Publicado por primera vez en agosto de 2012
Nadie pone en duda que los
criptanenses nos sentimos orgullosos de serlo, orgullosos de todo lo que
constituye la esencia de nuestro pueblo, sus costumbres, sus gentes, sus
tradiciones, su historia, etc., etc. Nos gusta que quienes por aquí se acercan
conozcan nuestro pueblo y hacemos todo
lo posible por contarles al detalle, de arriba abajo, qué es Campo de
Criptana. Es una actitud y una predisposición en la que no somos nada originales,
porque en los habitantes de cualquier pueblo o ciudad, de aquí o de allá, están
presentes, son naturales, como no podría ser de otra manera, esos
comportamientos.
Esta breve introducción viene a
cuento por el hecho de que, aunque parezca sorprendente, no siempre ocurre así
en la realidad. Hay actuaciones u omisiones al respecto que nos dejan a veces
perplejos, parece como si nuestro patrimonio monumental y artístico, por
ejemplo, careciera de importancia o, aun reconociéndola, nos desbordase y
fuéramos incapaces de ponerla en valor, utilizando una frase en estos tiempos tan
repetida. Estoy pensando, en concreto, en nuestra iglesia del Convento.
No entraré en detalles sobre esa
estupenda muestra arquitectónica del pasado de esta villa, para lo que remito
al lector a las páginas del libro publicado en 2008 (El Convento de Carmelitas Descalzos de Campo de Criptana), cuyos
beneficios se dedicaron íntegramente a colaborar en las obras de su
restauración. Baste recordar que fue el templo en torno al cual transcurrió la
existencia de una comunidad de frailes desde 1598 hasta 1835-36. A partir de
otro anterior, el edificio fue construido en los primeros años del siglo XVIII
dentro de los cánones estructurales de las iglesias jesuíticas cuyo modelo es
la de Jesús (Gesú), de Roma, y en un estilo barroco notablemente austero.
Hace pocos años, y después de
actuaciones parciales anteriores, se abordó su completa restauración, para lo
cual se creó una Asociación, aún existente, cuyo compromiso fue promover actos
de todo tipo para recaudar el dinero necesario para las obras. Al día de hoy se
siguen programando actos para acabar de sufragar el importe de un préstamo bancario concertado en su momento por
la Parroquia; se trata de una pequeña cantidad en comparación con el coste
total de la obra, que ascendió casi a los 800.000 euros, y que se confía en
redimirla pronto. En 2009 fue reabierto el templo, una vez rehabilitado.
El objetivo era precisamente ése, es
decir, que la iglesia estuviera abierta, no sólo para actos religiosos, su fin
primordial, sino también disponible para que cualquier persona, incluidos los
numerosos visitantes, españoles y extranjeros, que llegan a Campo de Criptana,
puedan contemplarla y admirarla desde el punto de vista artístico.
Este segundo aspecto es el que
lamentablemente está fallando. Salvo raras excepciones, el potencial visitante
de la iglesia del Convento se marcha de nuestro pueblo sin ver su interior,
visitante que ve frustrado su interés después de haber visto publicitada la
iglesia en los folletos turísticos, situación claramente incomprensible cuando
desde las instituciones públicas se trata de fomentar el turismo como una
actividad rentable de presente y de futuro para Campo de Criptana. Y no valen
excusas; si tener ese templo abierto unas horas al día es ¡¡¡ un problema !!!, búsquense soluciones,
porque el asunto las merece. Claro que el problema no es sólo del Convento,
sino de muchos componentes de nuestro patrimonio monumental, visitables sólo
teóricamente, pero de ellos me ocuparé en otra ocasión.
FRANCISCO ESCRIBANO SÁNCHEZ-ALARCOS
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