lunes, 13 de abril de 2015

CERVANTES Y EL QUIJOTE EN EL CALLEJERO DE CAMPO DE CRIPTANA (XXV)

GIGANTE BRIAREO



En la mitología griega Briareo era un gigante con cien brazos y cincuenta cabezas con bocas por las que arrojaba llamas. Hijo de Urano y de la Tierra, era conocdo también con el nombre de Egeo y, según la tradición, ayudó a Zeus en su lucha contra los Titanes.


Es mencionado en el Capítulo VIII de la 1ª parte cuando, en el transcurso de la aventura de los molinos de viento, al dirigirse Don Quijote hacia éstos - a los que confundía con gigantes - y levantarse viento, empezaron a moverse sus aspas. Don Quijote increpa y amenaza a los molinos diciéndoles que no les tiene miedo: “ él iba tan puesto en que eran gigantes, que ni oia las voces de su escudero Sancho, ni echaba de ver, aunque estaba ya bien cerca, lo que eran; ántes iba diciendo en voces altas: Non fuyades, cobardes y viles criaturas, que un solo caballero es el que os acomete. Levantóse en esto un poco de viento, y las grandes aspas comenzaron á moverse; lo cual visto por Don Quijote, dijo: Pues aunque movais más brazos que los del gigante Briareo, me lo habeis de pagar “.

Calle Gigante Briareo

EL ZURDO


En la venta de Juan Palomeque "El Zurdo"
Es el apodo de Juan Palomeque, dueño de la segunda venta, la que aparece en la novela entre los capítulos XV y XVII de la primera parte, venta en la que fue manteado Sancho Panza. Cuando éste,    “ marchito y desmayado, tanto, que no podia arrear á su jumento “ , llega hasta su amo, Don Quijote quiere hacerle creer que aquel castillo o venta estaba encantado y que los que habían participado en el manteamiento eran “ fantasmas y gente de otro mundo “. Sancho no está de acuerdo con él: “ tengo para mí que aquellos que se holgaron conmigo no eran fantasmas ni hombres encantados, como vuestra merced dice, sino hombres de carne y hueso como nosotros, y todos, según los oí nombrar cuando me volteaban, tenian sus nombres, que el uno se llamaba Pedro Martinez, y el otro Tenorio Hernández, y el ventero oí que se llamaba Juan Palomeque el Zurdo “  (Capítulo XVIII, 1ª parte).


Calle El Zurdo
Este ventero es el que participa en la pelea nocturna que hubo en la venta con Maritornes como principal protagonista, en la que Don Quijote y Sancho Panza salieron muy malparados, y el que quiere cobrar al caballero andante, autotitulado deshacedor de agravios, sin conseguir su empeño: “ Señor caballero, yo no tengo necesidad de que vuestra merced me vengue ningun agravio, porque yo sé tomar la venganza que me parece cuando se me hacen: sólo he menester que vuestra merced me pague el gasto que esta noche ha hecho en la venta, así de la paja y cebada de sus dos bestias, como de la cena y camas “ . Como Don Quijote trata de justificar el no pagar por el hecho de ser caballero andante, el ventero insiste: “ págueseme lo que se me debe, y dejémonos de cuentos ni de caballerías, que yo no tengo cuenta con otra cosa que con cobrar mi hacienda “ . Don Quijote se marcha de la venta sin pagar y el ventero intenta que el escudero salde la deuda: “ El ventero, que le vió ir y que no le pagaba, acudió á cobrar de Sancho Panza; el cual dijo, que pues su señor no habia querido pagar, que tampoco él pagaria, porque siendo él escudero de caballero andante, como era, la mesma regla y razon corria por él como por su amo en no pagar cosa alguna en los mesones y ventas. Amohinóse mucho desto el ventero, y amenazóle que si no le pagaba, que lo cobraria de modo que le pesase “. Es entonces cuando se produce el manteamiento de Sancho. El Zurdo trató de no salir perdiendo de aquel episodio: “ el ventero se quedó con sus alforjas, en pago de lo que se le debia; mas Sancho no las echó ménos, segun salió turbado “  (Capítulo XVII, 1ª parte).

  

PRINCESA URGANDA


Calle Princesa Urganda
Tras el prólogo y antes del Capítulo I de la primera parte, entre los poemas que inserta Cervantes hay uno, el primero, dirigido por Urganda al propio libro del ingenioso hidalgo. Se compone de décimas de “pie cortado” o “de cabo roto”, es decir, de versos interrumpidos a partir de la última sílaba acentuada, un recurso humorístico muy utilizado a principios del siglo XVII:




“ AL LIBRO DE DON QUIJOTE DE LA MANCHA

URGANDA LA DESCONOCIDA

Si de llegarte á los bue-,
Libro, fueres con letu-,
No te dirá el boquiru-
Que no pones bien los de-;

Mas si el pan no se te cue-,
Por ir á manos de idio-,
Verás de manos á bo-
Áun no dar una en el cla--;
Si bien se comen las ma-
Por mostrar que son curio-.

Y pues la experiencia ense-
Que el que á buen árbol se arri-
Buena sombra le cobi-,
En Béjar tu buena estre-

Un árbol real te ofre-
Que da príncipes por fru-,
En el cual floreció un du-
Que es nuevo Alejandro Ma-;
Llega á su sombra, que á osa-
Favorece la fortu-.

De un noble hidalgo manche-
Contarás las aventu-,
Á quien ociosas letu-
Trastornaron la cabe-:

Damas, armas, caballe-
Le provocaron de mo-,
Que cual Orlando furio-,
Templado á lo enamora-,
Alcanzó á fuerza de bra-
Á Dulcinea del Tobo-.

Nó indiscretos hieroglí-
Estampes en el escu-;
Que cuando es todo figu-,
Con ruines puntos se envi-.

Si en la dirección te humi-,
No dirá mofante algu-:
¿ Qué don Álvaro de Lu-,
Qué Aníbal el de Carta-,
Qué rey Francisco en Espa-
Se queja de la fortu- ?

 Pues al cielo no le plu-
Que salieses tan ladi-
Como el negro Juan Lati-,
Hablar latines rehu-.

No me despuntes de agu-,
Ni me alegues con filo-;
Porque,, torciendo la bo-,
Dirá el que entiende la le-,
No un palmo de las ore-:
¿ Para qué conmigo flo- ?

No te metas en dibu-,
Ni en saber vidas aje-;
Que en lo que no va ni vie-,
Pasar de largo es cordu-:

Que suelen en caperu-
Darles á los que grace-;
Mas tú quémate las ce-
Sólo en cobrar buena fa-;
Que el que imprime neceda-
Dalas á censo perpe-.

Advierte que es desati-,
Siendo de vidrio el teja-,
Tomar piedras en las ma-
Para tirar al veci-.

Dejar que el hombre de jui-,
En las obras que compo-,
Se vaya con piés de plo-;
Que el que saca á luz pape-
Para entretener donce-,
Escribe á tontas y á lo-. “

  
Urganda  es una maga protectora de Amadís de Gaula, libro en el que  es llamada “Urganda la desconocida” en relación con la frecuencia con que se transformaba. Figura en el relato cervantino como una sabia capaz de curar. Es citada por primera vez por Don Quijote en el Capítulo V de la primera parte, al volver a su aldea malherido tras su primera salida y desear ser curado: “ Ténganse todos, que vengo mal ferido, por la culpa de mi caballo: llévenme á mi lecho, y llámese, si fuere posible, á la sabia Urganda, que cure y cate de mis feridas “ .

Calle Princesa Urganda
También es citada cuando, sometido Don Quijote a la broma pesada urdida en la venta por Maritornes y la hija del ventero (estaba suspendido de una cuerda en una ventana enrejada), la invoca para que le ayude: “ Allí fué el desear de la espada de Amadis, contra quien no tenia fuerza encantamento alguno; allí fué el maldecir de su fortuna; allí fué el exagerar la falta que haria en el mundo su presencia el tiempo que allí estuviese encantado, que sin duda alguna se habia creido que lo estaba; allí el acordarse de nuevo de su querida Dulcinea del Toboso; allí fué el llamar á su buen escudero Sancho Panza, que sepultado en sueño y tendido sobre el albarda de su jumento, no se acordaba en aquel instante de la madre que lo habia parido; allí llamó á los sabios Lirgandeo y Alquife, que le ayudasen; allí invocó á su buena amiga Urganda, que le socorriese “  (Capítulo XLIII, 1ª parte).

El citado Alquife es reseñado en el Capítulo XXXIV de la segunda parte como “ grande amigo de Urganda “ , cuando Don Quijote y Sancho Panza están con los duques, en el transcurso de una de las burlas a que son sometidos. Es, en la ficción literaria, esposo de Urganda; se lo puede encontrar en el ciclo de los Amadises y es supuesto autor del Amadís de Grecia. En el Capítulo V de la primera parte es denominado sabio Esquife, al que, según cuenta la sobrina de Don Quijote, éste le atribuía a veces la autoría de una bebida tranquilizadora, en realidad agua fría.

               FRANCISCO ESCRIBANO SÁNCHEZ-ALARCOS











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