Publicado por primera vez en junio de 2013
Era aquélla una época en que las diferencias sociales estaban bien
marcadas en los esquemas mentales de las gentes. Don Quijote se lo había dejado
meridianamente claro a Sancho; en efecto, sobre la jerarquía social, dice don
Quijote a Sancho: “es
menester hacer diferencia de amo a mozo, de señor a criado y de caballero a
escudero. Así que desde hoy en adelante nos hemos de tratar con más respeto”
(Capítulo XX, 1ª parte).
El que pertenecía al pueblo llano aceptaba su inferioridad respecto al
noble, por lo que echaba mano de las diferencias en materia de creencias
religiosas para marcar su superioridad sobre el que no era católico. Los
prejuicios de ese tipo quedan retratados en boca de los personajes y del propio
autor. Dice Sancho: “creo, firme y
verdaderamente en Dios y en todo aquello que tiene y cree la santa Iglesia
Católica romana, y (…) enemigo
mortal (…) soy , de los judíos” (Capítulo
VIII, 2ª parte).
Sobre las personas de origen árabe, en relación con una Historia de don
Quijote de la Mancha escrita por Cide Hamete Benengeli, historiador arábigo,
dice Cervantes ser “muy propio de los
de aquella nación ser mentirosos” (Capítulo IX, 1ª parte) y apunta sobre lo
que piensa don Quijote: “de los moros no se podía esperar verdad alguna, porque todos son
embelecadores, falsarios y quimeristas” (Capítulo III, 2ª parte).
Sancho, leemos en la obra, “debía
de ser bien nacido y por lo menos cristiano viejo” (Capítulo XX, 1ª
parte). Dice Sancho: “yo cristiano
viejo soy, y para ser conde esto me basta” (Capítulo XXI, 1ª parte). Cuando
el encuentro con la bella Dorotea, ésta dice de sus padres: “son labradores, gente llana, sin mezcla de
alguna raza malsonante y, como suele decirse, cristianos viejos ranciosos” (Capítulo
XXVIII, 1ª parte).
Añeja vista de la Cruz y Plazuela de Santa Ana |
Ser cristiano viejo era un orgullo y acceder a cargos, por modestos que
fueran, en instituciones religiosas servía para presumir. Sancho es un ejemplo
cuando asegura: “por vida mía que un
tiempo fui munidor [1] de una cofradía, y que me asentaba tan
bien la ropa de munidor, que decían todos que tenía presencia para poder ser
prioste [2] de la mesma
cofradía” (Capítulo XXI, 1ª parte).
En Campo de Criptana, como en otras poblaciones, también encontramos en
la etapa histórica de referencia a los llamados cristianos nuevos, una minoría
en comparación con la inmensa mayoría de viejos cristianos. Me refiero a los
moriscos, que, como los de todos los territorios castellanos y aragoneses
fueron expulsados a partir de 1609. Los moriscos de Campo de Criptana procedían del reino de Granada: en 1580 había
censados 87, entre ellos algunos con resonancias “quijotescas” (por ejemplo, un
tal Ricote y varios Quijada - Luis, Diego y Pedro –), según vemos cuando
Cervantes se centra en la genealogía de don Alonso Quijano: “Quieren decir que tenía el sobrenombre de
Quijada, o Quesada, que en esto hay alguna diferencia en los autores que deste
caso escriben, aunque por conjeturas verosímiles se deja entender que se
llamaba Quijana” (Capítulo I,
1ª parte).
El arranque urbano de "El Albaicín",, según óleo de Miguel Quintanar |
Según una interpretación tradicional, la Cruz de la plazuela de Santa
Ana habría servido de separación de las zonas urbanas ocupadas por los
cristianos viejos y los cristianos nuevos (los moriscos), pues tal vez éstos se
habrían asentado a las afueras del pueblo, en esa zona de topografía empinada
que parece estar en el origen de lo que con el tiempo sería denominado
Albaicín, nombre perfectamente documentado más adelante en el tiempo, en el
Catastro de Ensenada, en el que Albaicín sería el sector urbano origen de las calles Rinconada de Santa Ana,
Costanilla y Libertad.
[1] Por muñidor: Miembro de una cofradía
o hermandad que se encargaba de avisar a los hermanos para que asistieran a
fiestas, entierros u otros actos.
[2] Mayordomo de una cofradía o
hermandad.
FRANCISCO ESCRIBANO
SÁNCHEZ-ALARCOS
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