viernes, 8 de agosto de 2014

Mostrar nuestra historia

Publicado por primera vez en diciembre de 2012

 Conocer nuestra historia más cercana, la de Campo de Criptana, es posible gracias a la diversidad de fuentes que nos aproximan a ella. Empezando por las escritas, sabida es la importancia que el Archivo Histórico criptanense tiene por su riqueza documental,  que 
abarca desde los tiempos medievales hasta la época contemporánea. No son pocos ya 
los estudios publicados basados en gran parte en sus contenidos, de la misma forma que
 ha servido y sirve como medio de obtención de información para numerosos investigadores que consultan sus legajos. De ahí que por todos sea reconocida la tarea realizada a lo largo de los años y el impulso que desde las instituciones se viene dando desde hace unas décadas hasta poder verlo en la situación en que ahora se encuentra.

Nuestro pueblo cuenta también, afortunadamente, con otros tipos de fuentes para el conocimiento del pasado, si bien me circunscribo en esta ocasión a las monumentales, cuyo panorama podría ser aún más amplio si ciertos acontecimientos de nuestro pasado no hubiesen sido una realidad, no hubiesen sucedido; me refiero, claro está, a la destrucción de que fue objeto parte de nuestro patrimonio arquitectónico, y artístico en general, en torno a agosto de 1936.

Sin embargo, no sólo las guerras provocan desaparición o deterioro de las fuentes históricas de carácter monumental. Hay otras formas más sutiles de influir negativamente en ellas, tan sutiles que muchas veces y para muchas personas pasan inadvertidas. En ese sentido, hay que tener en cuenta que cuando hablamos de edificios de interés histórico no basta con hacer todo lo posible por mantenerlos en pie, tal como en Campo de Criptana se viene haciendo, por poner sólo unos ejemplos, con los molinos de viento y el Pósito.

Pero hay que ir más allá, pues hasta la propia legislación lo contempla; así, un edificio de interés, aunque no estuviera declarado Bien de Interés Cultural, debe ser objeto de protección visual, y en su entorno no se puede construir o realizar cualquier intervención o acto que ponga en entredicho esa protección, y es que el goce estético que en cualquier persona puede producir la contemplación de una muestra material de nuestro pasado no debería verse afectado por todo aquello que impida el cumplimiento de lo que en realidad es un derecho ciudadano – ese goce citado, pues la sensibilidad también cuenta -  y que después de todo afea al propio monumento.

Todo lo cual viene a cuento de lo que viene pasando cotidianamente en nuestro pueblo. No debe permitirse que cuando ascendemos por la Cuesta de los Molinos lo primero que veamos sean automóviles, la imagen de nuestros molinos debe ser diáfana, sin obstáculos, los vehículos deben situarse en otro lugar, que lo hay con ese fin, pero que para nada o para poco sirve al parecer.

¡Y qué decir del Pósito! ¿No estaría mejor rodeado en todo su perímetro de bolardos adecuados que impidieran que los vehículos ocuparan algunas de sus aceras? ¿No estaría mejor sin sufrir ese “atentado” que supuso la instalación de contenedores de basura en una de sus fachadas laterales? [Esto último es válido también para algunos de nuestros monumentos de carácter religioso]
¡En fin! ¡Vivir para ver! Y, si es posible, para mostrar a todos nuestra historia como ésta se merece.


FRANCISCO ESCRIBANO SÁNCHEZ-ALARCOS

1 comentario:

  1. Triste. En Valencia hubo un proyecto del último alcalde del franquismo de convertir todo el viejo cauce del río Turia en un gigantesco aparcamiento. Menos mal que no se hizo y que el primer ayuntamiento democrático decidió convertirlo en un jardín.

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