar basuras de todo tipo por las calles o en torno de edificios como el Pósito, y la recomendación – 1 de septiembre - de enjalbegar las fachadas y limpiar las casas. El día 6 de ese mes el Ayuntamiento ordenó que los veterinarios vigilaran el degüello de reses, y recomendó que, para purificar la atmósfera, los vecinos por la noche quemaran en las calles espliego, romero, tomillo, etc.; por otra parte, para impedir la entrada al pueblo de personas procedentes de pueblos contagiados o sospechosos de estarlo, se nombró a 66 vecinos para que, divididos en las categorías de Jefes, Cabos y Fuerza, se turnaran en la vigilancia de las puertas de la villa, situadas en la Plaza del Pozo Hondo y en las calles Cerca de los Frailes (el tramo de la calle Castillo entre las calles Convento y Concepción), Concepción, Corrales (Paloma), Monte, Convento, Tercia, Lerino, Huertas (calle Reina Cristina entre calles Tercia y Castillo) y Castillo. También se acordó establecer una casa de socorro en algunas de las dependencias del extinto Convento, habilitando para ello dos habitaciones, cada una con seis camas.
También, cómo no, se recurrió a implorar
la protección divina. Ante el hecho de que en Mota del Cuervo había personas
enfermas debido al cólera, el 8 de septiembre el Ayuntamiento criptanense acordó
traer al pueblo las imágenes del Cristo de Villajos y de la Virgen de Criptana
para hacer rogativas, que comenzaron el día 12; a las rogativas deberían
asistir las cofradías y representantes de las ermitas con sus imágenes y estandartes. Además, aunque nuestra
villa en esos días estaba libre de la epidemia, pero dada la cercanía de las
fiestas celebradas anualmente en honor del Cristo de Villajos, que tendrían
lugar en el pueblo el domingo día 17 y en su ermita el domingo 24 (la Octava),
el Ayuntamiento decidió aplazarlas al 15 de octubre para evitar contagios pues
afluían habitualmente muchos forasteros a disfrutar de la feria cada año.
Entretanto se habían ido añadiendo
medidas preventivas, una de las cuales tuvo como escenario las dependencias del
antiguo Convento, en las que ya hacía unos años que no había frailes. En parte
de ellas se habían ubicado escuelas y ocurría que las basuras de todo tipo iban
a parar a un patio interior al no tener un espacio exterior descubierto – un
corral – por lo que podría darse un foco insano muy perjudicial más aún cuando
por entonces en parte de las citadas dependencias se estaba habilitando un
hospital – la casa de socorro citada - destinado a acoger a posibles víctimas
del cólera. Por ello y con el fin de poder disponer allí de un terreno adecuado
para basurero en la sesión del Ayuntamiento del 23 de septiembre se dio cuenta
de las gestiones que se estaban haciendo con la viuda de D. León Morán para
comprarle una parte de su propiedad contigua a la actual calle Castillo y al
propio Convento (donde ahora está la Casa de la Juventud), terreno, por cierto
que había pertenecido al Convento y su comunidad de carmelitas descalzos y que
había sido enajenado tras la desamortización de bienes de instituciones
religiosas decretada en 1836 y adquirido por Dionisio López, padre de la viuda
de Morán.
El terreno de los espacios 10, 11 y 12, lindante con la calle Castillo (calle Cerca de los Frailes en 1854 en ese sector) fue el adquirido a la viuda de León Morán |
Otra medida preventiva tomada por el Ayuntamiento, en consonancia con el deseo de la Junta de Sanidad de eliminar focos infecciosos, tuvo el objetivo de eliminar uno que había alrededor del Pósito, para lo que los contrafuertes que había – y hay – en dos de las fachadas del edificio quedaran cerrados por sendos muros dado que había quienes tenían la mala costumbre de arrojar basuras en los espacios que había entre ellos.
A pesar de las medidas que se habían ido
arbitrando, a cuyo gasto se había hecho frente vendiendo, en total, 200 fanegas
del trigo almacenado en el Pósito, se puso de manifiesto el 17 de noviembre que
dos personas habían enfermado de cólera, pero siendo evidente que se había
evitado la propagación del mal y teniendo en cuenta que los pueblos cercanos ya
estaban libres de la enfermedad, el día 24 la Corporación acordó celebrar una
función religiosa como acción de gracias a nuestros Patronos.
Mas pasaron unos meses y de nuevo cambió
el panorama. El 20 de mayo de 1855 el Ayuntamiento se hizo eco de la
reaparición del cólera en Madrid coincidiendo con la llegada de los primeros
calores, y consecuentemente se puso en marcha la maquinaria preventiva y la
previsión de gastos y cómo sufragarlos. Para gastos en relación con la
prevención se acordó que el dinero se allegaría de los mayores contribuyentes
por territorial e industria, concretamente los que tuvieran cuota superior a
300 reales, que recobrarían su aportación a cargo de los fondos del Pósito una
vez que esta institución hubiese ingresado en agosto y septiembre las
cantidades procedentes de los préstamos anuales hechos a los agricultores.
El 12 de julio, cuando ya varios pueblos
de la provincia de Ciudad Real, algunos muy cercanos al nuestro, estaban
infectados, el Ayuntamiento acordó impedir la entrada de gentes de fuera hasta
que no hubieran pasado la cuarentena, eso sí, prestándoles los auxilios que
necesitasen, y también cercar la villa y poner guardias en las entradas. Al día
siguiente se sabía que el cólera se había hecho presente en Alcázar y de nuevo
se decidió traer desde sus ermitas las imágenes del Cristo de Villajos y de la
Virgen de Criptana para practicar de nuevo rogativas durante nueve días.
En otro orden de cosas eran esos años (1854-1856) un tiempo de cambios políticos – el llamado Bienio Progresista -, con la intervención del ejército en primer plano de la vida nacional, y el Ayuntamiento supo el día 20 que desde Granada venía tropa con destino al pueblo, el Batallón de Cazadores de Madrid, que por miedo al contagio de los criptanenses habría de acuertelarse fuera del casco urbano, concretamente en la ermita y Cerro de la Virgen Criptana; esta novedad implicaba sumar un nuevo gasto para abastecer a esa unidad de pan, leña y aceite, para lo que se decidió echar mano de las existencias dinerarias del Pósito, al que se lo devolvería más adelante la Hacienda Pública.
Una de tantas procesiones de rogativas (Orellana la Vieja, Badajoz, c. 1920) |
En otro orden de cosas eran esos años (1854-1856) un tiempo de cambios políticos – el llamado Bienio Progresista -, con la intervención del ejército en primer plano de la vida nacional, y el Ayuntamiento supo el día 20 que desde Granada venía tropa con destino al pueblo, el Batallón de Cazadores de Madrid, que por miedo al contagio de los criptanenses habría de acuertelarse fuera del casco urbano, concretamente en la ermita y Cerro de la Virgen Criptana; esta novedad implicaba sumar un nuevo gasto para abastecer a esa unidad de pan, leña y aceite, para lo que se decidió echar mano de las existencias dinerarias del Pósito, al que se lo devolvería más adelante la Hacienda Pública.
FRANCISCO ESCRIBANO SÁNCHEZ-ALARCOS
(continuará)
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