domingo, 24 de abril de 2016

HAY QUE RESPETAR LOS RESTOS DEL PASADO

La vieja iglesia parroquial
y algunas de sus bolas de remate
Aunque pudiera parecerlo por lo que se lee de inmediato en este artículo, no voy a centrarme en hechos de la última guerra civil española, que tiempo habrá para ello. Me detengo hoy en el respeto por los restos materiales que nos hablan de nuestro pasado, respeto que debemos observar todos y cada uno de los ciudadanos y, por supuesto, deben tener muy en cuenta las instituciones que en todos los niveles nos gobiernan.
El 18 de julio de 1936 la iglesia parroquial de Campo de Criptana fue incendiada y posteriormente, a lo largo de la guerra, fue siendo derruida. Terminado el conflicto civil, lo que quedaba del edificio terminó por ser igualmente demolido para en el solar que ocupaba construir el templo que ahora vemos.
Una de las viejas bolas ante la actual
iglesia parroquial
En aquella iglesia había bolas de piedra arenisca rojiza que coronaban el chapitel de la torre y los pináculos que en distintos lugares de ella había. Esas bolas, al menos parte de ellas, después de acabada la demolición, quedaron sepultadas bajo la superficie de la Plaza y, cuando ésta fue remodelada en los años noventa del siglo pasado, quedaron al descubierto por la excavación del terreno que fue necesaria hacer.
Se tuvo en dicha remodelación el buen gusto de poner, como recuerdo del viejo templo, dos de ellas en el exterior de la puerta principal del actual. Más tarde, cuando se restauró el lugar de la Fuente del Caño, se decidió poner algunas de las bolas que todavía quedaban delante de la explanada de dicha Fuente con el fin de hermosear aquel rincón del pueblo.
Otra de las bolas actualmente en la Plaza
Hasta ahí todo muy bien. Pero he aquí que un buen día a alguien con responsabilidad en nuestro municipio se le ocurrió pintar de color añil las bolas de piedra colocadas frente a esa Fuente.
Bolas pintadas ante la Fuente del Caño
¿A quién se le pudo ocurrir tamaño disparate? Desde luego a alguien que no se paró a pensar que esas bolas de piedra son restos con un gran valor histórico, pues es lo único tangible que nos queda de aquel edificio singular levantado en los siglos XVI y XVII, y que como tal, es decir, como parte, por despreciable que a alguien pudiera parecer, de nuestro patrimonio histórico debe ser conservado en el mejor estado posible, y pintarlo de añil no lo es. ¡Vamos, que no son unas piedras como cualesquiera otras! ¿Qué pensaríamos si algún paisano o paisana nuestra hubiera tenido la ocurrencia de pintar de añil, por muy bonito y típico que nos resulte este color, la talla de la Virgen de Villajos tras ser encontrada en el interior de un muro de aquella ermita?

Una de esas bolas víctimas de la pintura
En fin, y volviendo al hecho que comento, ante tal barbaridad, nuestras autoridades deberían ordenar la eliminación de esa pintura y devolver a esas bolas su aspecto original. Puede que leyendo estas líneas alguien piense que exagero, que estoy fuera de onda, que cómo me pongo por unas piedras. Pues bien, si hay alguien que así opinara, sólo me cabe recomendarle que con toda urgencia se recicle culturalmente. ¡Basta ya de atentados contra nuestro patrimonio arqueológico sean sus restos de la época que sean!
          FRANCISCO ESCRIBANO SÁNCHEZ-ALARCOS






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