sábado, 9 de agosto de 2014

¿Debe haber temas de nuestra historia local intocables?

Publicado por primera vez en julio de 2012

El pasado mes de mayo se presentó en El Pósito mi libro Campo de Criptana, una villa “serrana” en la llanura manchega. En ese acto participó Francisco Alía Miranda,  profesor titular del Departamento de Historia de la Universidad de Castilla-La Mancha y presidente del Instituto de Estudios Manchegos, en cuya intervención se detuvo especialmente en la parte del libro concerniente a la historia contemporánea, época en la que él es un destacado especialista. Entre otros aspectos del libro que dicho profesor consideraba positivos mencionaba el hecho de la inclusión de referencias a la Guerra Civil (1936-1939) en nuestro pueblo, valoración que argumentaba señalando que todos los temas, por escabrosos o conflictivos que puedan parecer a los ciudadanos, deben ser objeto de estudio por parte del historiador, que debe tratarlos lógicamente con objetividad y sin ningún tipo de prevención o miedo. No puedo estar más de acuerdo con el profesor Alía.
“No podemos eliminar ni la más mínima parte de nuestra memoria histórica. Hay que afrontar nuestro propio pasado para aprender de él, considerando a la Historia como maestra de la vida, tal como se señaló ya en la antigüedad clásica. Precisamente sobre la Historia y sobre lo que debe ser el talante de los historiadores no deja de ofrecernos enseñanzas esa gran obra que es El Quijote, donde podemos leer que deben ser “los historiadores puntuales, verdaderos y no nada apasionados, y que ni el interés ni el miedo, el rencor ni la afición no les hagan torcer del camino de la verdad”; no en balde son hijos de la Historia, “émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo por venir” (Cap. IX, 1ª parte)”.
El párrafo anterior, en negrita, es una reproducción de un fragmento del artículo breve que se me publicó en la Revista del Programa de Feria de nuestro pueblo del año 2003. Lógicamente, sigo pensando lo mismo y sigo estando de acuerdo con la idea de Miguel de Cervantes acerca de la Historia y de los historiadores.
Todo esto se trae a colación en relación con el revuelo – injustificable, en mi opinión - que se organizó cuando mi colaboración para el Programa de Feria de 2003 llegó a la imprenta. Tal colaboración versaba sobre las repercusiones que tuvo en nuestro pueblo aquel conflicto bélico español iniciado en julio de 1936. Pronto un miembro del equipo de gobierno municipal se puso en contacto conmigo para indicarme que el tema de la guerra todavía podía suscitar recuerdos desagradables en muchas personas y que no era conveniente removerlo, etc., etc. Mi respuesta estuvo en la línea de los argumentos descritos en los párrafos anteriores y por ello le manifesté que el artículo tenía que publicarse.
En una nueva conversación, en la que el representante del Ayuntamiento llegó a reconocer que aquello se trataba de censura pura y dura – en lo que coincidí con  él -, y a la vista de que por mi parte no había intención de ceder a la presión, hizo hincapié en que lo más problemático podrían ser las fotografías que acompañaban al escrito. Efectivamente, el trabajo incluía imágenes, pero imágenes cuyo contenido en vivo, real, cualquiera podía ver todos los días pues formaban y siguen formando parte del paisaje urbano de Campo de Criptana, tales como el monumento funerario a los caídos en la guerra pertenecientes al sector vencedor en ella, o alguna tumba relativamente reciente que recuerda a muertos del sector de los vencidos [fotografías que pueden verse en el artículo de este blog titulado Aniversarios históricos].
Lo más lógico habría sido que yo hubiese retirado mi colaboración al completo, pero decidí autocensurarme parcialmente, es decir, accedí a prescindir de las fotografías     – decisión que a algunas personas no pareció bien – pues pensé que, teniendo en cuenta la peripecia vivida entonces, podría pasar mucho tiempo sin que en el ámbito de nuestro municipio se pudiera leer algo relativo a la guerra a nivel de nuestra localidad.
Afortunadamente la visión de las cosas ha cambiado con el transcurso del tiempo y lo que hace una década no se consideraba normal, o a algunas personas infundía algún tipo de temor o escándalo, hoy es asumido sin complejos por la mayoría de la población. En el libro citado al principio la guerra es tratada directamente en algunas páginas, con fotografías incluidas y en mayor número que en aquella ocasión, y no por ello han temblado los cimientos de nuestra esencia y existencia como pueblo, como ciudadanos que necesitan conocer su pasado para plantearse de la mejor forma posible su futuro. Para finalizar, dando por supuesta mi respuesta negativa a la pregunta del título de este escrito, he de dejar claro que sigo investigando ese periodo de nuestra historia local tan interesante en todos los sentidos como fueron en su conjunto los años treinta del siglo XX, y espero que algún día el producto de esa investigación vea la luz, hecho que, estoy convencido, no tendrá ningún tipo de cortapisa, a diferencia de lo ocurrido hace unos años.



FRANCISCO ESCRIBANO SÁNCHEZ-ALARCOS

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