Publicado por primera vez en julio de 2012
El pasado mes de mayo se presentó
en El Pósito mi libro Campo de
Criptana, una villa “serrana” en la llanura manchega. En ese acto
participó Francisco Alía Miranda,
profesor titular del Departamento de Historia de la Universidad de
Castilla-La Mancha y presidente del Instituto de Estudios Manchegos, en cuya
intervención se detuvo especialmente en la parte del libro concerniente a la
historia contemporánea, época en la que él es un destacado especialista. Entre
otros aspectos del libro que dicho profesor consideraba positivos mencionaba el
hecho de la inclusión de referencias a la Guerra Civil (1936-1939) en nuestro
pueblo, valoración que argumentaba señalando que todos los temas, por
escabrosos o conflictivos que puedan parecer a los ciudadanos, deben ser objeto
de estudio por parte del historiador, que debe tratarlos lógicamente con
objetividad y sin ningún tipo de prevención o miedo. No puedo estar más de
acuerdo con el profesor Alía.
“No
podemos eliminar ni la más mínima parte de nuestra memoria histórica. Hay que
afrontar nuestro propio pasado para aprender de él, considerando a la Historia
como maestra de la vida, tal como se señaló ya en la antigüedad clásica.
Precisamente sobre la Historia y sobre lo que debe ser el talante de los
historiadores no deja de ofrecernos enseñanzas esa gran obra que es El Quijote,
donde podemos leer que deben ser “los historiadores puntuales, verdaderos y no
nada apasionados, y que ni el interés ni el miedo, el rencor ni la afición no
les hagan torcer del camino de la verdad”; no en balde son hijos de la
Historia, “émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado,
ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo por venir” (Cap. IX, 1ª
parte)”.
El párrafo anterior, en negrita, es una
reproducción de un fragmento del artículo breve que se me publicó en la Revista
del Programa de Feria de nuestro pueblo del año 2003. Lógicamente, sigo
pensando lo mismo y sigo estando de acuerdo con la idea de Miguel de Cervantes
acerca de la Historia y de los historiadores.
Todo esto se trae a colación en relación con el
revuelo – injustificable, en mi opinión - que se organizó cuando mi
colaboración para el Programa de Feria de 2003 llegó a la imprenta. Tal
colaboración versaba sobre las repercusiones que tuvo en nuestro pueblo aquel
conflicto bélico español iniciado en julio de 1936. Pronto un miembro del
equipo de gobierno municipal se puso en contacto conmigo para indicarme que el
tema de la guerra todavía podía suscitar recuerdos desagradables en muchas
personas y que no era conveniente removerlo, etc., etc. Mi respuesta estuvo en
la línea de los argumentos descritos en los párrafos anteriores y por ello le
manifesté que el artículo tenía que publicarse.
En una nueva conversación, en la que el
representante del Ayuntamiento llegó a reconocer que aquello se trataba de
censura pura y dura – en lo que coincidí con
él -, y a la vista de que por mi parte no había intención de ceder a la
presión, hizo hincapié en que lo más problemático podrían ser las fotografías
que acompañaban al escrito. Efectivamente, el trabajo incluía imágenes, pero
imágenes cuyo contenido en vivo, real, cualquiera podía ver todos los días pues
formaban y siguen formando parte del paisaje urbano de Campo de Criptana, tales
como el monumento funerario a los caídos en la guerra pertenecientes al sector
vencedor en ella, o alguna tumba relativamente reciente que recuerda a muertos
del sector de los vencidos [fotografías que pueden verse en el artículo de este
blog titulado Aniversarios históricos].
Lo más lógico habría sido que yo hubiese
retirado mi colaboración al completo, pero decidí autocensurarme parcialmente,
es decir, accedí a prescindir de las fotografías – decisión que a algunas
personas no pareció bien – pues pensé que, teniendo en cuenta la peripecia
vivida entonces, podría pasar mucho tiempo sin que en el ámbito de nuestro
municipio se pudiera leer algo relativo a la guerra a nivel de nuestra
localidad.
Afortunadamente la visión de las cosas ha
cambiado con el transcurso del tiempo y lo que hace una década no se consideraba
normal, o a algunas personas infundía algún tipo de temor o escándalo, hoy es
asumido sin complejos por la mayoría de la población. En el libro citado al
principio la guerra es tratada directamente en algunas páginas, con fotografías
incluidas y en mayor número que en aquella ocasión, y no por ello han temblado
los cimientos de nuestra esencia y existencia como pueblo, como ciudadanos que
necesitan conocer su pasado para plantearse de la mejor forma posible su
futuro. Para finalizar, dando por supuesta mi respuesta negativa a la pregunta
del título de este escrito, he de dejar claro que sigo investigando ese periodo
de nuestra historia local tan interesante en todos los sentidos como fueron en
su conjunto los años treinta del siglo XX, y espero que algún día el producto
de esa investigación vea la luz, hecho que, estoy convencido, no tendrá ningún
tipo de cortapisa, a diferencia de lo ocurrido hace unos años.
FRANCISCO
ESCRIBANO SÁNCHEZ-ALARCOS
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