miércoles, 23 de julio de 2014

Por un Convento abierto al turismo

Publicado por primera vez en agosto de 2012

Nadie pone en duda que los criptanenses nos sentimos orgullosos de serlo, orgullosos de todo lo que constituye la esencia de nuestro pueblo, sus costumbres, sus gentes, sus tradiciones, su historia, etc., etc. Nos gusta que quienes por aquí se acercan conozcan nuestro pueblo y hacemos todo  lo posible por contarles al detalle, de arriba abajo, qué es Campo de Criptana. Es una actitud y una predisposición en la que no somos nada originales, porque en los habitantes de cualquier pueblo o ciudad, de aquí o de allá, están presentes, son naturales, como no podría ser de otra manera, esos comportamientos.
Esta breve introducción viene a cuento por el hecho de que, aunque parezca sorprendente, no siempre ocurre así en la realidad. Hay actuaciones u omisiones al respecto que nos dejan a veces perplejos, parece como si nuestro patrimonio monumental y artístico, por ejemplo, careciera de importancia o, aun reconociéndola, nos desbordase y fuéramos incapaces de ponerla en valor, utilizando una frase en estos tiempos tan repetida. Estoy pensando, en concreto, en nuestra iglesia del Convento.
No entraré en detalles sobre esa estupenda muestra arquitectónica del pasado de esta villa, para lo que remito al lector a las páginas del libro publicado en 2008 (El Convento de Carmelitas Descalzos de Campo de Criptana), cuyos beneficios se dedicaron íntegramente a colaborar en las obras de su restauración. Baste recordar que fue el templo en torno al cual transcurrió la existencia de una comunidad de frailes desde 1598 hasta 1835-36. A partir de otro anterior, el edificio fue construido en los primeros años del siglo XVIII dentro de los cánones estructurales de las iglesias jesuíticas cuyo modelo es la de Jesús (Gesú), de Roma, y en un estilo barroco notablemente austero.
Hace pocos años, y después de actuaciones parciales anteriores, se abordó su completa restauración, para lo cual se creó una Asociación, aún existente, cuyo compromiso fue promover actos de todo tipo para recaudar el dinero necesario para las obras. Al día de hoy se siguen programando actos para acabar de sufragar el importe de un  préstamo bancario concertado en su momento por la Parroquia; se trata de una pequeña cantidad en comparación con el coste total de la obra, que ascendió casi a los 800.000 euros, y que se confía en redimirla pronto. En 2009 fue reabierto el templo, una vez rehabilitado.
El objetivo era precisamente ése, es decir, que la iglesia estuviera abierta, no sólo para actos religiosos, su fin primordial, sino también disponible para que cualquier persona, incluidos los numerosos visitantes, españoles y extranjeros, que llegan a Campo de Criptana, puedan contemplarla y admirarla desde el punto de vista artístico.
Este segundo aspecto es el que lamentablemente está fallando. Salvo raras excepciones, el potencial visitante de la iglesia del Convento se marcha de nuestro pueblo sin ver su interior, visitante que ve frustrado su interés después de haber visto publicitada la iglesia en los folletos turísticos, situación claramente incomprensible cuando desde las instituciones públicas se trata de fomentar el turismo como una actividad rentable de presente y de futuro para Campo de Criptana. Y no valen excusas; si tener ese templo abierto unas horas al día es      ¡¡¡ un problema !!!, búsquense soluciones, porque el asunto las merece. Claro que el problema no es sólo del Convento, sino de muchos componentes de nuestro patrimonio monumental, visitables sólo teóricamente, pero de ellos me ocuparé en otra ocasión.


FRANCISCO ESCRIBANO SÁNCHEZ-ALARCOS

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