jueves, 12 de febrero de 2015

CERVANTES Y EL QUIJOTE EN EL CALLEJERO DE CAMPO DE CRIPTANA (X)


            SANCHO PANZA (cont.)


Entre señor y escudero son frecuentes los detalles de cariño que sentían uno hacia otro. En relación con ello, no son pocas las veces en que don Quijote se dirige a su escudero llamándole “Sancho el bueno“ o “Sancho bueno“.

"Sancho bueno, Sancho amigo"
Uno de los amores de Sancho es su rucio. Encontrarlo después de haberlo perdido le supuso una inmensa alegría cuando se produce el regreso a la aldea tras la segunda salida: “ vieron venir por el camino donde ellos iban á un hombre caballero sobre su jumento, y cuando llegó cerca les pareció que era gitano; pero Sancho Panza, que do quiera que veia asnos se le iban los ojos y el alma, apénas hubo visto al hombre, cuando conoció que era Gines de Pasamonte, y por el hilo del gitano sacó el ovillo de su asno, como era la verdad, pues era el rucio sobre que Pasamonte venia: el cual, por no ser conocido y por vender el asno, se habia puesto en traje de gitano. (...) Vióle Sancho y conocióle, y apenas le hubo visto y conocido, cuando á grandes voces le dijo: Ah ladron Ginesillo, deja mi prenda, suelta mi vida, no te empaches con mi descanso, deja mi asno, deja mi regalo, huye puto, auséntate ladron, y desampara lo que no es tuyo “ . Tras salir huyendo Ginés “ Sancho llegó á su rucio, y abrazándole le dijo: ¿ Cómo has estado, bien mio, rucio de mis ojos, compañero mio ? Y con esto le besaba y acariciaba como si fuera persona “ (Capítulo XXX, 1ª parte).  De forma semejante manifiesta Sancho el cariño hacia su caballería cuando tras abandonar la ínsula ambos caen por una sima y Sancho comparte con su rucio el alimento que llevaba: “ Estaba el rucio boca arriba, y Sancho Panza le acomodó de modo que le puso en pié, que apenas se podia tener; y sacando de las alforjas, que tambien habian corrido la mesma fortuna de la caida, un pedazo de pan, lo dio á su jumento, que no le supo mal; y díjole Sancho, como si lo entendiera: Todos los duelos con pan son buenos “  (Capítulo LV, 2ª parte).

Sobre su apariencia externa, Don Quijote lo caracteriza bien cuando tras afirmar de sí mismo Sancho lo señalado anteriormente y su elegancia cuando vista, si llega la ocasión, con ropa de duque, leemos: “ Bien parecerás, dijo don Quijote; pero será menester que  te rapes las barbas á menudo, que según las tienes de espesas, aborrascadas y mal puestas, si no te las rapas á navaja cada dos dias por lo ménos, á tiro de escopeta se echará de ver lo que eres   (Capítulo XXI, 1ª parte).

Sirve para caracterizarlo también lo que dice de sí mismo cuando al principio de la tercera salida, camino de El Toboso, Sansón Carrasco les refiere lo que hay escrito sobre ellos en la segunda parte apócrifa: “ bien es verdad que soy algo malicioso, y que tengo mis ciertos asomos de bellaco; pero todo lo cubre y tapa la gran capa de la simpleza mia, siempre natural y nunca artificiosa: y cuando otra cosa no tuviese sino el creer, como siempre creo, firme y verdaderamente en Dios y en todo aquello que tiene y cree la santa Iglesia católica romana, y el ser enemigo mortal , como lo soy, de los judíos, debian los historiadores tener misericordia de mí, y tratarme bien en sus escritos; pero digan lo que quisieren, que desnudo nací, desnudo me hallo, ni pierdo ni gano; aunque por verme puesto en libros, y andar por ese mundo de mano en mano, no me da un higo que digan de mí todo lo que quisieren “  ( Capítulo VIII, 2ª parte ).

Sobre el tratamiento que de Sancho hace la segunda parte apócrifa de la obra se habla estando en la venta cuando van camino de Zaragoza. Uno de los caballeros allí presente dice: “ no os trata este autor moderno con la limpieza que en vuestra persona se muestra: píntaos comedor y simple, y no nada gracioso, y muy otro del Sancho que en la primera parte de la historia de vuestro amo se describe “. Sancho replica: “ Que me maten, señores, si el autor deste libro que vuesas mercedes tienen, quiere que no comamos buenas migas juntos: yo querria que ya que me llaman comilon, como vuesas mercedes dicen, no me llamase tambien borracho “, a lo que contesta el mencionado caballero: “ Sí llama, dijo don Jerónimo; pero no me acuerdo en qué manera, aunque sé que son malsonantes las razones, y ademas mentirosas, según yo echo de ver en la fisonomía del buen Sancho que está presente “  (Capítulo LIX, 2ª parte).

También en relación con esa parte apócrifa, cuando de regreso definitivo a la aldea Don Quijote y Sancho se encuentran con Don Álvaro Tarfe, Sancho se describe a sí mismo: “ el verdadero Sancho Panza soy yo, que tengo más gracias que llovidas: y sino haga vuesa merced la experiencia, y ándese tras de mí por lo ménos un año, y verá que se me caen á cada paso, y tales y tantas, que sin saber yo las más veces lo que me digo, hago reir á cuantos me escuchan “  (Capítulo LXXI, 2ª parte).

Tras haberle ordenado Don Quijote volver a El Toboso para ver a Dulcinea y darle su recado, Sancho, comparándose con su señor, dice sobre él mismo: “ Este mi amo, por mil señales he visto que es un loco de atar, y áun tambien yo no le quedo en zaga, pues soy más mentecato que él, pues le sigo y le sirvo, si es verdadero el refran que dice: dime con quién andas, decirte he quién eres; y el otro de: nó con quien naces, sino con quien   paces “  (Capítulo X, 2ª parte).

Era terco. Es lo que manifiesta cuando decide marcharse de la ínsula: “ Yo soy del linaje de los Panzas,  que todos son testarudos, y si una vez dicen nones, nones han de ser, aunque sean pares, á pesar de todo el mundo “  (Capítulo LIII, 2ª parte).
  
Cervantes lo califica de caritativo con motivo del encuentro que, tras haber dejado la ínsula y yendo en busca de Don Quijote, tiene con unos peregrinos que le pedían limosna: “ sacó de sus alforjas medio pan y medio queso, de que venia proveido, y dióselo, diciéndoles por señas que no tenia otra cosa que darles “  (Capítulo LIV, 2ª parte). Por cierto, uno de esos peregrinos era Ricote el morisco, vecino de Sancho que se había marchado de casa en cumplimiento del bando real y había estado en Francia y otros países europeos.

Sancho era muy dado al uso de refranes. Por citar sólo algún ejemplo, en el pasaje en que están por Sierra Morena y van hablando sobre lo que les había contado Cardenio, Sancho enlaza unos cuantos: “ con su pan se lo coman” , “ de mis viñas vengo, no sé nada” ,” el que compra y miente en su bolsa lo siente “ , “ desnudo nací, desnudo me hallo, ni pierdo ni gano “ , “ muchos piensan que hay tocinos, y no hay estacas “ , etc., etc. Tantos utiliza, que hace saltar a su amo: “ ¡Válame Dios, dijo Don Quijote, y ¡qué de necedades vas, Sancho, ensartando! ¿ Qué va de lo que tratamos á los refranes que enhilas ? Por tu vida, Sancho, que calles “  (Capítulo XXV, 1ª parte).
Don Quijote aconseja a Sancho
(G. Doré)

Don Quijote, cuando está dándole consejos para cuando esté de gobernador de la ínsula, le advierte sobre esa costumbre de los refranes y entre ellos se traba una interesante conversación: “ Tambien, Sancho, no has de mezclar en tus pláticas la muchedumbre de refranes que sueles, que puesto que los refranes son sentencias breves, muchas veces los traes tan por los cabellos, que más parecen disparates que sentencias. Eso Dios lo puede remediar, respondió Sancho, porque sé más refranes que un libro, y viénenseme tantos juntos á la boca cuando hablo, que riñen por salir unos con otros; pero la lengua va arrojando los primeros que encuentra, aunque no vengan á pelo; mas yo tendré cuenta de aquí delante de decir los que convengan á la gravedad de mi cargo, que en casa llena presto se guisa la cena, y quien destaja no baraja, y á buen salvo está el que repica, y el dar y el tener seso ha menester. Eso sí, Sancho, dijo Don Quijote, encaja, ensarta, enhila refranes, que nadie te va á la mano: castígame mi madre, y yo trompógelas. Estoite diciendo que excuses refranes, y en un instante has echado aquí una letanía dellos, que así cuadran con lo que vamos tratando como por los cerros de Úbeda. Mira, Sancho, no te digo yo que parece mal un refran traido á propósito; pero cargar y ensartar refranes á trochemoche, hace la plática desmayada y baja “. Como Sancho proseguía con el refranero, su amo acaba indignándose: “ ¡Oh maldito seas de Dios, Sancho! dijo á esta sazon Don Quijote: sesenta mil satanases te lleven á ti y á tus refranes. Una hora ha que los estás ensartando, y dándome con cada uno tragos de tormento. Yo te aseguro que estos refranes te han de llevar un dia á la horca; por ellos te han de quitar el gobierno tus vasallos, ó ha de haber entre ellos comunidades.“ E insiste: “ Dime ¿dónde los hallas, ignorante? ¿o como los aplicas, mentecato? que para decir yo uno, y aplicarle bien sudo y trabajo como si cavase “  (Capítulo X,  2ª parte).

Pese al uso casi continuo de refranes, Sancho, al fin y al cabo, tenía poca cultura y no era raro que errara bastante en el uso del lenguaje. En el episodio de la boda de Camacho Don Quijote lo reprende por los juicios que vertía, a lo que él dijo: “ sé que no he dicho muchas necedades en lo que he dicho, sino que vuesa merced, señor mio, siempre es friscal de mis dichos y áun de mis hechos “, a lo que responde su amo: “ Fiscal has de decir (...) que nó friscal, prevaricador del buen lenguaje, que Dios te confunda “. Sancho justifica su falta de competencia en el uso del lenguaje: “ No se apunte vuesa merced conmigo (...), pues sabe que no me he criado en la corte, ni he estudiado en Salamanca, para saber si añado ó quito alguna letra á mis vocablos. Sí que, válgame Dios, no hay para qué obligar al sayagués á que hable como el toledano; y toledanos puede haber que no las corten en el aire en esto del hablar polido “  (Capítulo XIX, 2ª parte ). Sancho era incapaz de escribir o de leer, sólo escribía su nombre. Sobre los consejos de Don Quijote para ejercer como gobernador, decía él: “ no se me acuerda ni acordará más dellos que de las nubes de antaño; y así  será menester que se me den por escrito, que puesto que no sé leer ni escribir, yo se los daré á mi confesor para que me los encaje y recapacite cuando fuere menester (...). Bien sé firmar mi nombre, respondió Sancho, que cuando fui prioste en mi lugar aprendí á hacer unas letras como de marca de fardo, que decian que decia mi nombre “  (Capítulo XLIII, 2ª parte).

Lo cierto es que Sancho se caracterizaba por “ hablar por los codos ” . En relación con la elección de marido que hace Quiteria entre Basilio y el rico Camacho, Sancho protagoniza una larga parrafada que acaba así:   “ Sobre un buen cimiento se puede levantar un buen edificio, y el mejor cimiento y zanja del mundo es el dinero “ . Don Quijote le espeta: “ Por quien Dios es, Sancho (...), que concluyas con tu arenga, que tengo para mí que si te dejasen seguir en las que á cada paso comienzas, no te quedaria tiempo para comer ni para dormir, que todo lo gastarias en hablar “. Al respecto, y tras la plática que sobre el tema de la muerte mantienen caballero y escudero, dice don Quijote: “ No más, Sancho (...): tente en buenas y no te dejes caer, que en verdad que lo que has dicho de la muerte por tus rústicos términos es lo que pudiera decir un buen predicador. Dígote, Sancho, que si como tienes buen natural, tuvieras discreción, pudieras tomar un púlpito en la mano y irte por ese mundo predicando lindezas “  (Capítulo XX, 2ª parte).  

Sancho se tenía por hombre de poca memoria. Cuando Don Quijote, estando por Sierra Morena, le dice que le va a leer la carta que escribe a Dulcinea, por si se le pierde por el camino, contesta Sancho: “ Escríbala vuestra merced dos ó tres veces ahí en el libro, y démele, que yo le llevaré bien guardado; porque pensar que yo la he de tomar en la memoria es disparate, que la tengo tan mala que muchas veces se me olvida cómo me llamo “  (Capítulo XXV, 1ª parte).

Sancho Panza, hombre de buen apetito
(G. Doré)
Por su extracción social era de nivel cultural bajo, pero a veces se muestra muy razonable y muy agudo. Es lo que le dice su amo después de haberse encontrado con la carreta de los miembros de la compañía de teatro de Angulo el Malo en la conversación que mantienen: “ Cada dia, Sancho, dijo Don Quijote, te vas haciendo ménos simple y más discreto. Sí, que algo se me ha de pegar de la discreción de vuesa merced, respondió Sancho, que las tierras que de suyo son estériles y secas, , estercolándolas y cultivándolas vienen á dar buenos frutos: quiero decir que la conversación de vuesa merced ha sido el estiércol que sobre la estéril tierra de mi seco ingenio ha caido, la cultivacion el tiempo que ha que le sirvo y comunico; y con esto espero de dar frutos de mí que sean de bendición, tales que no desdigan ni deslicen de los senderos de la buena crianza que vuesa merced ha hecho en el agostado entendimiento mio. Rióse Don Quijote de las afectadas razones de  Sancho, y parecióle ser verdad lo que decia de su enmienda, porque de cuando en cuando hablaba de manera que le admiraba “ (Capítulo XII, 2ª parte).

Sancho tiene su parte de codicioso. Cervantes, al narrar cómo van en busca de Don Quijote el escudero, el cura y el barbero, y refiriéndose al hecho de haberse quedado Sancho con la maleta de Cardenio, dice:       “ siguieron su camino, guiándolos Sancho Panza, el cual les fue contando lo que les aconteció con el loco que hallaron en la sierra, encubriendo empero el hallazgo de la maleta y de cuanto en ella venia, que, magüer que tonto, era un poco codicioso el mancebo “    (Capítulo XXVII, 1ª parte). Esto tiene su punto de contradicción con el pasaje en que, tras haber abandonado Sancho la ínsula, el morisco Ricote le ofrece darle 200 escudos si lo acompaña a recoger un tesoro que había dejado enterrado antes de partir de su casa en el pueblo hacia el exilio: “ Ya te he dicho, Ricote, (...) que no quiero: conténtate que por mí no serás descubierto, y prosigue en buena hora tu camino, y déjame seguir el mio, que yo sé que lo bien ganado se pierde, y lo malo, ello y su dueño “  (Capítulo LIV, 2ª parte).

Abundando en esta actitud, cuando caballero y escudero proyectan su tercera salida, Sancho expone sus razones para cobrar un salario de forma puntual, pero al final queda convencido de lo que le argumenta su amo: “ Es el caso (...) que como vuesa merced mejor sabe, todos estamos sujetos á la muerte, y que hoy somos y mañana nó, y que tan presto se va el cordero como el carnero, y que nadie puede prometerse en este mundo más horas de vida de las que Dios quisiere darle; porque la muerte es sorda, y cuando llega á llamar á las puertas de nuestra vida, siempre va de priesa, y no la harán  detener ni ruegos, ni fuerzas, ni cetros, ni mitras, segun es pública voz y fama, y segun nos lo dicen por esos púlpitos (...) vuesa merced me señale salario conocido de lo que me ha de dar cada mes el tiempo que le sirviere, y que el tal salario se me pague de su hacienda, que no quiero estar á mercedes, que llegan  tarde ó mal o nunca; con lo mio me ayude Dios. En fin, yo quiero saber lo que gano, poco ó mucho que sea; que sobre un huevo pone la gallina, y muchos pocos hacen un mucho, y mientras se gana algo no se pierde nada. Verdad sea que si sucediese (lo cual ni lo creo ni lo espero) que vuesa merced me diese la ínsula que me tiene prometida, no soy tan ingrato, ni llevo las cosas tan por los cabos, que no querré que se aprecie lo que montare la renta de la tal ínsula, y se descuente de mi salario gata por cantidad “.

Don Quijote no está por ello: “ Mira, Sancho, yo bien te señalaria salario, si hubiera hallado en alguna de las historias de los caballeros andantes ejemplo que me descubriese y mostrase por algun pequeño resquicio qué es lo que solian ganar cada mes ó cada año; pero yo he leido todas ó las más de sus historias, y no me acuerdo haber leido que ningun caballero andante haya señalado conocido salario á su escudero; sólo sé que todos servian á merced, y que cuando ménos se lo pensaban, si á sus señores les habia corrido bien la suerte, se hallaban premiados con una ínsula ó con otra cosa equivalente, y por lo ménos quedaban con título ó señoría: si con estas esperanzas y aditamentos vos, Sancho, gustais de volver á servirme, sea en buena hora, que pensar que yo he de sacar de sus términos y quicios la antigua usanza de la caballería andante, es pensar en lo excusado: así que, Sancho mio, volveos á vuestra casa, y declarad á vuestra Teresa mi intención; y si ella gustare y vos gustáredes de estar á merced conmigo, bene quidem, y sino,  tan amigos como de ántes, que si al palomar no le falta cebo no le faltarán palomas; y advertid, hijo, que vale más buena esperanza que ruin posesion, y buena queja que mala paga. Hablo desta manera, Sancho,  por daros á entender que  tambien como vos sé yo arrojar refranes como llovidos; y finalmente quiero decir, y os digo, que si no quereis venir á merced conmigo y correr la suerte que yo corriere, que Dios quede con vos y os haga un santo, que á mí no me faltarán escuderos más obedientes, más solícitos, y nó tan empachados ni tan habladores como vos “.

Al oír de Don Quijote que con cualquier otro escudero estará contento pues Sancho no se dignaba ir con él, Sancho contesta afirmando su intención de acompañarle: “ Sí digno, respondió Sancho, enternecido y llenos de lágrimas los ojos, y prosiguió: no se dirá por mí, señor mio, el pan comido y la compañía deshecha: sí que no vengo yo de alguna alcurnia desagradecida, que ya sabe todo el mundo, y especialmente mi pueblo, quién fueron los Panzas de quien yo deciendo, y más que tengo conocido y calado por muchas buenas obras y por más buenas palabras el deseo que vuesa merced tiene de hacerme merced; y si me he puesto en cuentas de tanto más cuanto acerca de mi salario, ha sido por complacer á mi mujer , la cual, cuando toma la mano á persuadir una cosa, no hay mazo que tanto apriete los aros de una cuba como ella aprieta á que se haga lo que quiere; pero, en efeto, el hombre ha de ser hombre y la mujer mujer; y pues yo soy hombre donde quiera, que no lo puedo negar, tambien lo quiero ser en mi casa, pese á quien pesare; y así no hay más que hacer sino que vuestra merced ordene su testamento con su codicilo, en modo que no se pueda revolcar, y pongámonos luego en camino “  (Capítulo VII, 2ª parte).



               FRANCISCO ESCRIBANO SÁNCHEZ-ALARCOS

No hay comentarios:

Publicar un comentario