lunes, 16 de febrero de 2015

CERVANTES Y EL QUIJOTE EN EL CALLEJERO DE CAMPO DE CRIPTANA (XII)

           SANCHO PANZA (cont.)

Sancho tenía muy asumido el asunto de la ínsula, como queda muy claro tras la pelea de Don Quijote con el vizcaíno: “ Viendo, pues, ya acabada la pendencia, y que su amo volvía a subir sobre Rocinante, llegó a tenerle el estribo, y ántes que subiese se hincó de rodillas delante dél, y asiéndole de la mano se la besó y le dijo: Sea vuestra merced servido, señor Don Quijote mío, de darme el gobierno de la ínsula que en esta rigurosa pendencia se ha ganado, que, por grande que sea, yo me siento con fuerzas de saberla gobernar tal y tan bien como otro que haya gobernado ínsulas en el mundo“ . No obstante, cuando piensa en que hay otra forma posible de hacer fortuna con más facilidad, no le importa dejar de pensar en ese gobierno. En efecto, Don Quijote, tratando de hacerse curar las heridas recibidas en la lucha contra el vizcaíno, le menciona las cualidades del bálsamo de Fierabrás: “ Es un bálsamo (...) con el cual no hay que tener temor á la muerte, ni hay que pensar morir de ferida alguna: y ansí, cuando yo le haga y te le dé, no tienes más que hacer sino que, cuando vieres que en alguna batalla me han partido por medio del cuerpo, como muchas veces suele acontecer, bonitamente la parte del cuerpo que hubiere caido en el suelo, y con mucha sotileza, ántes que la sangre se hiele, la pondrás sobre la otra mitad que quedare en la silla, advirtiendo de encajallo igualmente y al justo: luego me darás á beber solo dos tragos del bálsamo que he dicho, y verásme quedar más sano que una manzana“. Ante tales bondades ve claro el negocio: “ Si eso hay, dijo Panza, yo renuncio desde aquí el gobierno de la prometida ínsula, y no quiero otra cosa en pago de mis muchos y buenos servicios, sino que vuestra merced me dé la receta de ese extremado licor, que para mí tengo que valdrá la onza adonde quiera más de á dos reales, y no he menester yo más para pasar esta vida honrada y descansadamente “  (Capítulo X, 1ª parte).

Sancho Panza es manteado
en la venta (G. Doré)
También hay ocasión en que Sancho se desanima, a pesar de la promesa recibida, y quiere volver a la vida anterior a la de escudero. Así, tras haberlo pasado bastante mal, al ser manteado en la venta, dice a don Quijote: “ y lo que yo saco en limpio de todo esto es, que estas aventuras que andamos buscando, al cabo al cabo nos han de traer á tantas desventuras, que no sepamos cuál es nuestro pié derecho; y lo que seria mejor y más acertado, según mi poco entendimiento, fuera el volvernos á nuestro lugar, ahora que es tiempo de la siega, y de entender en la hacienda, dejándonos de andar de zeca en meca y de zoca en colodra, como dicen “  (Capítulo XVIII, 1ª parte).

Pero a pesar de los pesares, a lo largo de la obra Sancho Panza se va convenciendo de que Don Quijote hará que él tenga algún cargo o título, y por ello desea que su amo llegue a ser rey o emperador, mas no arzobispo pues en ese caso qué cargo o nombramiento recibiría él dado que estaba casado y con hijos. En este sentido, cuando la bella Dorotea se hace pasar por la princesa heredera del imaginario reino de Micomicón y hace a don Quijote promesas de casamiento si la libra de un malvado gigante, y el hidalgo, pensando en Dulcinea, le dice que la boda no podrá ser, Sancho se le rebela, señal no sólo de su codicia personal sino de cómo se integra en las fantasías de su amo: “ Parecióle tan mal á Sancho lo que últimamente su amo dijo, acerca de no querer casarse, que con grande enojo, alzando la voz, dijo: Voto á mí, y juro á mí, que no tiene vuestra merced, señor Don Quijote, cabal juicio: pues ¿ cómo es posible que pone vuestra merced en duda el casarse con tal alta princesa como aquesta ? ¿ piensa que le ha de ofrecer la fortuna tras cada cantillo semejante ventura como la que ahora se le ofrece ? ¿ es por dicha más hermosa mi señora Dulcinea ? Nó por cierto, ni aún con la mitad, y aún estoy por decir que no llega á su zapato de la que está delante: así noramala alcanzaré yo el condado que espero, si vuestra merced se anda á pedir cotufas en el golfo: cásese, cásese luego, encomiéndole yo á Satanas, y tome ese reino que se le viene á las manos de vobis vobis, y en siendo rey hágame marques ó adelantado, y luego siquiera se lo lleve el diablo todo “  (Capítulo XXX, 1ª parte).

Sancho administrando justicia
durante su gobierno en la ínsula
(G. Doré)
Manifestada por Don Quijote a Sansón Carrasco su voluntad de efectuar una tercera salida, Sancho confía en recibir recompensa, tal como Don Quijote le había prometido: “ Yo, señor Sansón, no pienso granjear fama de valiente, sino del  mejor y más leal escudero que jamas sirvió á caballero andante: y si mi señor Don Quijote, obligado de mis muchos y buenos servicios, quisiera darme alguna  ínsula de las muchas que su merced dice que se ha de topar por ahí, recibiré mucha merced en ello; y cuando no me la diere, nacido soy, y no ha de vivir el hombre en hoto de otro, sino de Dios; y más que tan bien y aun quizá mejor me sabrá el pan desgobernado, que siendo gobernador:  y  ¿ sé yo por ventura si en esos gobiernos me tiene aparejada el diablo alguna zancadilla donde tropiece y caiga y me deshaga las muelas ?  Sancho nací, y Sancho pienso morir. Pero si con todo esto, de buenas á buenas, sin mucha solicitud y sin mucho riesgo,  me deparase el cielo alguna ínsula, ó otra cosa semejante, no soy tan necio que la desechase, que tambien se dice: cuando te dieren la vaquilla, corre con la soguilla; y cuando viene el bien, mételo en tu casa “. Sansón Carrasco le dice que un reino le dará su amo, a lo que Sancho responde:    “ no echara mi señor el reino que me diera en saco roto; que yo he tomado el pulso á mí mismo, y me hallo con salud para regir reinos y gobernar ínsulas “ . Sansón entonces le indica “ que los oficios mudan las costumbres, y podría ser que, viéndoos gobernador, no conociésedes á la madre que os parió “ , a lo que Sancho contesta: “ Eso allá se ha de entender (...) con los que nacieron en las malvas, y nó con los que tienen sobre el alma cuatro dedos de enjundia de cristianos viejos, como yo los tengo “   (Capítulo IV, 2ª parte).

Sancho es objeto de burlas en la ínsula
(G. Doré)
La mezcla de realidad y fantasía que se da en la mente de Sancho se deja ver en las reflexiones que hace cuando vuelven a la aldea con Don Quijote enjaulado tras su segunda salida: 
“ Ahora, señores, quiéranme bien ó quiéranme mal por lo que dijere, el caso de ello es, que así va encantado mi señor don Quijote como mi madre: él tiene su entero juicio, él come y bebe, y hace sus necesidades como los demas hombres, y como las hacia ayer ántes que le enjaulasen. Siendo esto ansí, ¿ cómo quieren hacerme á mí entender que va encantado ? Pues yo he oido decir á muchas personas, que los encantados ni comen, ni duermen, ni hablan, y mi amo, si no le van á la mano, hablará más que treinta procuradores. Y volviéndose á mirar al cura, prosiguió diciendo: ¡Ah señor cura, señor cura! 
¿ pensaba vuestra merced que no le   conozco ? ¿ y pensará que yo no calo y adivino adonde se encaminan estos nuevos encantamentos? Pues sepa que le conozco, por más que se encubra el rostro, y sepa que le entiendo, por más que disimule sus embustes. En fin, donde reina la envidia no puede vivir la virtud, ni adonde hay escasez la liberalidad. Mal haya el diablo, que si por su reverencia no fuera, esta fuera ya la hora que mi señor estuviera casado con la infanta Micomicona, y yo fuera conde por lo ménos, pues no se podia esperar otra cosa, así de la bondad de mi señor el de la Triste Figura , como de la grandeza de mis servicios; pero ya veo que es verdad lo que se dice por ahí, que la rueda de la fortuna anda más lista que una rueda de molino, y que los que ayer estaban en pinganitos hoy están por el suelo. De mis hijos y de mi mujer me pesa, pues cuando podian y debian esperar ver entrar á su padre por sus puertas hecho gobernador ó visorey de alguna ínsula ó reino, le verán entrar hecho mozo de caballos. Todo esto que he dicho, señor cura, no es más de por encarecer á su paternidad haga conciencia del mal tratamiento que á mi señor se le hace, y mire bien no le pida Dios en la otra vida esta prisión de mi amo, y se le haga cargo de todos aquellos socorros y bienes que mi señor Don Quijote deja de hacer en este tiempo que está preso “  ( Capítulo XLVII, 1ª parte).

Ante la inminencia de ir a gobernar la ínsula, es interesante la conversación entre amo y escudero: “ Dios te guie, Sancho, y te gobierne en tu gobierno, y á mí me saque del escrúpulo que me queda, que has de dar con toda la ínsula patas arriba; cosa que pudiera yo excusar con descubrir al Duque quién eres, diciéndole que toda esa gordura y esa personilla que tienes no es otra cosa que un costal lleno de refranes y de malicias. Señor, replicó Sancho, si á vuesa merced le parece que no soy de pro para este gobierno, desde aquí le suelto, que más quiero un solo negro de la uña de mi alma, que á todo mi cuerpo; y así me sustentaré Sancho á secas con pan y cebolla, como gobernador con perdices y capones; y más que mientras se duerme todos son iguales, los grandes y los menores, los pobres y los ricos; y si vuesa merced mira en ello,  verá que sólo vuesa merced me ha puesto en esto de gobernar, que yo no sé más de gobiernos de ínsulas que un buitre; y si se imagina que por ser gobernador me ha de llevar el diablo, más me quiero ir Sancho al cielo, que gobernador al infierno “. Esto que dice convence a su señor: “ Por Dios, Sancho, dijo Don Quijote, que por solas estas últimas razones que has dicho, juzgo que mereces ser gobernador de mil ínsulas: buen natural tienes, sin el cual no hay ciencia que valga “   (Capítulo XLIII, 2ª parte).



     FRANCISCO ESCRIBANO SÁNCHEZ-ALARCOS


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