SABIO MERLÍN
El sabio Merlín |
Es
un personaje de ficción de las leyendas célticas y del ciclo del rey Arturo que
en las tradiciones antiguas parece haber sido un guerrero y un bardo (poeta)
auxiliar de dicho rey en sus luchas contra los sajones. Desde fines del siglo
XII su figura literaria como profeta y mago se difundió por Europa. Pese a lo
que se dice en El Quijote no era francés, sino de la imaginaria Gaula.
Aparece
por primera vez cuando al bajar Don Quijote, según cuenta él mismo después, a
la cueva de Montesinos se había encontrado con éste, alcaide o guarda de la
misma. En la cueva estaba el sepulcro y el cadáver del caballero Durandarte, al
cual, así como a Montesinos, tenía allí encantados Merlín: “ Este es mi amigo Durandarte,
flor y espejo de los caballeros enamorados y valientes de su tiempo; tiénele
aquí encantado, como me tiene á mí y á otros muchos y muchas, Merlín, aquel
frances encantador, que dicen que fué hijo del diablo; y lo que yo creo es que
no fué hijo del diablo, sino que supo, como dicen, un punto más que el diablo.
El cómo ó para qué nos encantó, nadie lo sabe, y ello dirá andando los tiempos,
que no están muy lejos, según imagino “.
Don Quijote, Durandarte y Montesinos (G. Doré) |
Entre
otros y otras, según cuenta Montesinos, están encantados allí por obra de
Merlín, Guadiana, escudero de Durandarte, y la dueña Ruidera y sus siete hijas
y dos sobrinas desde hacía más de quinientos años. Ninguno de los encantados
había muerto; sólo faltaban “ Ruidera y sus hijas y sobrinas, las cuales llorando, por compasion
que debió de tener Merlín dellas, las convirtió en otras tantas lagunas, que
agora en el mundo de los vivos y en la provincia de la Mancha las llaman las
lagunas de Ruidera; las siete son de los reyes de España, y las dos sobrinas de
los caballeros de una órden santísima que llaman de San Juan. Guadiana (...) fué convertido en un rio llamado de su mesmo nombre, el cual, cuando
llegó á la superficie de la tierra y vió el sol del otro cielo, fué tanto el
pesar que sintió de ver que os dejaba
[se dirigía a Durandarte, que, a pesar de estar muerto, de vez en cuando se
incorporaba en el sepulcro, en cuyo exterior estaba siempre, y entraba en
conversación con el anciano Montesinos], que se sumergió en las entrañas de la tierra;
pero como no es posible dejar de acudir á su natural corriente, de cuando en
cuando sale y se muestra donde el sol y las gentes lo vean. Vanle administrando
de sus aguas las referidas lagunas, con las cuales, y con otras muchas que se
llegan, entra pomposo y grande en Portugal. Pero con todo esto, por donde
quiera que va muestra su tristeza y melancolía, y no se precia de criar en sus
aguas peces regalados y de estima, sino burdos y desabridos, bien diferentes de
los del Tajo dorado “.
Calle Sabio Merlín |
Dirigiéndose
a Durandarte, Montesinos también añadió algo que ponía en relación a Merlín y a
Don Quijote: “
Sabed que teneis aquí en vuestra presencia (y abrid los ojos y vereislo) aquel
gran caballero de quien tantas cosas tiene profetizadas el sabio Merlín, aquel
Don Quijote de la Mancha digo, que de nuevo y con mayores ventajas que en los pasados
siglos ha resucitado en los presentes la ya olvidada andante caballería, por
cuyo medio y favor podria ser que nosotros fuésemos desencantados, que las
grandes hazañas para los grandes hombres están guardadas “ (Capítulo XXIII, 2ª
parte).
Calle Sabio Merlín |
En
el Capítulo XXXV de la segunda parte aparece Merlín, en realidad el mayordomo
del duque, en cuyo castillo se les prepara muchas burlas a Don Quijote y a
Sancho. Una de ellas es ésta, que exige ese disfraz para convencer a Sancho
Panza y a su amo de que se podría desencantar a Dulcinea si Sancho se propinaba
3.300 azotes en sus posaderas.
El
sabio Merlín pasa por ser, en una de esas burlas urdidas en el castillo de los
Duques, el que fabrica a Clavileño, el caballo de madera, al que se refiere la
“Dueña Dolorida”: “
Este tal caballo, segun es tradicion antigua, fue compuesto por aquel sabio
Merlín. Prestósele á Pierres, que era su amigo, con el cual hizo grandes viajes
“ (Capítulo XL, 2ª parte).
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