sábado, 2 de mayo de 2015

CERVANTES Y EL QUIJOTE EN EL CALLEJERO DE CAMPO DE CRIPTANA ( y XXXIV)

                    U N  E P Í L O G O  N E C E S A R I O : T I P I S M O    U R B A N O   
                                  Y   A T R A C T I V O     T U R Í S T I C O


Más de la mitad de las vías urbanas objeto de esta serie que con la presenta entrega (la 34) llega a su fin se sitúa en el área más elevada de la ladera de la Sierra de Criptana en que se asienta parte del pueblo e integran, por tanto, lo que conocemos por Albaicín. Las normas urbanísticas municipales que abarcan todas las zonas de la localidad, ponen especial énfasis en la conservación de los elementos definidores - consolidados a lo largo del tiempo - del tipismo criptanense en ese sector del Albaicín y de su entorno urbano.

Por encima de las normas urbanísticas, cualquier persona con cierto interés en el tema conoce esos valores: colores blanco y añil en las fachadas de los inmuebles, teja curva árabe, etc., etc. Por respeto a la tradición, que en este caso se conjuga sabiamente con lo positivamente estético, y porque esa zona alta del pueblo, tan cercana al lugar de ubicación de los molinos de viento, debe ser, por su singularidad, la más visitada – junto al resto del Campo de Criptana monumental –, tiene que ser objeto de principalísima atención por los poderes públicos.

Como se vio anteriormente, ya quienes en 1955 decidieron poner nombres cervantinos y quijotescos a buen número de esas calles cayeron en la cuenta del atractivo y disfrute que la contemplación de esas vías urbanas, al tiempo que el paseo por ellas, habrían de proporcionar al visitante. Es ésta una idea que se ha oído repetir una y otra vez a los gobernantes criptanenses de diferentes épocas y de distinto signo político; lo que hace falta es que, de verdad y de forma definitiva, se pase de la palabra a la acción y se procure hermosear no sólo éste sino todos los sectores del casco urbano.

Cuando en junio de 2004 redactaba el libro que he rememorado en los contenidos de los 33 capítulos anteriores de esta serie, señalaba que “cierto es que se han llevado a cabo actuaciones en la dirección indicada; recuérdense en este punto aquéllas de las que han sido protagonistas los miembros de la Escuela Taller Molinos de Viento, que trabajó hace unos años, hasta 1998, en la restauración del molino El Sardinero así como en la rehabilitación de otros monumentos y calles y callejas de su entorno, sin olvidar posteriores restauraciones de antiguos molinos”, y añadía que “mucho queda por hacer en orden a conseguir la mejor imagen del sector urbano que nos ocupa y que, si en verdad – así lo  creo – hay interés por recuperar urbanísticamente El Albaicín, tal como se anuncia desde el Ayuntamiento, tarea hay por delante”.

Las ilustraciones que acompañan a los capítulos anteriores, que por fuerza son sólo una muestra de la realidad, dan fe de la obra realizada – que su mantenimiento necesita para que no se pierda lo logrado con mucho esfuerzo – pero también de las que hay pendientes, dado que la degradación urbanística observada en las calles de la “ribera de la Sierra”, según expresión utilizada desde antiguo, alcanza cotas elevadas debido a razones diversas entre las que cabe citar el abandono de inmuebles bien por emigración, bien por traslado dentro del pueblo a zonas de reciente urbanización, y la imposibilidad de dedicar recursos suficientes al mantenimiento de la vivienda por parte de quienes no tienen los medios económicos suficientes, sin olvidar el hecho de que en ocasiones la degradación viene dada por el mal gusto del propietario de una casa a la hora de dotarla externamente de materiales y pintura.

Por consiguiente, intervención municipal necesita, indudablemente, dicho sector del casco urbano, pero no radica ahí sólo la solución del problema. Iniciativa privada más iniciativa pública – muy importante ésta para marcar la línea a seguir – son precisas para que los valores naturales de la zona, adecuadamente resaltados, y su modificación por la ocupación humana sean otro de los atractivos de Campo Criptana, pensando no sólo en el goce estético de los visitantes sino también en el de todos los criptanenses.

Es oportuno citar aquí las opiniones e ideas lanzadas en su momento por D. José Antonio Sancho Calatrava director de la Escuela Taller citada acerca de lo hecho por ésta y de lo que debe ser el compromiso  para el porvenir en orden a la consecución de unos objetivos que muchas personas compartimos en esta villa: “ ... La iniciativa del Ayuntamiento de Campo de Criptana de emprender de forma decidida  (...) la rehabilitación del barrio del entorno de los molinos, es sólo un tímido comienzo que deberá ser continuado en el futuro con otras medidas: nuevos proyectos focalizados en la misma zona; control del estricto cumplimiento de la disciplina urbanística; apertura de líneas de ayudas a los vecinos que quieran preservar la arquitectura popular; cambio de mentalidades y de objetivos, hacia actitudes de denuncia más comprometidas (respecto de lo público, pero también de lo privado), en las asociaciones ciudadanas que pretender defender el patrimonio; ... y, cómo no, represión sin paliativos del vandalismo hasta ahora impune, sean quienes sean los delincuentes que lo practican ... “  (MOLINOS DE VIENTO. Revista de la Escuela Taller. Junio de 1998, página 3).

Situándonos en 2015, ¿qué hay de aquel Plan Especial para la Sierra de los Molinos y el barrio del Albaicín del año 2006 coordinado por D. Rafael Mata Olmo? Las autoridades municipales pueden y deben darnos “pelos y señales” de lo hecho y no hecho tras aquel convenio con la entonces Cajamadrid por importe de no pocos cientos de miles de euros, pero es evidente que, como apuntaba más arriba, queda mucho por hacer en tales ámbitos urbanos y periurbanos.


              FRANCISCO ESCRIBANO SÁNCHEZ-ALARCOS

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