EL VIZCAÍNO
Tras
la aventura de los molinos de viento, cuando
iban Don Quijote y Sancho camino de Puerto Lápice, se encontraron con
dos frailes de San Benito, tras de los cuales circulaba un coche que iba
acompañado por unos cuantos hombres a caballo. En el coche viajaba una señora
vizcaína que se dirigía a Sevilla, donde estaba su marido presto para salir
hacia América a ocupar un cargo.


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Calle El Vizcaíno |
En
el capítulo siguiente se narra el final de aquella aventura. Es en él en el que
se nos dice el nombre del vizcaíno, Don Sancho de Azpeitia. La pelea fue
cruenta: “
Puestas y levantadas en alto las cortadoras espadas de los dos valerosos y
enojados combatientes, no parecia sino que estaban amenazando al cielo, á la
tierra y al abismo: tal era el denuedo y continente que tenian. Y el primero
que fué á descargar el golpe fué el colérico vizcaíno, el cual fué dado con
tanta fuerza y tanta furia, que á no volvérsele la espada en el camino, aquel
solo golpe fuera bastante para dar fin á su rigurosa contienda y á todas las
aventuras de nuestro caballero; mas la buena suerte, que para mayores cosas le
tenia guardado, torció la espada de su contrario, de modo que, aunque le acertó
en el hombro izquierdo, no le hizo otro daño que desarmarle todo aquel lado,
llevándole de camino gran parte de la celada con la mitad de la oreja, que todo
ello con espantosa ruina vino al suelo, dejándole muy maltrecho. ¡ Válame Dios,
y quién será aquel que buenamente pueda contar ahora la rabia que entró en el
corazon de nuestro manchego, viéndose parar de aquella manera ! No se diga más sino que fué de manera que se
alzó de nuevo en los estribos, y apretando más la espada en las dos manos, con
tal furia descargó sobre el vizcaíno, acertándole de lleno sobre la almohada y
sobre la cabeza, que sin ser parte tan buena defensa, como si cayera sobre él
una montaña, comenzó á echar sangre por las narices y por la boca y por los
oidos, y á dar muestras de caer de la mula abajo, de donde cayera sin duda, si
no se abrazara con el cuello; pero con todo eso sacó los piés de los estribos,
y luego soltó los brazos, y la mula, espantada del terrible golpe, dió a correr
por el campo, y á pocos corcovos dió con su dueño en tierra. Estábaselo con
mucho sosiego mirando Don Quijote, y como lo vió caer, saltó de su caballo, y
con mucha ligereza se llegó á él, y poniéndole la punta de la espada en los
ojos, le dijo que se rindiese, sino que le cortaria la cabeza. Estaba el
vizcaíno tan turbado, que no podia responder palabra “ (Capítulo IX, 1ª
parte).
El suceso no pasó a mayores pues, gracias a la
intervención de las señoras que iban en el coche, Don Quijote perdonó la vida
al vizcaíno a cambio de que fuera a El Toboso a presentarse a Dulcinea.
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