lunes, 21 de julio de 2014

La Beneficencia municipal en los albores de la Segunda República

La crisis económica iniciada en octubre de 1929 en Estados Unidos se hizo internacional y también acabó afectando a España, bien es cierto que con algo de retraso y con menos intensidad si se compara con otros países de Europa y América. Tal fue el contexto – aparte de sus particulares problemas internos - en el que tuvo que desenvolverse en nuestro país el régimen político de la Segunda República, proclamada el 14 de abril de 1931, cuyos gobiernos tuvieron que afrontar en los años siguientes las secuelas sociales derivadas de la crisis, entre ellas el paro, creciente a medida que pasaba el tiempo, con las consiguientes dificultades, en el plano local que aquí interesa,  para una buena parte de las familias criptanenses. La asistencia social a los más desvalidos económicamente hablando, explicitada en la beneficencia municipal y concretada temporalmente en el inicio de aquellos difíciles y singulares años treinta del siglo XX, es el objeto de este artículo.

A finales de septiembre de 1931 había 544 familias consideradas pobres en Campo de Criptana, lo que supone un porcentaje más que respetable del total de una población de hecho que ascendía – según el padrón municipal de 1 de diciembre de 1930 – a 14.384 habitantes, incluidas 361 personas transeúntes. El Ayuntamiento dedicaba parte de sus fondos a socorrer de diversas formas a los más necesitados. Así, pagaba a cuatro médicos, que en 1930 habían asistido de gratis a 1.020 enfermos; el gasto suponía al año 8.250 pesetas, que desde 1932 ascendieron a 10.000. Por otra parte, en 1930 el suministro gratuito de medicamentos alcanzó la suma de 6.294,44 pesetas.
El Hospital en el plano de 1911, señalado con el nº 21
Para hacerse una idea del significado de tales cifras, en el presupuesto municipal aprobado el 27 de noviembre de 1931 para la anualidad siguiente, de un total de gasto de 376.461,72 pesetas. el capítulo de Beneficencia ascendía a 36.825 pesetas , en torno al 9,8% del total y algo inferior a la mitad de lo presupuestado para obras públicas y casi el doble de lo dedicado a instrucción pública. 
En el presupuesto municipal en curso para 1931 los gastos en el capítulo de Beneficencia ascendían a 24.690 pesetas, de las que el auxilio médico-farmacéutico suponía 19.765; del resto, una parte, 3.625 pesetas, se destinaba a subvencionar al entonces denominado Hospital Asilo de San Bartolomé. El asiduo lector de este blog recordará que en el artículo titulado CAMPO DE CRIPTANA EN EL TIEMPO DE EL QUIJOTE (XI), publicado el 27 de junio de 2013, se mencionaba al Hospital de San Bartolomé como uno de los existentes en Campo de Criptana ya en el siglo XVI.
En el informe elevado en septiembre de 1931 al Gobernador Civil de la provincia de Ciudad Real se señalaba que el Hospital Asilo, de carácter municipal, estaba situado “en el punto más alto de la población”, aislado de toda vivienda y de establecimientos industriales, bien orientado, y defendido de los vientos fuertes “por una pequeña loma, en cuya falda se halla asentado”. Había sido edificado unos veinte años atrás, tras el traslado desde su lugar  original - indicado más adelante -  y estaba siempre muy limpio y con buenas condiciones higiénicas. Gozaba de las simpatías del vecindario, que lo sostenía en gran parte con sus limosnas, además de los gastos de que se hacía cargo el propio Ayuntamiento. Estaba en la calle Fuente, 57, poco después denominada, durante todo el tiempo de la República, Pablo Iglesias.
En el presupuesto de 1934 se tasaba su valor en 30.000 pesetas. Su superficie era de 3.200 metros cuadrados. Se señalaban como linderos por la derecha y la espalda la Sierra, y por la izquierda la calle Norte. Fue edificado en 1910, al tiempo que el Teatro Cervantes – levantado donde antes estuvo situado el propio Hospital -,  en terreno de uso público, junto a la Fuente del Caño, y había sido ampliado con un pabellón para enfermos epidémicos y contagiosos.
Entrada al Hospital, frente a la calle Fuente 
En el Hospital prestaban sus servicios las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, siete por esas fechas. Por entonces acogía a 15 ancianos y atendía a personas que habían sufrido accidentes y que marchaban a sus respectivos domicilios una vez que habían sido asistidos durante el tiempo que la lesión requería. El número anual de estancias era de 6.205, cuyo promedio de coste por unidad era de una peseta. El número de camas o plazas fijas de socorro permanente o temporal era de 22. De mayo de 1931 data un proyecto de construcción de una enfermería para atender a enfermos por epidemias y de una sala para parturientas, todo lo cual supondría un gasto de 4.000 pesetas.
El Hospital estaba dotado de unos bienes propios: un título de Deuda del Estado (relacionado con la desamortización de sus bienes en la segunda mitad del siglo XIX en aplicación de la llamada ley Madoz de 1855), cuyos intereses anuales le reportaban 806,80 pesetas, y una casa palomar en la calle Valenzuela (donde hoy se ubica el Conservatorio de Música), cuyo valor estaba tasado en 7.500 pesetas. Por la venta de palomas y palomina ingresaba unas 1.000 pesetas; el edificio se dedicaba en parte también a casa cuna y almacén municipal. Recibía además una subvención del Ayuntamiento de casi 3.000 pesetas; en cuanto a las limosnas, las Hermanitas aseguraban que eran de 2.000 pesetas al año de promedio. Por supuesto, el Ayuntamiento corría con los gastos de mantenimiento del local y de personal (un barbero y un facultativo, tarea en la que se turnaban los médicos titulares municipales).


FRANCISCO ESCRIBANO SÁNCHEZ-ALARCOS

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