miércoles, 1 de abril de 2015

CERVANTES Y EL QUIJOTE EN EL CALLEJERO DE CAMPO DE CRIPTANA (XX)

                                  EL BARBERO




En el capítulo I de la 1ª parte ya aparece el barbero, amigo de Don Quijote, con el que, igual que el cura, discutía sobre cuál había sido el mejor de los caballeros andantes. Era conocido como maese Nicolás. Cuando Don Quijote vuelve al pueblo tras su primera salida, él estaba en casa de éste.

Intervino en el escrutinio y quema de libros de Don Quijote. Cuando el cura propuso quemar los de la historia de Amadís de Gaula, el barbero se manifestó en contra:   “ Nó señor, dijo el barbero, que tambien he oido decir que es el mejor de todos los libros que de este género se han compuesto; y así, como á único en su arte, se debe perdonar “  (Capítulo VI, 1ª parte). Después de la quema, el cura y él deciden que se tapie el aposento donde Don Quijote los había guardado.

También, como ya sabemos, con el cura trama (Capítulo XXVI, 1ª parte) cómo hacer volver a Don Quijote a su pueblo tras la segunda salida. Este hecho se produce cuando ambos encontraron a Sancho, que iba camino de El Toboso a llevar a Dulcinea una carta de su amo. El barbero habría de disfrazarse de escudero de una doncella, que sería el cura. Así, iba maese Nicolás con “ barba, que le llegaba á la cintura, entre roja y blanca, como aquella que (...) era hecha de la cola de un buey barroso “  . Pero al poco intercambió con el cura su papel: “ apenas hubo salido de la venta, cuando le vino al cura un pensamiento, que hacia mal en haberse puesto de aquella manera, por ser cosa indecente que un sacerdote se pusiese así, aunque le fuese mucho en ello; y diciéndoselo al barbero, le rogó que trocasen trajes, pues era más justo que él fuese la doncella menesterosa, y que él haria el escudero, y que así se profanaba ménos su dignidad (...). En efeto, el barbero vino en todo aquello que el cura quiso, y trocando la invención, el cura le fué informando el modo que habia de tener, y las palabras que habia de decir á Don Quijote, para moverle y forzarle á que con él se viniese y dejase la querencia del lugar que habia escogido para su vana penitencia. El barbero respondió que, sin que se le diese licion, él lo pondría bien en su punto “  (Capítulo XXVII, 1ª parte).

Calle El Barbero
Estando de nuevo en la venta, ya con Don Quijote, urden todos los presentes un plan para que el hidalgo acepte ir a su pueblo en una carreta de bueyes en virtud de un encantamiento, a creer lo cual, por otra parte, tan proclive era el caballero; el barbero tiene un destacado protagonismo: “ Tomáronle  [a Don Quijote] luego en hombros, y al salir del aposento, se oyó una voz temerosa, todo cuanto la supo formar el barbero (...), que decia: Oh caballero de la Triste Figura, no te dé afincamiento la prisión en que vas, porque así conviene para acabar más presto la aventura en que tu gran esfuerzo te puso: la cual se acabará cuando el furibundo leon manchado con la blanca paloma tobosina yoguieren en uno, ya después de humilladas las altas cervices al blando yugo matrimoñesco: de cuyo inaudito consorcio saldrán á la luz del orbe los bravos cachorros que imitarán las rampantes garras del valeroso padre; y esto será ántes que el seguidor de la fugitiva ninfa faga dos vegadas  la visita de las lucientes  imágenes con su rápido y natural curso. Y tú, oh el más noble y obediente escudero que tuvo espada en cinta, barbas en rostro y olfato en las narices, no te desmaye ni descontente ver llevar ansí delante de tus ojos mesmos á la flor de la caballería andante; que presto, si al plasmador del mundo le place, te verás tan alto y tan sublimado, que no te conozcas, y no saldrán defraudadas las promesas que te ha fecho tu buen señor; y asegúrote de parte de la sabia Mentironiana, que tu salario te sea pagado, como lo verás por la obra; y sigue las pisadas del valeroso y encantado caballero, que conviene que vayas donde pareis entrambos; y porque no me es lícito decir otra cosa, á Dios quedad, que yo me vuelvo adonde yo me sé; y al acabar de la profecía alzó la voz de punto, y disminuyóla después con tan tierno acento, que áun los sabidores de la burla estuvieron por creer que era verdad lo que oian “  (Capítulo XLVI, 1ª parte).




El barbero, como buen amigo de Don Quijote, lo visitó muchas veces mientras estuvo enfermo antes de morir. Como todos los amigos, trataba de levantarle el ánimo, y también junto con ellos llamó al médico para que lo atendiera y estuvo en la casa cuando aquél confesó e hizo testamento.

                  



                                       FRANCISCO ESCRIBANO SÁNCHEZ-ALARCOS

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