Publicado por primera vez en junio de 2013
Edificios no religiosos dignos de mención eran los hospitales. Según las Relaciones de Felipe II (1575), “Hay
un hospital de San Bartolomé, tiene siete a ocho mil maravedis de renta, hay
otros dos de particulares”. Pero en época cervantina hasta cuatro llegó
a haber. Uno de ellos fue absorbido ya por entonces por el de San Bartolomé
debido a que no podía subsistir por sus escasos recursos económicos: era el
llamado de Corpus Christi. El objetivo de su fundación había sido acoger
a clérigos peregrinos.
Teatro Cervantes, en el lugar donde antes estuvo el Hospital de San Bartolomé |
Los otros que son citados en las Relaciones sin dar su nombre fueron el
de Santa María y el de San Juan.
El primero lindaba con la casa de una tal Aldonza Díaz y se dedicaba a albergar
a pobres y acoger a eclesiásticos, seguramente de paso por el pueblo. El de San
Juan es aún menos conocido pero sí se sabe que sus medios asistenciales
eran casi nulos.
El único de más relevancia fue el de San Bartolomé, que hasta
1907 estuvo en el solar que ocupa el Teatro Cervantes. Ya en 1525 se decía de
él que era una casa cercana a la iglesia y que a su cargo estaba una Cofradía
de San Bartolomé. En suma, para la época que nos ocupa todos ellos, más que
para otro fin, servían para hospedaje y algo de atención sanitaria de lo más
elemental para pobres y religiosos transeúntes que necesitasen pernoctar
durante una parada en su viaje. Y de sus inmuebles nada nos queda, lo que no es
el caso de los dos monumentos que se reseñan a continuación.
Fachada principal de "El Pósito" |
El Pósito
es un edificio del siglo XVI ampliado en el siglo XVIII, durante el reinado de
Carlos III. Presenta en su fachada principal una portada de acceso bajo un arco
de medio punto sobre el que es visible el escudo real con un águila de fondo,
rodeado por el collar de la Orden del Toisón de Oro y flanqueado por dos cruces
de la Orden de Santiago. A la altura de principios del siglo XVII contaba ya
con una larga andadura y por las funciones que cumplía era una institución de
referencia obligada en la vida cotidiana de Campo de Criptana.
Escudo en El Pósito que corona su portada de acceso |
Los pósitos en España parecen ser de origen medieval y se crearon por
medio de convenios entre vecinos o a través de fundaciones pías para precaverse
contra las malas cosechas, el acaparamiento y los altos precios de los
cereales. En el contexto de un control completo del abasto de los artículos de
primera necesidad por parte de los ayuntamientos ya desde el siglo XVI, el
suministro de trigo era dirigido mediante los pósitos, que servían de depósitos
reguladores: almacenaban cereales, sobre todo trigo, para prestarlo a los
labradores y surtir a la población a precios moderados en épocas de carestía,
para contrarrestar el alto precio del pan en tales circunstancias, gracias a lo
cual se evitaban o atenuaban posibles conflictos sociales.
Los administradores de los pósitos adquirían grano en la recolección y
prestaban al agricultor para empanar los barbechos o bien para facilitarle
liquidez en el momento de la siega, en que se producían gastos obligados. Los
préstamos eran reintegrados con un interés, las llamadas creces – crez en
singular -, que en Campo de Criptana eran de un celemín por fanega.
Fachada occidental de "El Pósito", en cuya parte derecha se aprecia la ampliación que tuvo en el siglo XVIII |
Puede afirmarse que el Pósito jugó un destacado papel en la vida del
pueblo en general y en la economía de muchos criptanenses en particular; es
más, su propia historia está estrechamente vinculada con la de Campo de
Criptana, es un buen indicador de su evolución y los avatares de su existencia
en la época de El Quijote son más que
ilustrativas del acontecer diario de nuestro pueblo; de sus actuaciones por
entonces habría que subrayar las siguientes:
·
Compras de trigo en Andalucía y en Castilla la
Vieja.
·
Elaboración de pan cuando su precio se disparaba
al alza. A veces, para los más pobres se vendía más barato utilizando el trigo
comprado a precio más bajo.
·
Colaboración en el pago de unas cargas fiscales
cada vez más agobiantes para el pueblo.
Panorámica de la Casa de la Tercia |
De la Casa de la Tercia, situada en la plaza a
la que da nombre, se desconoce la fecha de su construcción, que podría situarse
entre finales del siglo XV y principios del XVI. Sus muros son de piedra, a
base de mampostería con sillares en las esquinas; la portada se abría, al
parecer, bajo un arco de medio punto, lo que hoy en día aparece desfigurado por
las reformas que ha sufrido el edificio a lo largo del tiempo. De aspecto externo
parecido al edificio del Pósito, como éste tiene cubierta de teja curva árabe
y, como éste, la puerta de acceso tenía sobre ella un escudo con la cruz de
Santiago y los símbolos de Castilla y León que, con criterio equivocado, fue
trasladado hace años por sus dueños a la fachada de otra finca urbana sita en
la calle del Convento.
Escudo en la calle Convento perteneciente a la Casa de la Tercia |
Su finalidad era de
carácter utilitario: servir de almacén de los granos que en concepto de tercias
cobraba a los labradores la Orden Militar de Santiago. En su origen medieval,
la tercia equivalía a las dos novenas partes de la cuantía de los diezmos
percibidos por la Iglesia; con los Reyes Católicos se cobró de forma
permanente. En tiempos cervantinos, como a lo largo de la Edad Moderna, el
grano de la Tercia fue un recurso del que a veces se echaba mano en coyunturas
de escasez por parte del Ayuntamiento efectuando compras para abastecer al
Pósito.
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