domingo, 20 de julio de 2014

¿Monarquía? ¿República?

Las encuestas acerca de temas muy diversos están a la orden del día. En el momento presente, una vez anunciada por el rey de España, Juan Carlos I, su decisión de abdicar, al hilo de ella se han multiplicado aquéllas en todos los medios de comunicación, unas con más apariencia de haber sido realizadas bajo parámetros científicos, otras simplemente reducidas a obtener algunas respuestas sobre la marcha de personas de la calle con el fin de ser emitidas en cualquier telediario.
Manuel Azaña
Si fijamos la atención en estas últimas, cuando se pregunta qué prefiere el interrogado o la interrogada                  – monarquía o república -, no es raro escuchar cómo se manifiesta el rechazo de la república como forma de Estado al identificarla con acontecimientos revolucionarios y teñidos de violencia. Si se tienen en cuenta comentarios que se oyen a veces, esto ocurre también en Campo de Criptana, especialmente en personas de edad madura, aunque no sólo entre ellas, fenómeno debido en buena parte a que la tradición oral ha ido transmitiendo a lo largo de décadas y décadas la experiencia especialmente traumática que supuso la guerra civil (1936-1939). Durante ésta las retaguardias de ambas zonas enfrentadas en aquel conflicto fueron escenario de represión violenta sobre el adversario ideológico y de desmanes de todo tipo; al estar Campo de Criptana en zona republicana durante toda la guerra, evidentemente en nuestro pueblo esos desmanes y violencia fueron responsabilidad de los sectores más radicales del republicanismo y de ahí deriva que todavía mucha gente identifique república con todo lo peor que le puede sobrevenir a una sociedad.
Alejandro Lerroux
En la coyuntura histórica en que vivimos conviene seguir haciendo pedagogía al respecto de todo ello de forma serena y sin prejuicios, haciendo ver lo que marca la diferencia entre monarquía y república. Se trata de dos modelos de Estado que, en un contexto democrático como lo es el nuestro, se distinguen uno de otro en un elemento básico: en una monarquía el del Jefe del Estado es un cargo hereditario, se trasmite de padre a hijo o hija; en una república es elegido periódicamente por los ciudadanos (cada seis años según la Constitución española de 1931). Y eso es independiente del hecho de que el gobierno sea de derecha, de centro o de izquierda, lo cual dependerá del resultado de las elecciones parlamentarias o generales, también celebradas periódicamente dentro de un sistema democrático.
Niceto Alcalá Zamora
Así, en el transcurso de la Segunda República en España, proclamada en abril de 1931, hubo periodos en que gobernó la izquierda (con Manuel Azaña, por ejemplo) y años en que gobernó la derecha o centro derecha (con Alejandro Lerroux, entre otros). Y si se habla de la Jefatura del Estado, la ocupó el propio Azaña (líder de Acción Republicana y luego de Izquierda Republicana, una izquierda no marxista, por cierto) y antes que él Niceto Alcalá Zamora, antiguo  monárquico reconvertido en líder del partido Derecha Liberal Republicana. Por otra parte, bajo la monarquía de Juan Carlos I hemos visto, asimismo, cómo gobernó el centro con Adolfo Suárez  y Leopoldo Calvo Sotelo (UCD), la izquierda, con el PSOE de Felipe González, y la derecha, con José María Aznar, por extenderme sólo hasta los primeros años del siglo XXI.
Así pues, a la hora de plantearnos el dilema monarquía-república y mostrar nuestra inclinación hacia una u otra, debemos considerar, dejando aparte circunstancias que en el aquí y ahora de nuestra particular historia habría que obviar, el siguiente interrogante:
¿Prefiero participar cada cierto número de años en la elección del Jefe del Estado, o aceptar que tal cargo ha de ser heredado por un hijo o una hija de quien lo está ocupando?

FRANCISCO ESCRIBANO SÁNCHEZ-ALARCOS

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