miércoles, 8 de marzo de 2017

LA COFRADÍA DE LA VERACRUZ DE CAMPO DE CRIPTANA (III)


Cofrades de la Veracruz
con vestimenta en parte diferenciada
Inicio este capítulo fijando la atención en los hermanos o hermanas (también los documentos utilizan el término cofradas). Al no conservarse el “Libro de los Hermanos”, las cifras que se conocen deben ser consideradas aproximadas u orientativas. Eran en el año 1559, según un documento judicial, alrededor de 600, cifra que no sé si es fruto de la exageración de la documentación. De 1852 hay una lista ¿general? de todos los hermanos inscritos en la Cofradía; eran 132. En 1862 figuran 244. Tanto en 1852 como en 1862 son listados con lo que cada uno o cada una ofrecía dar para las obras de la ermita.

Se sabe cuántos hermanos nuevos ingresaban cada año. La serie de datos conocidos abarca desde 1851 hasta 1935, aunque de algunos años, siete en total, nada se sabe. El primer dato conocido, en efecto, es de la anualidad 1851-1852, cuando ingresaron dos nuevos. El último dato es de la anualidad 1934-1935, con uno nuevo, Santiago Manzaneque Huertas. En todo ese periodo de tiempo ingresaron en total 497; cuando más lo hicieron fue en 1897-1898 y en 1927-1928, con 17 nuevos ingresos en cada anualidad.
                                   
Había una pequeña cuota fijada para darse de alta en la Cofradía; hasta 1892-1893 se pagaba 6 reales [hasta ese momento utilizó aquélla el sistema monetario tradicional: real, maravedí,etc; desde entonces, el sistema basado en la peseta], desde 1893-1894 – y hasta 1909-1910 - 1,50 pesetas, y desde 1910-1911 la cantidad ascendió a 3 pesetas.
Un recibo de cofrade de 1936

Otro aspecto interesante sobre los hermanos era la cuota anual que pagaban: 1 real hasta 1892-1893, 0,25 pesetas al año desde 1893-1894, 1 peseta al año desde 1910-11. Teniendo en cuenta lo recaudado en cada anualidad, cuando más se cobró, en reales, fueron 176, que sería el número de hermanos: su número habría aumentado un 217% desde 1867, año en que la recaudación fue de 81 reales.

Mientras la cuota fue de 0,25 pesetas, la mayor recaudación fue 1908-1909, con 58,50 pesetas, que corresponderían a 234 hermanos. Cuando la cuota anual era ya de 1 peseta, los mayores ingresos fueron en 1930-1931: 211 pesetas, 211 hermanos por lo tanto.

Aunque por lo expuesto parecería que puede darse por bueno el hecho de que se puede conocer el número de hermanos por el total recaudado cada año, lo cierto es que no puede hacerse esa afirmación de forma categórica pues, ciertamente, hay que contar con la realidad de que no todos los cofrades iban al corriente de pago, según se aprecia en los estados de cuentas que se presentaban cada año. Lo que sí es indudable, a la vista de los datos conservados hasta 1935, es el incremento en el número de hermanos desde 1867, más que doblado en ese periodo de tiempo.

Las actividades de la Cofradía eran variadas. Ya se mencionaron las recogidas en las Constituciones de 1556, para cuya financiación, entonces, se recurría a pedir a la gente, si bien se desconoce si sólo a los hermanos o al público en general,  dádivas que, al parecer, no siempre eran utilizadas para los fines propios, pues los visitadores de la Orden de Santiago hacían constar en 1604 que quienes administraban la Cofradía pedían demasiado pan y dinero que luego derrochaban en comidas y ágapes.

Avanzando en el tiempo, la documentación permite concretar más. Así, en el libro que parte de 1837 se detallan las siguientes:

Para hacerse una idea de aquellos antiguos entierros
Asistencia a funerales, tanto de cofrades como de no cofrades, con la Cruz de la Cofradía, insignias de ésta y  hachones de cera. Disponía de unas andas funerarias para llevar a los cadáveres al cementerio, y cobraba por todo ello a los que no eran hermanos: 6 reales en principio, 1,75 pesetas en 1893-1894 y 1,50 en lo sucesivo, hasta 1921-1922, momento a partir del cual el precio subió a 2 pesetas.

Celebración de misas por los difuntos en general, a precios que aumentaron con el tiempo: de 2 reales se pasó a 4 en 1874-75 y a 5 en 1881-1882. Desde 1896 se cobraba ya 1,50 pesetas, importe que no dejó de aumentar, hasta alcanzar las 5 pesetas en la anualidad 1934-1935.

Había un claro interés en que en la ermita se celebraran misas por  motivos muy diversos, especialmente los domingos y días festivos, tal como se explicita a veces, por ejemplo en marzo de 1896, “procurando la prosperidad y lustre” de la propia cofradía, pues, aunque ésta pagaba al sacerdote que oficiaba, la asistencia de fieles a la ermita tenía un efecto positivo desde el punto de vista económico dado que los asistentes solían dejar sus limosnas en el cepillo que a ese efecto había allí. Algunas de las que se celebraban a lo largo del año eran en unos días muy especiales desde antiguo:
La de la Anunciación
La de la Cruz
La de la Ascensión, denominada la de la una (de la tarde)
La de la Encarnación (25 de marzo)
Mención aparte merece una muy singular, la del Descendimiento; singular porque sólo aparece en las cuentas presentadas en 1907, de lo que cabe deducir que únicamente tuvo lugar entonces por ser el año en que fue inaugurado procesionalmente ese paso en la Semana Santa.

Otra actividad era la asistencia de hermanos a las procesiones que a lo largo del año organizaba la parroquia criptanense, a las que los miembros de la Junta Directiva concurrían con el estandarte y los cetros.

Procesión de Jueves Santo
En relación con las procesiones de Semana Santa la Cofradía se encargaba de organizar, como ahora, la del Jueves Santo por la tarde, asistía a la del Viernes Santo por la mañana y, desde que existió – la primera vez que se cita es en 1925 – a la de ese Viernes por la noche, la conocida como del Traslado (llamada así porque las imágenes participantes en el desfile procesional del Viernes por la tarde se dejaban, tras finalizar, en el templo parroquial, y unas horas más tarde eran trasladadas a sus respectivas ermitas: las de Veracruz y Madre de Dios). También participaba en la procesión del Domingo de Resurrección pues la imagen de Jesús Resucitado era propiedad de la Cofradía.

Procesión de la mañana del Viernes Santo
Habituales cada año eran los sermones en días y con motivos especiales:
Sermón de la Cruz, el día 3 de mayo, en el transcurso de su festividad.
Sermón de Azotes, luego de la Flagelación, el Jueves Santo por la tarde, antes de iniciarse la procesión.
Sermón del Viernes Santo, antes de la procesión de la tarde, celebrado por primera vez en la Semana Santa de 1909. Fue denominado “del Descendimiento” o “del Desenclavo”.
Sermón de Resurrección, el Domingo de Pascua.
El sacerdote Especioso Perucho Granero
Estos sermones muchas veces corrían a cargo de los capellanes de turno, como Especioso Perucho, pero también de ellos se ocuparon en alguna ocasión otros sacerdotes, como Ángel Briega o Victoriano Beamud. En cualquier caso, siempre el sermón tenía un coste, que podía variar de uno a otro (20 pesetas, 35, etc.). 

Como actividad ligada a esta Cofradía no puede obviarse  la presencia de la Compañía de Soldados Romanos, que la acompañaban en las procesiones. Sólo se conserva de ella un libro  de  
Algunos miembros de la Compañía de Romanos
cuentas, el de  1923 – año de su  fundación -, a través de cuyo contenido se sabe que organizaba rifas, cuyo premio solía ser una imagen, para atender a los gastos de vestimenta, cornetas, tambores, etc.

La misma fuente indica que la Compañía tenía un “cuarto de ensayos”, por cuyo alquiler pagó ese año 10 pesetas. En una nota manuscrita a lápiz se cuenta que entonces fue nombrado “corneta mayor (…) Salustiano Madrid pudiendo asistir de vocal a las juntas que se celebren”, y por otra nota también manuscrita puede conocerse a algunos otros componentes: Vicente de la Guía, Sabín, un tal Ramón y uno apellidado Carramolino.

  FRANCISCO ESCRIBANO        SÁNCHEZ-ALARCOS



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