miércoles, 6 de agosto de 2014

Reencuentros navideños

[Pese a referirse a un tiempo bien diferente, climatológicamente hablando, al que tenemos en estos días de altas temperaturas, reproduzco este escrito publicado en mi anterior blog en diciembre de 2013. Viene a cuento en el momento presente porque por más que la coyuntura actual nos remite a una cierta bajada del paro, sigue produciéndose la sangría de jóvenes españoles - no pocos miles de Castilla-La Mancha - que tienen que salir al extranjero en busca de oportunidades laborales]


Tiempo de Navidad …, tiempo de consumismo marcado especialmente en el calendario – cierto que ahora no poco atenuado, como sabemos todos - …, tiempo de cantinelas publicitarias, como aquélla que nos recuerda desde hace años que por estas fechas alguien vuelve a casa, alguien vuelve al hogar.
Vivimos una época en la que esa imagen del regreso al origen con motivo de las vacaciones navideñas se ha multiplicado, y teniendo que hacer muchos kilómetros para ello, pues muchas son las personas que por las circunstancias “críticas” de la vida se han visto obligadas – ¡y gracias si la suerte les ha sonreido! – a desplazarse a grandes distancias, fuera de nuestras fronteras, para ganarse un sustento que en su contexto geográfico habitual hacía tiempo que se les venía negando o hacía tiempo que buscaban por primera vez.
Entre estos viajantes al uso los hay de diferentes edades, mas sin duda la inmensa mayoría son gente joven, esos jóvenes que muchas veces son adulados en uno u otro sentido por quienes gobiernan pero que no han tenido más remedio que tratar de ir haciendo presente y futuro en Europa y en otros continentes. Jóvenes en muchísimos casos bien formados profesionalmente, todos ellos responsables consigo mismos y con la sociedad, movidos por la necesidad de dar sentido a su vida con el desarrollo de una profesión, y no simples aventureros, como alguna ministra de cuyo nombre, como diría Cervantes, no quiero acordarme, se atrevió a decir públicamente.
Fran Escribano dirigiendo a su Banda Juvenil
de la Fundación Batuta en Bogotá (Colombia)
El joven director de Banda de Música de la fotografía que acompaña a estas líneas, al que bien conozco, es uno de esos muchos a los que me refería que, tras esforzarse durante años y años en conseguir un nivel de formación más que suficiente para ejercer una profesión, no han tenido más salida, si querían poner en práctica lo aprendido en sus años de estudio, que hacer lo que en una de sus más conocidas canciones (“Pueblo blanco”), y en un contexto sólo algo diferente, recomendaba  Joan Manuel Serrat: “… Escapad, gente tierna, / que esta tierra está enferma, / y no esperes mañana / lo que no os dio ayer, / que no hay nada que hacer / […] y busca otra luna. / Tal vez mañana sonría la fortuna / […].
El joven de la fotografía puede ser aventurero, como todos los jóvenes que han tenido que buscarse un “curro” muy lejos, pero desde luego no en el sentido equívoco de la equivocada ministra a la que aludía más arriba; lo que sí son todos ellos, y van a seguir siéndolo, es VALIENTES, con mayúscula y en negrita, porque valentía se necesita para tomar una decisión como la que estoy comentando. Claro que una compensación tiene la decisión de alejarse: no tener que contemplar el indecente espectáculo que a diario se nos ofrece a quienes por aquí seguimos, porque, por poner sólo dos ejemplos, ¿cómo hay que calificar el hecho de que la administración se gaste dos millones y medio de euros en hacer publicidad de la vigente reforma laboral, o el hecho de que se destinen más de doscientos mil euros a aleccionar a una persona para que hable decorosamente en público a la hora de defender la candidatura olímpica de la capital de España, con el ridículo resultado por todos conocido?
Volviendo al contenido del primer párrafo de esta colaboración, el regreso al hogar reiterado en aquella cuña publicitaria, en el contexto de la actual crisis económica, seguirá siendo, desgraciadamente, habitual durante no pocos años a pesar de los augurios optimistas de quienes disfrutan el poder, al menos eso dicen especialistas en la materia. ¿Habrá que seguir sufriendo también habitualmente los espectáculos indecentes que pueden acabar desquiciándonos a todos? Por si acaso la respuesta es sí, habrá que aprovechar al máximo el tradicional sentimiento navideño … y que Dios nos pille confesados.

FRANCISCO ESCRIBANO SÁNCHEZ-ALARCOS

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