Publicado por primera vez en abril de 2013
Cura y feligreses ante la vieja iglesia parroquial |
En cuanto al otro estamento privilegiado, el clero, había un clero secular y un clero regular. El primero, integrado, en el
escalón inferior, por los sacerdotes de parroquia, estaba representado por los
de la titulada en nuestro pueblo de Nuestra Señora de la Asunción. Constituían
el segundo frailes y religiosas sujetos a una regla monástica determinada; éste
no estuvo representado en nuestra villa hasta que en 1598 se fundara el Convento
de carmelitas descalzos.
En los primeros años del siglo XVII había aquí cerca de 40
eclesiásticos, incluidos los dos tipos citados, cifra reveladora de un
potencial económico de la Iglesia criptanense lo suficientemente holgado como
para poder mantener a esas personas. Para comparar cifras, téngase en cuenta
que por entonces los habitantes de Campo de Criptana se situaban en torno a los
4.500.
El tercer estamento
–estado llano, pecheros, entre otras denominaciones que tenía- era el
mayoritario. En El Quijote aparece,
lógicamente, por todos los rincones de la obra. Pensemos en el buen Sancho,
escudero de Don Alonso Quijano: “solicitó
don Quijote a un labrador vecino suyo, hombre de bien –si es que este título se
puede dar al que es pobre -, pero de muy poca sal en la mollera. (…) tanto le dijo, tanto le persuadió y
prometió, que el pobre villano se determinó de salirse con él y servirle de
escudero. (…) Sancho Panza (…) así se llamaba el labrador” (Capítulo
VII, 1ª parte).
Iglesia del Convento de Carmelitas Descalzos |
Sancho era pobre pero también había pecheros bien dotados
económicamente. Después de salir de la venta donde se armó caballero Don
Quijote oyó voces quejicosas: “encaminó
a Rocinante hacia donde le pareció que las voces salían, y, a pocos pasos que
entró por el bosque, vio atada una yegua a una encina, y atado en otra a un
muchacho (…) que era el que las
voces daba (…) porque le estaba
dando con una pretina muchos azotes un labrador de buen talle”. Éste era labrador y también ganadero pues
explicaba su acción así a Don Quijote: “este
muchacho que estoy castigando es un mi criado, que me sirve de guardar una
manada de ovejas que tengo”. Se trataba de “Juan Haldudo el rico, el vecino del Quintanar” (Capítulo IV, 1ª
parte).
En este estamento, el no privilegiado, las profesiones eran
bien diversas. Así, entre los que mantearon
a Sancho en la venta había “cuatro perailes [cardadores] de
Segovia” y “tres
agujeros [fabricantes de agujas] del
Potro de Córdoba” (Capítulo XVII, 1ª parte), y en el transcurso de la
primera salida de su pueblo, en un momento determinado, “habiendo andado como dos millas, descubrió
don Quijote un grande tropel de gente, que, como después se supo, eran unos
mercaderes toledanos que iban a comprar seda a Murcia” (Capítulo IV, 1ª
parte).
Escudo de la orden carmelitana en la antigua espadaña del Convento |
Los no privilegiados tenían como deber el sostener económicamente al resto del
tejido social con su trabajo y con la satisfacción de variados y pesados
tributos que había que pagar al rey, a la nobleza y al clero, es decir, a los
señores feudales en cualquiera de sus modalidades.
En Campo de Criptana el tercer estamento estaba constituido,
en su inmensa mayoría, por personas relacionadas con el sector primario de la
economía, buena parte campesinos sin tierras; lo atestiguan las llamadas Relaciones
de Felipe II (1575): “los vecinos desta villa es la mayor parte
labradores, jornaleros, pastores”.
La sociedad criptanense de la época cervantina presentaba
en su conjunto una estructura muy desequilibrada, con grandes desigualdades en
cuanto al acceso a la propiedad de los medios de producción. Siguen refiriendo
las Relaciones: “la gente desta villa tienen algunos medianamente y hay muchos pobres”.
En enero de 1602 aseguraban las autoridades locales que “la mayor parte del pueblo es
pobre y pasa necesidad”. Esta visión de la sociedad de entonces es
confirmada con datos concretos e incontestables de ese momento histórico y de
otros posteriores: utilizando diversas fuentes documentales, puede decirse que
poco más del 2% de los criptanenses controlaba algo más de la tercera parte de
la riqueza del pueblo, aproximadamente la misma cantidad de ésta – la tercera parte - que pertenecía a casi
el 90% de nuestros antepasados.
FRANCISCO
ESCRIBANO SÁNCHEZ-ALARCOS
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