Publicado por primera vez en noviembre de 2013
La presencia de miembros del PSOE en la
vida municipal de Campo de Criptana durante la Segunda República entre 1931 y
1936 fue notable, hecho derivado de los resultados electorales de abril de
1931. Los temas de sus intervenciones en los plenos del consistorio reflejaban,
como es lógico, su ideología y sus planteamientos políticos. Un somero repaso a
algunas muestras de los mismos así lo acreditan.
Los salarios
percibidos por la clase obrera les parecían insuficientes y se esforzaron por favorecer
su aumento, de lo que alguna vez presumían; así el 14 de agosto de 1931
manifestaban que, gracias a la intervención de la Sociedad Obrera La Esperanza
y de la alcaldía, aquí se había pagado la siega más cara que en los pueblos de
alrededor. En ocasiones se hacían eco en sede municipal de las quejas de
algunos sectores laborales, como en diciembre del mismo año, cuando plantearon
las que estimaban justas reivindicaciones de los obreros del palillo.
Paralelamente les preocupaban los precios
al alza, ya fuesen los de los alquileres de viviendas, que consideraban
abusivos en Campo de Criptana, o los de los artículos de primera necesidad,
especialmente el del pan. Respecto a este último en noviembre de 1931 Manuel Vela acusaba
a los fabricantes de harina de presionar para elevar los precios no vendiendo
harina y alegando que faltaba trigo porque no querían vender los agricultores,
por lo que pedía al Ayuntamiento que obligara a los cosecheros a vender el
trigo almacenado para acabar con el problema creado por algunos acaparadores.
Más tarde, en julio
de 1932 la Agrupación
Socialista Local pedía que el Ayuntamiento se interesase por la regulación del
precio del pan, en conformidad con el que tenía el trigo; la Corporación acordó
por unanimidad pedir a instancias superiores que se estableciese la tasa del
precio de la harina y del pan.
Gregorio Ortiz Arteaga, alcalde entre 1932 y 1933 |
Eran otro asunto
recurrente las condiciones de trabajo del obrero, tales como la preocupación
por el acatamiento de lo dispuesto sobre la jornada laboral de ocho horas y del
descanso dominical, o la discusión sobre los convenios o bases de trabajo,
normativas y acuerdos no pocas veces incumplidos – aseguraban - por los patronos.
Entre sus
planteamientos figuraba la modificación de la fiscalidad vigente por entonces,
que en su opinión gravaba más las rentas del trabajo que las del capital, por
lo que denunciaban la gran ocultación de riqueza, sobre todo rústica, existente
por entonces, y luchaban por conseguir la presencia de representantes de las
sociedades obreras en las Comisiones de Evaluación del Repartimiento General
para contrarrestar la influencia de los grandes propietarios.
Sin duda, fue el
del paro, en aumento por aquellos años, el problema que constantemente ocupaba
la actuación de aquellos políticos que representaban los intereses más
acuciantes de buena parte de la población. A veces, señalaban a los que
entendían culpables del problema, como cuando acusaban a los patronos de no dar trabajo para
presionar al régimen republicano. Para combatir el paro, las soluciones que se
ponían sobre la mesa eran muy variadas a pesar de que parte de ellas no se
ponían en práctica por falta de recursos o por obstáculos insalvables de todo
tipo. He aquí algunas:
Ø La
entrega en arriendo de los terrenos comunales a las sociedades obreras mediante
el pago de una renta. Incluso se pensó en designar a una persona competente
para examinar el Archivo Municipal y ver en detalle los terrenos comunales del
pueblo para rescatarlos por parte del Ayuntamiento, lo que parece que no se
pudo conseguir, pues se pensó en consultar la documentación del archivo de El
Escorial para obtener tal información.
Ø
Dedicación
del 10% de los ingresos por contribución territorial a emplear obreros en obras
públicas, como se hacía en Andalucía.
Ø
Creación
de una Oficina de Colocación Obrera, que debería dar trabajo por riguroso turno.
Efectivamente, fue creada, si bien su funcionamiento fue una fuente de
conflictos planteados entre las fuerzas políticas de izquierda y de derecha a
lo largo del periodo republicano.
Ø
Realización
de obras públicas, tales como la canalización del río Záncara para aprovechar los
terrenos inmediatos, terminación del Camino de Nieva, construcción de nuevos grupos
escolares, casas para maestros, un parque y una plaza de abastos, además de la
reparación de vías urbanas. Algunas de esas obras eran ciertamente de
competencia municipal, pero el problema estaba en la escasez de recursos
económicos municipales, pues en 1933 se afirmaba que el Ayuntamiento sólo podía
ocupar a unos 50 obreros diarios.
Ø
El
recurso al crédito era otro remedio en el que se pensaba para que la iniciativa
privada y pública en el plano local pudiera crear empleo. En un momento
determinado la minoría socialista integrante del ayuntamiento pidió la creación
de un Instituto de Crédito, a lo que se le respondió que para eso estaba el
Pósito, que realmente no tenía dinero sobrante en la cantidad necesaria pues en
esa época su capital se movilizaba como nunca antes se había hecho dando
prestado a todos los que ofreciesen garantías.
Ø
En
semejante sentido en 1933 dicha minoría Socialista (Manuel Vela, Vicente
Violero, Antonio Sepúlveda, José Antonio y Santiago Olmedo, y Emilio Sepúlveda)
para terminar con “el pavoroso problema
del paro que somete a este pueblo trabajador a la más espantosa miseria” y
para que “nuestra riqueza vitivinícola no
se vea tirada por el suelo”, proponía crear un patronato (formado por algunos
concejales, un obrero, un arrendatario y un propietario, todos presididos por
el Alcalde), al que el Ayuntamiento habría de abrir un crédito con el Banco de
España con la garantía del propio Concejo; el préstamo sería por un tiempo de
15-20 años, y de momento se sacaría 100.000 pesetas para facilitárselas a
arrendatarios y colonos por un plazo máximo de diez años. El fin era replantar
con vid americana; se beneficiarían los arrendatarios que acreditaran tener
viñas en arrendamiento o en propiedad en 6 fanegas como máximo, que podría
ampliarse hasta los que tuvieran 8 fanegas. También se harían préstamos a las
sociedades legalmente constituidas.
Según
se observa, en el Ayuntamiento de aquella época no todo era guirigay ni estéril
lucha política, tal como a veces se afirma. Los políticos municipales, y no
sólo los del signo ideológico que nos ocupa, se esforzaban y trabajaban por su
pueblo. Y no cobraban por ello.
FRANCISCO ESCRIBANO
SÁNCHEZ-ALARCOS
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