lunes, 4 de agosto de 2014

Campo de Criptana en el tiempo de "El Quijote" (II)

Publicado por primera vez en abril de 2013




Cura y feligreses ante
la vieja iglesia parroquial
En cuanto al otro estamento privilegiado, el clero, había un clero secular y un clero regular. El primero, integrado, en el escalón inferior, por los sacerdotes de parroquia, estaba representado por los de la titulada en nuestro pueblo de Nuestra Señora de la Asunción. Constituían el segundo frailes y religiosas sujetos a una regla monástica determinada; éste no estuvo representado en nuestra villa hasta que en 1598 se fundara el Convento de carmelitas descalzos.

En los primeros años del siglo XVII había aquí cerca de 40 eclesiásticos, incluidos los dos tipos citados, cifra reveladora de un potencial económico de la Iglesia criptanense lo suficientemente holgado como para poder mantener a esas personas. Para comparar cifras, téngase en cuenta que por entonces los habitantes de Campo de Criptana se situaban en torno a los 4.500.

El tercer estamento –estado llano, pecheros, entre otras denominaciones que tenía- era el mayoritario. En El Quijote aparece, lógicamente, por todos los rincones de la obra. Pensemos en el buen Sancho, escudero de Don Alonso Quijano: solicitó don Quijote a un labrador vecino suyo, hombre de bien –si es que este título se puede dar al que es pobre -, pero de muy poca sal en la mollera. (…) tanto le dijo, tanto le persuadió y prometió, que el pobre villano se determinó de salirse con él y servirle de escudero. (…) Sancho Panza (…) así se llamaba el labrador(Capítulo VII, 1ª parte).
   
Iglesia del Convento
de Carmelitas Descalzos
Sancho era pobre pero también había pecheros bien dotados económicamente. Después de salir de la venta donde se armó caballero Don Quijote oyó voces quejicosas: encaminó a Rocinante hacia donde le pareció que las voces salían, y, a pocos pasos que entró por el bosque, vio atada una yegua a una encina, y atado en otra a un muchacho (…) que era el que las voces daba (…) porque le estaba dando con una pretina muchos azotes un labrador de buen talle. Éste era labrador y también ganadero pues explicaba su acción así a Don Quijote: este muchacho que estoy castigando es un mi criado, que me sirve de guardar una manada de ovejas que tengo”. Se trataba de Juan Haldudo el rico, el vecino del Quintanar (Capítulo IV, 1ª parte).
     
En este estamento, el no privilegiado, las profesiones eran bien diversas. Así,  entre los que mantearon a Sancho en la venta había  cuatro perailes [cardadores]  de Segovia y tres agujeros [fabricantes de agujas] del Potro de Córdoba” (Capítulo XVII, 1ª parte), y en el transcurso de la primera salida de su pueblo, en un momento determinado, habiendo andado como dos millas, descubrió don Quijote un grande tropel de gente, que, como después se supo, eran unos mercaderes toledanos que iban a comprar seda a Murcia (Capítulo IV, 1ª parte).
Escudo de la orden carmelitana
en la antigua espadaña del Convento

Los no privilegiados tenían como deber el sostener económicamente al resto del tejido social con su trabajo y con la satisfacción de variados y pesados tributos que había que pagar al rey, a la nobleza y al clero, es decir, a los señores feudales en cualquiera de sus modalidades. 

En Campo de Criptana el tercer estamento estaba constituido, en su inmensa mayoría, por personas relacionadas con el sector primario de la economía, buena parte campesinos sin tierras; lo atestiguan las llamadas Relaciones de Felipe II (1575): “los vecinos desta villa es la mayor parte labradores, jornaleros, pastores”.

La sociedad criptanense de la época cervantina presentaba en su conjunto una estructura muy desequilibrada, con grandes desigualdades en cuanto al acceso a la propiedad de los medios de producción. Siguen refiriendo las Relaciones: “la gente desta villa tienen algunos medianamente y hay muchos pobres”. En enero de 1602 aseguraban las autoridades locales que “la mayor parte del pueblo es pobre y pasa necesidad”. Esta visión de la sociedad de entonces es confirmada con datos concretos e incontestables de ese momento histórico y de otros posteriores: utilizando diversas fuentes documentales, puede decirse que poco más del 2% de los criptanenses controlaba algo más de la tercera parte de la riqueza del pueblo, aproximadamente la misma cantidad de ésta    – la tercera parte - que pertenecía a casi el 90% de nuestros antepasados.


FRANCISCO ESCRIBANO SÁNCHEZ-ALARCOS


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