lunes, 4 de agosto de 2014

Tiempos difíciles entre España y Francia: la Guerra de Independencia (1808-1814) (I)

[En 1814 concluía definitivamente aquella guerra pues, a pesar de que oficialmente su fin vino marcado  por el Tratado de Valençay - de fines de 1813 - todavía hubo en el noreste de España presencia militar  francesa durante los primeros meses de 1814]


Publicado por primera vez en febrero de 2013


Escudo de la familia Baíllo
Con esta entrega inicio una breve serie sobre aquella guerra, de “independencia” llamada por los españoles pero conocida de forma distinta según la nacionalidad de quien se refería a ella, y que hace ahora doscientos años estaba en pleno desarrollo. En julio de 1808, con buena parte del territorio español ocupado por tropas francesas, estaba candente y vivo aún el motín iniciado en Campo de Criptana el 29 de junio de ese año, día en que fueron asesinados Mariana Baíllo, hermana del conde de Cabezuelas, y su hijo, el coronel Gregorio de Silva, con el pretexto de ser ambos afrancesados. Ese suceso trajo cola, según expresión habitual, y judicialmente no quedó definitivamente resuelto hasta pocos años antes de morir Fernando VII, que pasó a mejor vida en 1833.

Fernando VII, rey legítimo de España,
"el Deseado" por los patriotas españoles
 Dicha guerra no dio lugar a batallas en esta comarca, pero sí se registró en su transcurso un gran trasiego de combatientes de uno y otro bando, de fuerzas guerrilleras y regulares, por estar bien situado Campo de Criptana cerca de dos rutas de primer orden: la que de Madrid llevaba a Andalucía, y la que desde la capital del Estado conducía a Cuenca y a Valencia; era esta comarca, pues, importante para la conexión entre una y otra.

José I Bonaparte, rey de España
impuesto por su hermano Napoleón
El pueblo cumplía como podía – y a veces, como quería – su papel de suministrador de los ejércitos, tanto en lo material como en el elemento humano, aspecto este al que me referiré con algo más de detalle. En  un informe del Ayuntamiento sobre los que servían en el ejército o en la guerrilla, fechado el 8 de mayo de 1811, se constataba que en ese año nadie del pueblo estaba en el bando de José I Bonaparte, así como que hasta fines de 1808 habían salido del pueblo para cumplir su servicio de armas 107 hombres, de los cuales estaban:

  • 86 en el ejército (el español), de los que uno era coronel – D. Francisco Treviño –  y 10 oficiales.
  • 17 en las partidas de guerrilleros.
  • De uno – Francisco Sánchez Alarcos – se desconocía el destino.


Todos ésos que salieron hasta fines de aquel año debieron hacerlo de acuerdo con la orden de alistamiento que la Junta Provincial de Ciudad Real hizo llegar a los pueblos y que afectó a varones que contaban entre 16 y 40 años. Parece que en medio de la confusión de las primeras semanas de la guerra – desde el 9 de junio había habido “conmociones populares” – y por la ofensiva francesa el alistamiento no se hizo de inmediato, pues todavía un decreto municipal de 20 de agosto de dicho 1808 ordenaba efectuarlo; el día 24 ya estaba concluido. Fueron declarados útiles para el servicio 135; aparte de los límites de edad señalados, eran criterios para ser considerados de “utilidad” los casados sin hijos, los solteros y los viudos. Por otra parte, el futuro soldado debía rebasar la altura de 5 pies, es decir, unos 140 centímetros, lo que indica, dada la exigencia, que la altura media del español de entonces era todavía bastante baja.

El 27 de diciembre se recibieron órdenes sobre cómo habrían de alistarse los mozos: armados, y presentarse a pie o a caballo en Herencia el 1 de enero de 1809 para desde allí pasar a Manzanares y posteriormente a Santa Cruz de Mudela, localidad en la que 27 fueron declarados inútiles, por lo que quedaron entregados 100 (las cifras no cuadran con exactitud, como se ve).

Por otra parte, se sabe que el 5 de diciembre de 1808 salió hacia Madrid un número no determinado de soldados, que en principio deberían ser voluntarios, para auxiliar a la capital de España, Iban mandados por el teniente coronel D. Luis Treviño. ¿Cuántos de todos ellos, así como de los que fueron alistados en otros momentos de la guerra, no volvieron? Difícil esclarecerlo, pero algún dato se conoce; por ejemplo, D. Francisco Treviño cayó prisionero en Somosierra, y hubo dos oficiales procedentes de nuestro pueblo que fueron apresados en Zaragoza y en Belchite. Desgraciadamente no serían las únicas bajas de aquella tristemente célebre guerra.


FRANCISCO ESCRIBANO SÁNCHEZ-ALARCOS

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